París está considerada la ciudad más bella y romántica del mundo. Rebosa de arte, de glamour y del savoir-vivre, orgullo de los parisinos.
Tiene más referencias culturales reconocibles que cualquier otro lugar del mundo, pero París no es solo la Torre Eiffel, el Lovre o Notre Dame. Os recomiendo pasear a lo largo y ancho de la ciudad, tanto por los grandes boulevares como por las calles estrechas y empinadas de Montmatre. Deleitarse con los aromas a pan recién hecho o a café caliente y saborear el chocolate de su maravillosas chocolaterías.
¿Empezamos?
Elegimos París para pasar las vacaciones de Semana Santa de este año, empujados por mi hija Ariadna. A pesar de que ya habíamos estado cuando ella tenía meses, de hecho fue su primer viaje, siempre le había hecho mucha ilusión volver y ver la Torre Eiffel y, puedo asegurar, que la cara que se le quedó la primera vez que la vio fue de pura fascinación. Solo por ese momento ya valió la pena repetir de destino.
Después de todo un día de viaje desde Barcelona y habiendo hecho noche en una estación de servicio de Francia, justo antes de pasar el Viaducto de Millau, llegamos a París a media tarde del sábado.
A orillas del Sena, en pleno corazón del Bois de Boulogne y con una ubicación perfecta para visitar París, se encuentra el camping Indigo. Con grandes y cómodas parcelas y servicio de shuttle bus hasta la parada de metro de Porte Maillot, la única pega es que los sanitarios son pocos y no demasiado ventilados… A pesar de esto último, el camping es perfecto para acampar y conocer la ciudad y los alrededores.
Domingo 9 de abril
El día despertó soleado y con previsión que las temperaturas irían subiendo.
Creímos importante que las visitas a los lugares más emblemáticos fuesen antes del Jueves Santo para así evitar las largas colas que se crearan con la llegada de turistas españoles. Tenemos la gran suerte de poder hacer siempre la semana entera y aprovechar los primeros días de vacaciones mucho más relajados y tranquilos. Sabemos que es París y que siempre hay turismo pero los cuatro días de Semana Santa cuando salimos todos en masa, es horrible intentar entrar a cualquier lugar.
Nuestra primera visita fue al Château de Versailles. Situado a unos 20 kilómetros del centro del París, es básico llegar a primera hora de la mañana, incluso antes de la apertura y antes de la llegada de los centenares de autocares de turistas japoneses que copan todo el recinto. Las taquillas abren a las 9.00 de la mañana cada día de la semana, excepto los lunes que está cerrado y el precio de las entradas depende de las zonas que queramos visitar. El Billet Château (18€) da acceso al castillo y a los jardines, siempre y cuando no haya espectáculo de agua y música en las fuentes del jardín y para un día de visita es más que suficiente. Si coincidimos con el día de espectáculo en las fuentes, es mejor comprar el Passeport de un día (20€) con el que podremos visitar castillo, jardines, Trianon y ver el espectáculo. A nosotros no nos informaron bien en las taquillas y solo pudimos ver el castillo, aunque con el gentío que había en la cola de los jardines, creo que no fue tan mala opción.
La visita del palacio transcurre principalmente por los Grand Appartement du Roi con estancias dedicadas a dioses griegos como Hércules, Venus, Diana, Marte y Mercurio. Pero la mayor muestra de la opulencia del rey Luis XIV, el Rey Sol, se alcanza en la Galerie des Glaces, un salón de baile de 75 metros de longitud con 17 espejos en un lado y al otro lado el mismo número de ventanas con maravillosas vistas a los jardines.
Claro reflejo de su gusto por el lujo y el despilfarro, Luis XIV, mandó construir un castillo que cuenta con 700 habitaciones, 352 chimeneas, 6300 pinturas, 200 esculturas y estatuas, 15.000 grabados y 5.000 accesorios y objetos de arte decorativos. Los jardines cuentan con 900 Ha de terreno con fuentes, bosques, invernaderos, canales y dos palacetes más, el Grand Trianon y el Petit Trianon.
Aprovechando el tiempo primaveral que nos acompañaba, hicimos un picnic a orillas del Gran Canal rodeados de domingueros que se acercan a estos jardines a remar, a pedalear o, simplemente, a descansar en el césped junto a familiares y amigos.
No llegamos muy tarde al camping, habíamos dejado solo a Scott en la caravana y queríamos sacarlo a dar un buen paseo por el Bois de Boulogne para compensarlo. Estaba atardeciendo y decidimos hacer los cinco kilómetros que separan el camping del Palais de Chaillot para ver el ocaso con la Torre Eiffel como fondo. La caminata valió la pena… no solo por la increíble vista desde lo alto de Trocadero, también por observar la cara de mi hija Ariadna al ver por primera vez la Torre Eiffel. Nunca olvidaré la expresión de su cara y las palabras que dijo mientras volvíamos al camping: “mama, es lo más bonito que he visto nunca“. Realmente le impresionó mucho.
Lunes 10 de abril
Segundo día en París, que mejor plan que ir a Eurodisney.
Dada la edad de Ariadna y que su fanatismo por las princesas Disney pasó a la historia, decidimos ir a Walt Disney Studios donde las atracciones nos parecieron más acordes a sus gustos y, porque no decirlo, a los nuestros. Además hace tres años que estuvimos en Disneyland Los Angeles y no ha pasado tanto tiempo como para haberlo olvidado.
Los parques abren a las 10 de la mañana y, como siempre recomiendo, hay que llegar pronto para evitar colas. En principio está prohibido entrar comida y obligan a consumirla en sus restaurantes, pero tampoco dicen nada si entras unos bocadillos y alguna botella de agua, bastante tienen ahora con vigilar que nadie entre explosivos y armas.
Para los que tenemos animales de compañía y viajamos con ellos es de admirar que tengan un servicio de cuidado de animales a 15€ por día. Es cierto que están en jaulas, pero puedes salir las veces que quieras a verlos y a pasearlos, les dan de comer y es recomendable que les lleves su camita para evitar que duerman sobre el frío metal de la jaula y para que se sientan más cómodos y seguros.
En un día normal, sin mucha gente, se puede disfrutar perfectamente de uno de los parques (sacar las entradas para los dos me parece un poco excesivo) y montar en la mayoría de las atracciones e incluso repetir alguna. Recomiendo fervientemente The Twilight Zone Tower of Terror, Rock’n’Roller Coaster avec Aerosmith, Rc Racer y Crush’s Coaster. Si tenemos tiempo de sobras, Ratatouille, una carrera en 3D, también nos hará pasar un buen rato.
Acabamos destrozados, pero Disney nunca defrauda.
Martes 11 de abril
Se vuelve a preveer un buen día, en cuanto a temperaturas se refiere.
El shuttle bus del camping nos deja en Porte Maillot, una de las estaciones de la línea 1 de metro, directa al centro de la ciudad y que tiene parada en muchas de las principales atracciones turísticas. También está a pocos metros de Charles de Gaulle Étoile donde se encuentra uno de los edificios más conocidos de la capital francesa, el Arc de Triomphe, construido entre 1806 y 1836 por orden de Napoleón Bonaparte para conmemorar la victoria en la batalla de Austerlitz.
Aprovechando la cercanía bajamos andando por los Champs-Élysées, la principal avenida de París, llena de tiendas de grandes marcas y diseñadores, y nos dirigimos hacia la rue Fabourg St. Honoré y la milla de oro, famosa por las tiendas de alta costura, las joyerías, los anticuarios y el Palais de l’Élysée, residencia oficial del presidente francés y donde pudimos ver un gran despliegue de seguridad ante la inminente salida de François Hollande junto con un mandatario africano que no supusimos saber de quien se trataba.
Volvemos a Champs-Élysées hasta el Gran Palais y el Petit Palais, ambos construidos con motivo de la Exposición Universal de 1900. A pocos metros, el Pont Alexandre III se alza sobre el Sena con una excesiva decoración art nouveau que, no obstante, lo hace ser el puente más bonito y famoso de París. Querubines, ninfas y caballos alados a ambos extremos, este puente se construyó también a tiempo para el mismo evento que los palacios cercanos.
Bordeamos el Sena dirección este hasta llegar a la Place de la Concorde, una de las más grandes de Europa y donde la guillotina tuvo un lugar privilegiado durante el siglo XVIII llegando a decapitar a más de un millar de personas incluyendo a Luis XIV y a Maria Antonieta. A la plaza se le dio el nombre actual cuando acabó el régimen del Terror, con la esperanza de que se convirtiera en un lugar de paz y armonía. El obelisco central fue instalado en el siglo XIX como regalo a Francia del virrey y pachá de Egipto, Muhammad Ali.
