Reír. Llorar. Mirarte en un espejo y decirte lo buena que estás. Mirar a tu chico. Mirarlo otra vez. Abrazarte a tu madre. Decirle a tu chico lo guapérrimo que va. Coger aire. Suspirar. Despeinarte. Bailar. Querer mucho a tus invitados. Dejarte querer. Disfrutar de tus amigas. Brindar. Acabarte esa copa de cava. Saltar al ritmo de tu canción preferida. Sentirte la princesa del cuento. Achuchar a tu primo favorito. Mirar a tu hermano con esa misma cara que poníais cuando hacíais las trastadas de enanos. Chocar las cinco con los amigos de tu chico. Tomarte una cervecita. Robarle una copa a tu amigo del pueblo. Sentir orgullo de esa persona que os dedica unas palabras. Coger la mano de tu chico. Sacar la lengua. Dejar que te den besos aunque sean de abuelas. Preguntar qué tal. Reírte. Comer lo que puedas o quieras. Brindar con el sorbete. Olvidar tu ramo por momentos. Desconectar tu móvil. Perder la noción del tiempo. Dejarte llevar. Sacudirte el arroz. Sacarte muchas fotos. Decirle a esa amiga lo mucho la quieres. Compartir un ratito con tu nueva familia. Perder la vergüenza (si es que la tenías). Agarrarte fuerte al brazo del padrino. O de quien quieras. Escojonarte literalmente en algún momento. O en muchos. Morir de amor con esas sorpresas que os han preparado. Empezar a asimilar eso de ¿y los niños para cuándo?. No preocuparte por si tu vestido se estropea. Meterle un morreo de los buenos a tu chico. Mirar y remirar tu anillazo de casada. Disfrutar viendo como todos disfrutan. Ser la reina de la pista aunque sean unos segundos. Vocear vuestra canción favorita aunque sea de Manolo Escobar. Pararte un segundo en una esquina, mirar a tu gente y recordar que están allí por ti. Beberte una copa de un sorbo. Mirar a tu chico antes del si quiero. Mirarlo después. Presentar a solteras y solteros… que de una boda sale otra boda. Reírte como nunca cuando llegue la hora de ir al baño. Dejarte abrazar por tu padre como cuando hablabas con lengua de trapo. Guiñar un ojo a alguien. Guardarte cada ¡guapa! que te dicen. Perder el color en tus labios y no estar pendiente de tener que retocarte. Abrazar mucho y bien. Parar el tiempo en la última canción. Quedarte con tu chico en el lugar de la boda a solas. Mirar ese lugar. Y, ¿por qué no? Tomaros la última copa a solas. Ser tú misma. Ser tú vestida de blanco. Ser tú en versión de novia.
Sonreír enormemente y hasta que se te vean los empaste mientras cogidos de la mano dejáis atrás vuestra boda.