En la primera entrega de este artículo he criticado el vicio occidental de descomponer y pensar el mundo mediante dualismos antagónicos. También he criticado el divorcio conceptual entre teoría y práctica. Y todo eso lo he hecho desde una visión que pretendía ser lo más general y objetiva posible. Pero objetivo no significa neutral.
Como señala Francisco Varela “esta tarea no puede ser neutra: se tiene que hacer desde la perspectiva de alguien, preferentemente de una parte interesada que hable de una actividad de la cual participa”. Y mi perspectiva es muy clara. Se resume en siete lugares desde los que mirar al mundo, o, si se prefiere, en siete claves para entenderlo:
Las 7 claves
1ª Clave: mi mundo es un producto “a la medida” que no tiene por qué coincidir necesariamente con el tuyo.
El profesor de fisiología humana de la Universidad Complutense de Madrid, Francisco Mora Teruel (2007) nos dice que lo que nosotros llamamos el mundo exterior, el de la vida cotidiana, ese con “objetos” y “partes”, no existe así objetivamente, lo que existe “afuera” es otro mundo, como lo sería para cualquier ser que viniese de otra galaxia con otro cerebro.
El ambiente no es considerado por la ciencia de hoy como algo ajeno, sino como un espacio en el que también estamos nosotros y que es fruto de esa interrelación. Esto significa que los organismos no “se adaptan” a un medio fijado de antemano, a un “nicho” exterior autónomo, sino que –en cierta medida– “lo construyen” a través de sus propias actividades vitales.
Aquí hay un mensaje importante que viene a decirnos que todo “mi” mundo está en mí y yo en él. Es un producto del ser humano que lo percibe. Construido a partir de unos datos que le aportan sus terminales nerviosas. Y que después re-construirá cultural y vivencialmente a base de sus experiencias.
Ya lo dijeran en día Bernard Berelson y Gary Steiner: “El hombre es una criatura que adapta la realidad a sus propias necesidades, que transforma la realidad de acuerdo a sí mismo, que construye su propia realidad.” estamos condenados a ser nosotros mismos. Somos seres diferentes. Y eso- lejos de ser negativo- es nuestra mayor riqueza. En vez de poner fronteras y abrir brechas, mejor haríamos sacando partido de esas diferencias.
2ª Clave: Somos seres polisémicos y hermenéuticos. Estamos condenados a interpretar:
Eso que acabamos de llamar “mi” mundo es en realidad una interpretación. O para ser más precisos: una construcción a partir de datos interpretados. Cual borracho o miope, el ser humano ve borroso, no percibe un dato sino varios a la vez. ¿Alguien se ha preguntado porque la IA en su intento de imitar al ser humano trabaja hoy con “fuzzy logic”/ lógica difusa? La evolución, la misma que nos ha convertido en el Homo Simbolicus de Cassirer, ha hecho que nuestra realidad, nuestro mundo ya no sea monosémico- como suele ocurrir en los animales- sino que nos ofrece múltiples significados entre los que debemos elegir uno.
Estamos condenados a seleccionar una “lectura” entre varias. Fue Alfred Korzybski en su hoy olvidada Semántica General (1937) quien ya entonces dijo que “el ser humano es un gran intérprete que crea sus propios símbolos y utiliza la connotación para extraer sentido de una realidad polisémica y el ruido para generar significación propia”.
3ª Clave: Somos seres bifurcados. Estamos condenados a elegir:
Que duro resulta estar quietos mucho rato (que se lo pregunten si no a esos soldados impasibles que hacen guardia en las garitas) Nuestro cuerpo está preparado para la acción, somos el Homo Agens de Gertz y Kirzner, A partir de nuestras interpretaciones seleccionamos cauces de acción entre aquellas alternativas que se nos presentan como posibles, es decir viables, caminables, ejecutables. Lo que hacemos es una doble elección, primero elegimos una “lectura” cuando interpretamos y en base a ella elegimos/decidimos una “ruta” cuando actuamos. Lo cual es bueno: abrimos rutas, innovamos, y es malo: vivimos en la inseguridad permanente, nada es, todo parece….
