en un blog dedicado a hablar de las personas no se podía pasar por alto esta noticia: durante este fin de semana nacerá el habitante 7000 millones del planeta.
Es una cifra lo suficientemente alta como para no pasar desapercibida, un número que diluye nuestra individualidad entre tanto cero. Si somos tantos será por algo, digo yo que habrá algo que compensa en todo esto, si no fuese así hace tiempo nos habríamos extinguido. Esta claro que cuando estamos juntos tenemos una clara tendencia a multiplicarnos, esto explica que la mayor parte de las personas viva en ciudades atestadas de cada uno de nosotros.
Las ciudades son parte de la explicación de este crecimiento de la población del planeta. A medida que nos hemos ido concentrado en las ciudades el número de interacciones humanas se ha incrementado exponencialmente, y buena muestra de ello son esos 7000 millones. Más personas es lo mismo que más cerebros, más cerebros conducen a una mayor capacidad para pensar e innovar, y fruto de esta secuencia lógica resulta nuestro mundo. Obviamente tiene cosas buenas y malas, prefiero pensar en las buenas pero no puedo pasar por alto las no tan buenas. Somos depredadores natos, y esa característica nos ha llevado a consumir nuestro mundo como si fuera un cigarrillo. Recursos limitados que no llegan para abastecer al ansia humana por tener y consumir. Esto ha generado tensiones entre los que tienen y los que no tienen, y ha sido el resultado de todo tipo de disputas, desde las grandes guerras, a simples discusiones de trabajo.
El hecho de habernos multiplicado deja patente nuestro carácter social. Somos animales que necesitamos de la comunidad para vivir y sobrevivir. Lo curioso del tema es que esa tendencia socializadora hace que surjan mil formas de ver y entender el mundo. Diferentes visiones dan a lugar a todo tipo de tensiones que nos convierten en seres menos racionales de lo que parecemos ser. Es nuestra irracionalidad la que guía estas relaciones sociales traducidas en egoísmo, envidia, rencor, ira y otras formas de sentir que hacen que el equilibrio del grupo sufra en pos de las necesidades del individuo. En un mundo que sufre de sobrepoblación, este hecho supone un verdadero problema para mantener el tan necesario equilibrio.
Si somos más, tenemos la obligación de pensar en los demás. Si tenemos lo mismo para compartir con un mayor número de personas, es evidente que tendremos que buscar la fórmula de reducir esas diferencias que generan tensiones letales. Debemos construir un individuo mejor, una persona que a través de su identidad sea capaz de integrarse en la globalidad. Este hecho no pasa por tener menos, lo que verdaderamente necesitamos es tener mejor. Cuando sabes tener es menos probable que todo ese flujo irracional que conduce a las tinieblas de las emociones guíe tus actos. Nuestra naturaleza social posee el secreto de la convivencia armónica, esa que utilizamos con quienes conocemos y queremos pero que tan poco usamos con el resto del mundo.
Sé que el post suena a un declaración de intenciones imposible, un sueño difícil de alcanzar y que queda lejos de nuestra capacidad de acción. Pero como dice el famoso eslogan de Adidas: Impossible is nothing. ¿Si yo cambio, en qué cambia el resto del mundo?. El poder de una ación es exponencial cuando ésta está guiada por la autenticidad de las intenciones. Si eres lo suficientemente hábil para inspirar con tus actos, entonces éstos nunca morirán en el olvido, ellos serán los causantes de una marea interminable. Básicamente consiste en ser un poco menos yo y un poco más nosotros.
Si conseguimos que el número de interacciones entre las personas sea positivo, será más probable construir una sociedad cada día más grande sin que ello suponga la causa de una convivencia cada día más difícil. Convivir es vivir, ¿y tú cómo quieres vivir?
Bienvenido ciudadano del mundo 7.000.000.000!!!.
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