Llegamos a la capital del país, Túnez. Solo tenemos un día, el último de nuestros "7 días en Túnez", para recorrer lo más importante, así que como puedes imaginar el paseo es ciertamente intenso y algo alocado aunque suficiente para hacernos una idea sobre esta ciudad, que mezcla el presente con lo pasado y representa la capital diplomática, política y cultural del país. Un buen nudo de carreteras y sus puentes en altura nos reciben al entrar en la ciudad con edificios altos y modernos que van perdiendo altura hasta llegar al centro de la ciudad.
Hasta que no entras en la Medina, tienes la sensación de no haber salido de Europa. Calles con tiendas de renombre, taxis, movimiento, un tranvía moderno. El ritmo es semejante a cualquier capital europea hasta que llegas a la "Place de la Victoria" y la puerta "Bab el Bhar", desde aquí todo cambia y nos adentramos en el enjambre de callejuelas de la parte vieja, donde casi no llega ni la luz del sol.
Seguro que recordáis la "Primavera Árabe". En enero del 2011 tuvieron lugar un buen número de manifestaciones que llevaron a Túnez a la actual democracia. La Torre del Reloj destaca en la Plaza del 14 de enero de 201, llamada así en memoria de esos días. La "Avenida Habib Bourguiba" se debe al nombre del Primer Presidente de la República y líder del movimiento de independencia.
Como en la mayoría de ciudades, los lugares de interés se muestran en su Medina y para llegar a ella recorrimos la Avenue Habib Bourguiba andando. Se puede decir que recorrimos desde el "Clock of Habib Bourguiba" hasta la Medina, pasando por todos aquellos lugares emblemáticos y muestra arquitectónica que recuerda a la Francia del siglo pasado en sus edificios.
Según avanzamos por el paseo central, vemos que los controles policiales son numerosos aunque pasan desapercibidos y forman parte de la normalidad. Caminando llegamos al "Teatro Municipal", un edifício de 1902 que sobresale por su fachada blanca de estuco le ha valido el sobrenombre de "el caramelo" entre los tunecinos.
Al finalizar el bulevar central, vemos el monumento a Ibn Jaldún, conocido por su obra sobre la Historia de los árabes que constituye un novedoso ensayo de filosofía de la historia y sociología. A su izquierda se puede observar la fachada de la "Catedral de San Vicente de Paúl", un buen ejemplo de la enorme diversidad de culturas que conviven en Túnez. Su fachada es una mezcla de moro, gótico y bizantino.
Seguimos andando y llegamos a la "Bab el Bhar" o puerta de Francia, que da entrada a la Place de la Victoire y a la Medina, un arco que perteneció a la muralla, que sirve de frontera entre la Medina y la Ville Nouvelle. Bajo el arco volvemos a ver una patrulla de Policía que vigila de forma constante dando seguridad a la zona y a los turistas.
Una fuente de chorros que sirve para refrescar el ambiente y un grupo de edificios con fachadas llamativas entre los que destaca el "Hotel Royal Victoria" son los últimos reductos de modernidad. Desde aquí entramos en la "Kasbah".
En la heladería bajo el hotel compramos agua fresca y nos disponemos a visitar la parte antigua de la ciudad de Túnez. Un pequeño mundo mágico que se pierde en el tiempo. Bullicio y retorcidas calles que dan personalidad al laberinto mejor conservado del país.
Es muy turística en algunos tramos y en otros es puramente tunecina. "La Medina de Túnez" es una de las más importantes del mundo y Patrimonio de la Humanidad desde 1979. En su centro buscaremos alguna terraza desde la que observar el "Minarete de la Mezquita Zitouna" y el cielo de Túnez.
En el interior de la Medina, sin demasiada orientación, vamos pasando por lugares interesantes como el "Souk El Attarine", la "Madrasa Slimania" y un buen número de tiendas enormes de artesanía en las que abundan los trabajos de orfebrería, el cuero y los mosaicos de innumerables formas y colores. En contraste, llaman la atención las pequeñas tiendas de especias y perfumes que inundan todo con sus aromas.
Las calles son tan estrechas que no llegamos a ver el "Minarete de la Mezquita Zitouna", que se encuentra temporalmente cerrada y solo podemos rodearla y observar sus contorno y puertas y ventanas decoradas. Es costumbre subir a "Las Terrazas" desde donde es posible su observación con tranquilidad, aunque tenemos que acceder a través de una de las tiendas de artesanía, nadie nos obliga a comprar y nos tratan con enorme amabilidad. Un buen número de edificaciones bajas tienen en su azotea distintas decoraciones con azulejos que las convierten en un verdadero museo.
Detrás de la "Mezquita Zitouna" nos llamó la atención un Minarete octogonal que sobresalía de los edificios de alrededor. Se trata de la "Mezquita Hammouda Pacha", construida en 1655 es la segunda mezquita construida por el rito o escuela Hanafi en Túnez. Seguimos paseando ya de vuelta parando en infinidad de rincones especiales.
Algunos de los rincones de la Medina están muy deteriorados y representan perfectamente el paso del tiempo. Los tunecinos lo mantienen perfectamente limpio y caminar por ellos te traslada a otro mundo, más escondido pero más autentico.
De vuelta el hambre hacia su aparición y fue fácil recurrir a los dulces para aplacarlo de momento hasta la comida. En los bazares los puestos de dulces y dátiles son muy comunes y sus propuestas están riquísimas. Terminamos nuestro paseo deteniéndonos a mirar la exposición de miles de puertas especialmente pintadas y decoradas como para llamar la atención de los turistas. Todo un espectáculo de color.
Salem, nuestro guía y Nauwi el conductor del autobús nos esperan junto a la Puerta de Francia. Nos marchamos a comer, e inmediatamente sin descanso, la visita al "Museo del Bardo". Además de ser el museo con mayor número de mosaicos romanos del mundo, con más de 100 años de historia, tiene un patrimonio enorme y está enclavado en el antiguo Palacio del Bey.
Mosaicos de Cartago, Sousse y Dougga, piezas de arte cristiano, islámico, lírico, púnico y otros, que bien merecen un artículo aparte: