¿Quiénes son los que quedan?... ¿Quiénes viven el recuerdo?... ¿Quién es aún culpable?... Memorias de un holocausto.
“El tiempo causa más estragos que la guerra”, es una de las frases de Raúl Hernández Garrido, el dramaturgo español que preocupado por la injusta situación que vivieron milicianos de su país en los campos de concentración Nazi, escribe un libreto teatral histórico, visceral y conmovedor: Todos los que quedan. Los seres humanos tendemos a olvidar rápido las situaciones que ocurren en el mundo, es por eso que los errores se repiten una y otra vez de la misma manera, pero con otros rostros, y todo a partir de una misma consigna: La Guerra.
El genocidio más grande de la historia fue provocado por un grupo de alemanes dirigidos por Adolf Hitler, en donde millones de personas murieron por pertenecer a un grupo religioso, a una etnia diferente o a una minoría. Hubo muchos campos de concentración, uno de ellos, Mauthausen, en donde cargar piedras de 60 kilos hacia una cantera que quedaba a unos 50 metros de altura, era el trabajo diario, y quien se rindiera, era arrojado al vacío y moría inmediatamente. Ese era un paracaídas, como las SS les llamaban.
Películas como “La vida es bella”, “El niño de la pijama de rayas”, “El diario de Ana Frank”, “La lista de Shindler”, entre otras, nos muestran cómo fue la situación desde distintos puntos de vista, revelándonos los intereses políticos, económicos y de soberanía que tenían los alemanes, y todo por haber perdido una primera guerra y pretender que la raza aria fuese la dominante en la historia de la humanidad.
El 27 de enero de 1945 las personas que quedaban en los campos fueron liberados gracias a los norteamericanos y demás ejércitos aliados, es por eso que hoy, 67 años después, no se celebra a viva voz este suceso, sino que se conmemora con el ánimo de respetar la memoria de quienes murieron injustamente y con sufrimiento. Que todas y todos vamos a morir, es cierto, pero ningún ser humano en la faz de la tierra tiene el derecho de decidir cómo será ese momento.
Qué pena ser tan atrevido intentando contar lo que pasó en un lapso superior al de mis años de vida, pero historias de este tipo provocan un cúmulo de cuestiones que se deben resolver indagando y desempolvando lo que una vez estuvo en la penumbra; además, no hay que quedarse con lo que nos enseñan los libros, ¿Quién dice que la historia es como nos la cuentan?, ¿Quién?...
Cuándo pasen las generaciones, ¿Qué recordarán?... ¿Qué le enseñaremos a quienes vienen en camino?... ¿Qué le dejaremos a la humanidad?... Somos seres en tránsito con una inexorable labor: Transmitir conocimiento.
“El viento y la lluvia nos devuelven el pasado”, ojalá que esta afirmación de Hernández Garrido invite a estudiar un poco de historia que no debe interesarle solamente a un país, no, sino a todas las personas que tienen el deber de recordar por el simple hecho de existir.
“Vencedores o vencidos, en una guerra todos somos perdedores” “Los que mueren aquí lo hacen por agotamiento, por cansancio, por hambre, por miedo a vivir, por cualquier cosa, por todo y por nada. Esto es Mauthausen” “Las historias humanas no tienen época” “No quiero que mi nombre se borre de la historia” “Lo que recuerdas es lo que has vivido”
MAUTHAUSEN-TODOS LOS QUE QUEDAN, Teatro Uniautónoma del Caribe, Director: Javier Saltarín. Fotografía: Isaac Adechny.
Foto de portada por BeatsAndColours