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El
síndrome
de Cotard
es una rara enfermedad cuyo síntoma es que los pacientes creen
estar muertos.
Graham hace años siente que su cerebro dejó de funcionar.
En
los tiempos de The Walking
Dead,
parece increíble imaginar que una enfermedad detectada por un médico
francés en 1880 tiene
como síntoma la sensación de estar muerto
Se
podría pensar que quien camina y habla pero cree estar muerto es una
persona con una anomalía psiquiátrica, que debería evidenciar un
comportamiento fuera de lo común.
La
reacción de los que sufren el es la de dejar
de sentirle el gusto a las cosas, no oler aromas, percibir que partes
de su cuerpo están putrefactas, no comer y,
efectivamente, pueden morir como consecuencia de no abordar un
tratamiento.
En
2004, un hombre nacido en Bélgica, que como víctima de una dura
depresión había intentado suicidarse con un cable de electricidad
mientras se bañaba, llegó
al consultorio de un médico al que le aseguró que su cerebro estaba
muerto
Graham
le explicó al doctor lo que le estaba pasando y el caso llegó a
expertos quienes realizaron un profundo estudio del cerebro, que
ratificó que el hombre padecía del síndrome de Cotard.
Los
estudios de imágenes realizados sobre Graham confirmaron que la
actividad cerebral de este hombre --que puede expresarse, hablar y
moverse como cualquier ser humano-- era diferente y efectivamente
había áreas del cerebro que no mostraban actividad.
Graham
ha visitado el cementerio local con asiduidad, porque siente que ése
es su lugar, relata la revista New
Scientist.
Su
tratamiento ha sido largo y ha requerido
de psicólogos y medicación
para tratar su desorden, que lo había llevado a dejar de ingerir
alimentos ante la sensación de no necesitarlos porque no se sentía
vivo.
El
síndrome de Cotard lleva su nombre por Jules
Cotard, médico francés que presentó este extraño mal, el cual
afecta a pocas personas, pero consiste en un raro comportamiento:
quienes lo sufren sienten que murieron, que no quieren comer, que
están en un limbo entre el cielo y el infierno, que sus cuerpos se
pudren, que tienen órganos que ya no funcionan.
El
caso de Graham ha permitido avanzar más en el tratamiento de este
mal, muy vinculado a fuertes estados de depresión.