El ser humano no nace, pero se hace en las encrucijadas. Ahí donde los caminos y las vidas se bifurcan. Ahí donde los celtas ponían a sus dioses para que ahuyentasen a las brujas y a los malos espíritus (algo que nos recuerdan con su presencia los cruceiros gallegos). Fue Lawrence Durrell en su cuarteto de Alejandría, concretamente en “Justine”, quien bautizó certeramente al ser humano como “esa pobre criatura bifurcada” y Jorge Luis Borges quien lo ubicó en el espacio en “El jardín de los senderos que se bifurcan”. Mientras Machado y Kavafis lo ubicarían en el espacio/tiempo al decirnos que lo nuestro es pasar y que se hace el camino al andar.
Cada vez que elegimos una alternativa entre varias, nos bifurcamos y cada vez que nos bifurcamos, nos hacemos y nos configuramos. En cada elección estamos podando ramas posibles de nuestras vidas, abandonando sueños, concretando nuestro devenir cargado de futuros virtuales en presentes reales pero evanescentes.
Esta tercera clave nos enseña, pues, dos cosas:
(a) Somos lo que hacemos (lo que elegimos, lo que construimos, lo que interpretamos). Pero lo que somos es efímero: burbujas en el tiempo, pompas de jabón. Nadie está dado ni está fijado, todos somos el producto mutante de nuestras elecciones. Y eso nos permite mejorar cada día, o por lo menos aspirar a hacerlo.
(b) La variabilidad de los escenarios, las situaciones y los momentos en que adoptamos decisiones hace que mis bifurcaciones tiendan a configurar unas ramificaciones y una arboreidad única, la mía.
Y del mismo modo que “mi mundo mental” no coincide con el tuyo, “mi vida real” tampoco va a coincidir con la tuya. Somos fenotipos más que genotipos- eso es lo que diferencia a los gemelos- aunque nada impide que seamos almas gemelas y que por caminos distintos podamos llegar a tener mundos interiores convergentes y gustos coincidentes.
4ª Clave: Somos seres relacionales: estamos condenados a sentirnos y a mirarnos en los otros:
Vengo hablando de diferencias y de soledades, pero lo cierto es que ese ser que se bifurca, está muy lejos de ser solitario o asocial, sino todo lo contrario: solo se es humano cuando se vive en relación. Y del mismo modo que nosotros construimos el mundo en nuestro interior, el mundo nos construye a nosotros en nuestra relación con los demás. Lo dijo José Agustín Goytisolo en su inolvidable “Palabras para Julia”: “Un hombre solo, una mujer, así tomados de uno en uno, son como polvo, no son nada, no son nada,,,”.
Somos seres relacionales que nos desplegamos en el habla y en el tacto. Los niños que han carecido del afecto y las caricias de sus padres suelen ser de adultos seres asociales y patológicos. Somos el reflejo de nosotros mismos que nos devuelve la mirada ajena. Una idea que he creído percibir en esa maravilla de pieza teatral que se llama “Art” de Reza Palazzi. Por cierto, al morir ese reflejo- que ya no puede ser- se convierte en el recuerdo que dejamos tras nosotros, algo que los romanos sabían muy bien.
5ª Clave: Vivimos en la comunicación que hace la relación: ese es nuestro territorio de intervención
Como Sandra Massoni y yo mismo explicamos en “Hacia una Teoría General de la Estrategia” (2009) lo que hoy entendemos por comunicación ha cambiado fuertemente. De acuerdo con el antiguo paradigma, la comunicación sería algo que alguien “el emisor” le hace a otro llamado “el receptor” y el lenguaje no sería otra cosa que un instrumento que nos permite “describir“ lo que percibimos (el mundo exterior) o “expresar” lo que pensamos o sentimos (nuestro mundo interior).
A partir de Thougt and Language de Vygostki (1934) pero sobre todo a partir giro lingüístico operado por pensadores como el segundo Wittgenstein, Heidegger y Maturana hoy se han invertido las relaciones entre lenguaje y pensamiento. Según el nuevo paradigma el pensar discurre por los surcos abiertos por el habla.
Partiendo de las ideas ya expuestas de que “la vida es el espacio en que los seres se crean así mismos”, y del que el ser humano no es una forma determinada, ni permanente de ser sino que es un espacio de posibilidades hacia su propia creación, el chileno Rafael Echeverría (2004) uno de los autores que mejor ha reivindicado el papel constituyente del lenguaje nos aporta cuatro ideas fundamentales:
(1) los seres humanos somos seres que vivimos en el lenguaje.
(2) El lenguaje es generativo: No solo describe y expresa el mundo exterior, sino que el lenguaje es acción y crea realidades.
(3) Los seres humanos se crean a sí mismos en el lenguaje: “el individuo no puede ser separado de su relato. El relato es constitutivo de lo que el individuo es”. Y
(4) Lo social se constituye en el lenguaje. Todo fenómeno social es siempre un fenómeno lingüístico. De ahí la no-neutralidad del lenguaje, o lo que es igual, la no-neutralidad de la red de significados y sentidos por medio de la cual construimos nuestro mundo (Julián Serna Arango, 2001).
Y si lo social se construye en el lenguaje, la comunicación pasa a ser (1) El espacio de encuentro de la heterogeneidad sociocultural (Massoni, 1990, 2007). (2) El sistema que nos permite articular nuestras percepciones plurales con las de los demás y desde el que podemos estratégicamente dar nuevas configuraciones a nuestra trama relacional (Alberto Pérez, 2001, 2007). Y (3) “ el dispositivo fundamental de la configuración y la dinámica de los sistemas sociales” (Nicklas Luhman, 1983). Hablamos de personas en interacción.
6ª Clave: Actuamos en base a futuros que no existen y a realidades que nos imaginamos. Y por eso necesitamos teorías que nos aporten una cierta previsibilidad de las consecuencias de nuestros actos
Ese ser humano que interpreta, construye, y actúa sobre su mundo exterior bifurcándose y articulándose es el gran sujeto de la estrategia. Y lo hace dotado de dos poderosas capacidades además del lenguaje ya comentado: la visión de futuro y la imaginación. Con la primera viaja a momentos (futuribles) que todavía no han ocurrido y que tal vez no ocurran nunca. Y con la segunda viaja a mundos virtuales, y puede pensar rutas que nadie ha visionado todavía (innovación); conectar y mezclar cosas que nadie ha mezclado antes, las increíbles conexiones de Poincaré (creatividad,) e imaginar los resultados previsibles de sus acciones (juegos de simulación).
Es aquí donde entran en juego las teorías. Ya hemos dicho en la primera entrega que una teoría es una explicación de un fenómeno En otras palabras, una teoría es una forma de entender lo real. Maturana va más lejos al señalar que toda observación está cargada de teoría y que es imposible separar la percepción de la ilusión (de comprender, de explicar, de imaginar). Y esto que ocurre con las percepciones simples, también ocurre con la ciencia.
Todas las teorías parten de premisas que son aceptadas a priori por el que las sostiene desde sus preferencias, no porque sean necesarias, sino porque a alguien le preocupa un problema. Ninguna es más o menos eficaz que otra escindida del dominio en el que se la expresa. Ninguna es más o menos verdadera que otra, si no decimos para quién y para qué.
Por eso Sandra Massoni y yo mismo consideramos en “Hacia una teoría general de la estrategia” que el aporte que pueden hacernos las teorías de la comunicación integradas a una perspectiva estratégica tiene que ver con un ir descubriendo para qué es competente una teoría y para qué no lo es. Sobre qué dimensiones de la situación está trabajando efectivamente.
Qué me permite y qué no una categoría conceptual. Esto implica visualizar sus alcances y sus limitaciones operando en situaciones dadas. Qué pretende cada teoría respecto de la modalidad del contacto, qué logra. Nuestro desafío es intentar ser más reflexivos a fin de lograr una descripción más aceptable de la realidad –este escenario complejo, cambiante, fluido– que nos permita hacer cálculos sobre los resultados previsibles de nuestros actos.
7ª Clave: “Piensa como un hombre de acción, pero actúa como un hombre de pensamiento”.
Esta frase que he tomada prestada de Henri Bergson sintetiza todo mis pensamiento al respecto y resume las otras claves precedentes. La recomiendo fuertemente a mis lectores, pues es en ese cruce paradójico donde se abre la puerta que da acceso a la complejidad del mundo que nos rodea y nacen las buenas estrategias. Es también la clave para reconciliar teoría con práctica y práctica con teoría. Algo de lo que estamos necesitados.
Autor Rafael Alberto Perez
Fuente: Comunidad de Pensamiento Imaginactivo
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