James Gallagher, BBC
Sólo un pequeño sorbo de
cerveza puede excitar al cerebro y aumentar el deseo de beber.
Un estudio
realizado por investigadores de Estados Unidos en 49 hombres dio como
resultado que el sabor de la cerveza es el detonante para que el
cerebro libere la sustancia química de la recompensa, la llamada
dopamina.
Un aspecto de la
investigación -publicada en la revista especializada
Neuropsichopharmacology- que los expertos consideraron como
"sorprendente", fue cómo el efecto del gusto de la
cerveza es mayor en las personas con un historial familiar de
alcoholismo.
El estudio
consistió en realizar un escáner a los hombres voluntarios mientras
que con un atomizador se les rociaba en la boca pequeñas cantidades
de distintos tipos de bebidas.
Rocío
de cerveza
Los investigadores
de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana compararon los
efectos que producía a los participantes cuando se les rociaba en la
boca agua, o bien bebidas energéticas, o su cerveza favorita.
A cada uno se le
suministró 15 mililitros (ml) del fluido en un periodo de 15
minutos. Esto sería como repartir un vaso de cerveza entre 38
personas, por lo que -según los científicos- el alcohol no tendría
efectos en el cuerpo.
Los resultados
mostraron que el cerebro liberaba más dopamina después de la
cerveza y que los hombres eran más propensos a decir que tenían
ganas de tomar una bebida alcohólica.
"Creemos
que éste es el primer experimento en seres humanos que demuestra que
el gusto de una bebida alcohólica, sin su efecto intoxicante, puede
estimular la actividad de la dopamina en los centros de recompensa
del cerebro", explicó el profesor David Kareken, de la
Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana.
Kareken sugirió
que el efecto más pronunciado en hombres con historial familiar
de alcoholismo podría significar que hay un factor de riesgo
hereditario para esta enfermedad.
"Sorprendente"
y "no sorprendente"
Por su parte, el
profesor Dai Stephens, de la Universidad de Sussex, en Reino Unido,
considera que los hallazgos del estudio, "pesar de estar muy
bien hecho y ser una primera demostración en seres humanos de los
efectos del sabor de la cerveza en el cerebro, no son particularmente
sorprendentes, pues ya hace tiempo sabemos [a partir de estudios
en animales] que los eventos condicionados con el consumo de drogas
vienen con un incremento de la dopamina".
No obstante,
agregó que "el efecto familiar es sorprendente" y nos
plantea preguntas sobre si esto subyace sólo en el alcohol o quizás
también en otras drogas.
Por su parte,
Peter Anderson, profesor del Uso, Políticas y Práctica de
Sustancias de la Universidad de Newcastle, también en Reino Unido,
comentó: "Se sabe que todo tipo de elementos desencadenantes,
incluyendo el gusto, el olor, las imágenes y los hábitos, aumentan
las ganas de beber".
"Este
ensayo demuestra que el gusto sólo tiene un impacto en las funciones
del cerebro asociadas con el deseo. No es sorprendente que, si el
gusto aumenta el deseo, debe tener un impacto en el cerebro".