Muy cerca y en una ubicación privilegia, se encuentra la iglesia de La Madeleine. Es otro de los monumentos ineludibles que hizo construir Napoleón, un templo dedicado a la gloria militar con una columnata de columnas corintias de 20 metros de altura que rodea la iglesia. El interior está decorado con mármol y pan de oro y cuenta con algunas esculturas importantes.
En la parte posterior de la Place de la Madeleine, el paraíso gourmet Fauchon tiene, desde 1886, la sede de su primer establecimiento. Fundada por un vendedor ambulante, es hoy una de las tiendas de alimentos más glamourosas y apetitosas del mundo, siendo conocida como el supermercado de los ricos. Si pasáis no os de vergüenza entrar, los empleados son muy amables y si vais con niños seguro que os ofrecen algo para catar. Coincidiendo con la Pascua, nos ofrecieron un pequeño lote de chocolatinas aun sin comprar nada.
El barrio de Opéra rebosa de actividad, gran parte de su esplendor se conserva gracias a los grandes bulevares del trazado urbano construido en el siglo XVII y que continúan siendo lugar predilecto de parisinos y visitantes para hacer shopping o tomar un café. Pero el verdadero corazón del barrio es el suntuoso edificio diseñado por Charles Garnier para Napoleón III, el Palais Garnier que alberga l’Opéra de Paris y la Bibliothèque-Musée de l’Opéra. El edificio mezcla diferentes materiales y estilos, con abundantes columnas y esculturas en la fachada. Las escaleras de la fachada sur son un lugar ideal para descansar un rato mientras se observa pasar la vida parisina con algún músico callejero de fondo que ameniza la escena.
De nuevo en el barrio de Les Tuileries, la Place Vendôme es el ejemplo más sobresaliente de la elegancia parisina. En el proyecto original pretendía servir de sede a academias y embajadas, pero los banqueros trasladaron sus hogares aquí y construyeron mansiones albergando sedes bancarias y las más lujosas joyerías bajo las fachadas arqueadas. El Hôtel Ritz Paris también se ubica actualmente en uno de sus edificios, y no es raro ver vigilancia privada en los alrededores por la presencia de algún famoso que se aloja en él. En el centro de la plaza está la Colonne Vendôme, una columna de 43,5 metros de altura envuelta en una espiral de bronce de 160 metros de largo y decorada con bajorrelieves que conmemoran las victorias napoleónicas entre 1805 y 1807. La parte superior representa a Napoleón como si de un emperador romano se tratase.
Tres días en París y aún no habíamos probado los famosos macarons parisinos y para no quedarnos con las ganas de decir que hemos probado los mejores, compramos algunos de ellos en Ladurée, una pastelería de lujo considerada la inventora del macaron doble y que hoy en día se cuentan como los mejores del mundo. El macaron son unos pastelitos hechos con dos galletas y una crema de ganache entre ambas que no son solo una delicia para el paladar, su variedad de colores hacen que también lo sea para la vista.
Atravesamos el Jardin des Tuileries y llegamos al archiconocido museo del Lovre con su pirámide de cristal en el centro del patio principal y desde la que se puede acceder a todas las galerías. No era nuestra idea entrar, no somos grandes expertos en arte y dejar otra vez a Scott solo en el camping no nos hacia demasiada gracia, pero cual fue nuestra sorpresa al ver que esa tarde el museo permanecía cerrado por algún evento que desconocíamos, pero a juzgar por la seguridad debía ser importante. A pesar de nuestro cansancio tras callejear durante todo el día de arriba a abajo, nuestro instinto cotilla pudo más. Esperamos hasta que vimos llegar coches de alta gama de los que salían personajes importantes que se dirigían hacia el interior del Lovre. Averiguamos que era un evento del diseñador Louis Vuitton y Jeff Kons y a él asistieron modelos y actrices tan conocidas internacionalmente como Jennifer Aniston y Justin Theroux (por instagram nos enteramos que se alojaban en el Ritz, de ahí tanta seguridad), Catherine Deneuve, Cate Blanchett, Jennifer Conelly, Michelle Williams y Chloë Sevigny entre otras.
Se nos hicieron las nueve de la noche. Llegamos muy cansados al camping pero con la sensación de haber aprovechado el día al máximo.
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