nov 5, 20130
En otros posts de Psyciencia (link, link, link, link) hemos hablado de la quinta iteración del DSM, que ha desatado no pocas controversias (y más malentendidos aún), y que ha generado fuertes respuestas por parte de organizaciones psicológicas alrededor del mundo: ya en 2011 la BPS la Sociedad Británica de Psicología lanzó un comunicado advirtiendo sobre las deficiencias en confiabilidad del manual, la Asociación Psicológica Americana hizo lo propio un poco antes, como también la Asociación para Ciencia Contextual Conductual. Por esta parte del mundo, los foros psicológicos locales también han hecho eco de estas peticiones.
Se trata de un debate delicado. Por un lado, el DSM es una herramienta que facilita la comunicación de investigadores; por el otro, la baja confiabilidad estadística y el descenso de los umbrales diagnósticos para ciertos trastornos que realiza el DSM alimentan dudas sobre su utilidad primera.
Sumándose a esto, Isaac R. Galatzer-Levy y Richard A. Bryant han publicado una investigación en Perspectives on Psychological Science que, cuanto menos, resulta curiosa.
Por un lado, el DSM es una herramienta que facilita la comunicación de investigadores; por el otro, la baja confiabilidad estadística y el descenso de los umbrales diagnósticos para ciertos trastornos que realiza el DSM alimentan dudas sobre su utilidad primera
Como sabrán aquellos familiarizados con el DSM, el diagnóstico se lleva a cabo a través de identificar cierto número de síntomas en una lista más extensa (por ejemplo, si el paciente presenta 5 síntomas de 8 posibles se aplica un determinado diagnóstico). Esto lleva a que el número de combinaciones de síntomas posibles para un diagnóstico dado sean muy elevadas. Y mientras esto ya era así en el DSM IV, con el DSM V los números se han vuelto dignos de una fantasía borgeana:
Dicen Galatzer-Levy y Bryant en el estudio:
En un intento por capturar la variedad de síntomas que surgen luego de estrés postraumático , los criterios de la revisión del trastorno de estrés postraumático ( TEPT) en la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales ( DSM- 5 ) se ha ampliado para incluir presentaciones de síntomas adicionales . Una consecuencia de esta expansión es que aumenta la naturaleza amorfa de la clasificación . Usando una ecuación binomial para dilucidar las posibles combinaciones de síntomas , se demuestra que los criterios DSM -IV para el trastorno de estrés postraumático enumeradas tienen un alto nivel de heterogeneidad perfil de síntomas ( 79.794 combinaciones ), los cambios que resultan en una expansión de ocho veces en el DSM- 5 , a 636.120 combinaciones . En este artículo , utilizamos el ejemplo de trastorno de estrés postraumático para discutir las limitaciones de las entidades diagnósticas basadas en el DSM para la clasificación en la investigación elucidando los defectos inherentes que son o bien artefactos específicos de la historia de la DSM o intrínsecas a la lógica subyacente del método de clasificación DSM . Se discuten nuevas direcciones en la investigación que pueden proporcionar una mejor información con respecto a la heterogeneidad conductual clínica y no clínica en respuesta a eventos vitales estresantes potencialmente traumáticos y comunes. Estas alternativas empíricas a un sistema de clasificación a priori resultan prometedoras para responder a las preguntas acerca de la diversidad de respuestas frente a factores de estrés .
636.120 combinaciones para el TEPT es un número elevado, sin duda, pero el dato resulta anecdótico frente a los problemas de confiabilidad estadísticos del DSM.
La controversia sigue abierta, y va a seguir siendo tema de debate. Algunas perspectivas alternativas al DSM, tales como el uso de análisis funcional de la conducta (Yates y Ferster, por dar un par de ejemplos), pueden revisarse en este artículo.