En la entrada número 1 (de este regreso en modo "blog de variedades") mencioné un poco a la rápida y a la ligera algo sobre China, su unificación y las leyes, y de hecho tal mención no fue gratuita, porque eso lo aprendí leyendo uno de los mangas de los que hablaba ayer, uno de los mangas que he estado leyendo durante todo este extraño tiempo. Me refiero a Kingdom, un manga, basado en hechos reales, un manga histórico en otras palabras, que cuenta la historia de Xin, un simple huérfano, más encima pobre, más encima de mal temperamento, que sueña con convertirse en un gran general bajo los cielos, proceso que para él será larguísimo, durísimo y, ciertamentísimo, sorprendente, muy sorprendente, porque las cosas que le suceden no se las habría imaginado ni en un millón de años. Desde luego, todo o casi todo lo que cuenta Kingdom está basado en hechos reales, pero sobre ese esqueleto el mangaka se permite ir creando, y con qué calidad, añado, un gran número de personajes y mitología. En todo caso no le queda otra, pues en las mismas páginas, de repente un cuadro de texto cita un fragmento de los libros en los que se basa el mangaka, que de manera escueta señala "tal año el reino de Qin venció al reino de Han en la batalla de no-sé-qué" (este fragmento en particular lo inventé ahora, sólo para que sirva como ejemplo), por lo que Yasuhisa Hara (el mangaka) debe necesaria y obligatoriamente dar detalles y dimensiones narrativas a esos registros. A veces el fragmento es "la ciudad de X resistió por diez días el asedio de Zhao", y el mangaka debe contar esos diez malditos y sufridos días. El resultado es impresionante y apabullante. Por cierto, antes de continuar debo señalar que hasta el momento se han publicado, si no me equivoco, 59 volúmenes, cada volumen recopila diez (a veces once) números, cada número de máximo veinte páginas (a excepción del primero, si mal no recuerdo). El mangaka ya ha dicho que planea llevar Kingdom hasta los cien volúmenes, por lo que no queda nada poco, es decir quedan 40 volúmenes, es decir 400 números, es decir 8000 páginas. Da para pensar ¿mmmmmhhhhhh? Es una lectura adictiva, la manera en que te atrapan es tremenda. Pero a veces uno debe irse a dormir, o ir a comer, o descansar o qué sé yo, pero es una lectura que seduce y demanda más relecturas, no tanto para descubrir detalles nuevos o qué sé yo (aunque bien podría ser, por qué no) como para gozar una y otra vez con la calidad narrativa y gráfica, con la enorme calidad de sus arcos argumentales, de sus dibujos, etc. Y bueno, de qué va la cosa. Xin vive en el reino de Qin, uno de los siete reinos que quedan en China, que hasta entonces se ha visto sumida en batallas y batallas (con reinos que eran absorbidos y demás), siete reinos que combaten por sus fronteras, sin que ninguno, de todas formas, planee conquistar China por completo. Pero el rey de Qin, Zheng, tiene esas ambiciones, sin embargo muchos problemas, tanto externos (los reinos colindantes, poderosos reinos, feroces reinos) como internos (complots, maquinaciones, traiciones), se interponen en su camino y en ese camino aparece, desde el inicio, nuestro querido Xin, un muchacho bruto pero tremendamente honesto y directo, que deberá labrar su camino a base de sangre, sudor y lágrimas, a lo largo de los años y de las guerras, las malditas guerras que no acaban. Es el camino que deben seguir aquellos con grandes sueños y ambiciones, como unificar China o ser un gran general bajo los cielos. No puedo seguir más porque eso significa entrar en detalles argumentales y es mejor que no les diga nada, salvo que la narración es magnífica, la construcción de personajes también, con su amplio abanico, variopinto y dotado de gran imaginación (nadie se parece al que le sigue, todos son únicos y fácilmente reconocibles, lo que no es menor considerando una historia de esta envergadura) y profundidad. Uno se encariña con los personajes, con la unidad Fei Xin (liderada por nuestro Xin), con los generales que Xin va conociendo (Wang Qi, el gran Wang Qi), con sus compañeros de armas (Qiang Lei y He Liao Diao, sobre todo), todo un largo aprendizaje que le mostrará a Xin que la guerra, que la vida que ha elegido, es cruel e insaciable. Es una historia tremenda y agotadora también, hay guerras que duran cien números o más, y el mangaka transmite tanto el miedo y el horror de esas batallas crudas y violentas, como el cansancio, la fatiga, el hartazgo, la impotencia, la ambigüedad moral (atentos al personaje del canalla de Huan Yi y el arco centrado en una batalla bajo su mando), las planificaciones, los estrategas, los generales de instinto, en fin... Hay momentos para toda clase de emociones, y las batallas son de tal intensidad que no es infrecuente que uno se conmueva hasta las lágrimas, porque las batallas siempre dejan víctimas, a veces conocidas y queridas, y luego extrañadas. El único reparo que debo hacer es que a veces el autor recurre a soluciones forzadas o convenientes para salvar a ciertos personajes, un par de veces recurriendo incluso a cuestiones místicas o metafísicas, lo cual contrasta extrañamente con el enfoque "realista" con que narra todo (la rigurosidad para las batallas, los planes, las estrategias, los espacios geográficos, los ejércitos y sus números, etc., lo cual es sangriento y a veces doloroso, especialmente por los pobres caballos, qué manera de sufrir dios mío), pero lo que tienen de forzado lo tienen de conmovedor y uno de igual forma se siente inapelablemente atrapado por este manga, que para mi es una verdadera obra maestra. Y todavía falta mucho para que Zheng unifique China, y a Xin, a nuestro Xin, le falta para instalarse como una leyenda, como un gran general bajo los cielos de una China unificada.
Kingdom, un manga imperdible e imprescindible. Aún pueden ponerse al día.