Revista Cultura y Ocio
"Los copos de nieve danzaban en la penumbra del anochecer. Tenía las piernas tan entumecidas que le costó bajar del taxi. En la entrada de la comisaría los esperaba un miembro de la policía científica cobijado en el abrigo reglamentario. Éste los condujo al interior. Cruzaron el despacho donde trabajaban los agentes de guardia y por un pasillo apenas iluminado llegaron a una puerta que daba al aparcamiento para el personal. Al fondo del recinto se alzaba la morgue, un edificio aislado sin ventanas y con tejado de zinc. El ronroneo del extractor le reveló que dentro había un cadáver. El agente de la científica abrió con llave y se apartó indicándoles con la mirada que esperaría fuera como muestra de respeto. «No me he acordado de rezar...»".
El thriller del año que ha salido en enero fue publicado hace casi diez y por fin llega a nuestras librerías. Hoy traigo a mi estantería virtual, 64.
Conocemos a Mikami, un detective más que veterano que ha sido transferido en la policía esta vez al departamento que sirve de enlace con la prensa. Un lugar complicado ya que no solo tiene que medir la información que reciben, también tiene que resistir a sus presiones y hacer de freno. Preocupado por la desaparición de su hija le toca además orquestar la reunión con un alto cargo policial que llega de Tokio en una reunión que tiene que incluir al padre de una niña desaparecida hace 14 años y por eso el Comisionado lo va a revisar, está a punto de prescribir. Con el padre de la niña claramente enfrentado con una policía que no hizo bien su trabajo, es fácil entender que no tenga ningún interés en reunirse con el Comisionado para aparecer en una foto.
64 se refiere al año en que desaparece la niña, 1989. Dicho esto os habréis fijado que no me he puesto a poner los nombres de los personajes, y esto es porque son un engorro. En un libro de más de seiscientas páginas da tiempo a que aparezca mucha gente y si el libro se mueve entre vericuetos administrativos y pugnas prensa vs policía, ya ni os cuento. Y es que el libro es lento y, a ratos, grandes, incluso aburrido. El autor abre varios hilos aunque deja claro que el central será la desaparición de la niña hace años y los secretos que se han ido manteniendo ocultos en el tiempo. Los errores policiales no se airean, está claro. Pero no ha sabido darle la acción necesaria. Todo en el libro es lento y engorroso, la relación entre policía y prensa sigue y sigue entre tensiones y el lector siente la tentación de leer en diagonal algunas partes. Pero aguanto y no lo hago, a fin de cuentas es el libro del año y muchos somos los que protestamos de que todo thriller tenga que ser trepidante. La novela de Yokoyama no lo es, es meticulosa hasta lo enfermizo y requiere paciencia hasta llegar a los descubrimientos y giros, que los hay. Pero tienes que llegar a ellos. Por el camino hay un accidente y la prensa presiona para conocer la identidad de la conductora, Mikami los habla de otro caso que cree los puede entretener pero su estrategia no funciona y tirando de hilos y mordazas llegan sus sospechas. Empiezan las visitas y las llamadas que van descubriendo secretos o tretas administrativas, depende del caso, y la novela sigue y sigue dando vueltas (y nombres) mientras el lector se pregunta si realmente es necesaria tanta vuelta y tanta parafernalia para relatar una historia que con la mitad de páginas hubiera sido el doble de interesante. Yokoyama vendió más que Murakami en su momento con esta novela. Y yo entiendo que la literatura nipona es diferente a la nuestra y suele tener musicalidad, que esta novela no tiene, y un costumbrismo que aquí me ha parecido casi un manual laboral del narrador.
64 ha resultado una novela curiosa. Cuando uno ve buenas críticas y recibe la sensación contraria durante la lectura, incluso aunque en la última parte mejore, se siente desconectado del resto de los lectores, ajeno. Al final uno se pregunta si el problema es propio y no del libro, y opta por no desrrecomendarlo, más bien justo lo contrario. Se genera un interés renovado en hablar del libro con los entusiastas, intentar acercarse a su prisma y ver qué es lo que falló durante la lectura. Os invito a contarme si lo habéis leído. A fin de cuentas, como ya he dicho muchas veces, yo no soy crítico, soy una simple lectora. Y si algo nos gusta a los lectores, es compartir opiniones de nuestro vicio favorito.
Por cierto, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.