..y cuando por la calle pasa
la vida como un huracán,
el hombre del traje gris
saca un sucio calendario del bolsillo
y grita:
¿quién me ha robado el mes de abril?
Cuando éramos sabios enanos -porque lo fuimos- cantábamos números en el micro(bus) para esclarecer, con cuerda gracejada, su sentido. Porque yo me preguntaba:
¿Qué sentido tienen
en la pared
en las muñecas
en los pasos
de los mayores?
Y así fuimos altavoz, oleaje de brazos, prolegómeno de los cuadernos Santillana:
¡......Y nó dieron las dié y la onseee lah dose y la unnna y la dó y la tréeeee nana na nanino náaaala lunaaaaaa....!
Sonrisas en el pasado del ahora.
Ahora recuerdo y comprendo el oráculo. Fui también número sonámbulo, explorador transoceánico, astronauta que
a veces sí,
a veces no,
alunizaba en una sonrisa.
Y que sigo preso en esa jaula que reventó mis sesos. Por eso yo lanzo una letra sin pagos ni cambios a las estrellas, una pregunta longeva, eterna. Una pregunta rotativa, inmensa. Una pregunta que suena así: ¿quién me ha robado el mes de abril?