Revista Cultura y Ocio

75º Aniversario del estreno de ‘Lo que el viento se llevó’

Por Gomezbelda

Tema: Tema principal de Lo que el viento se llevó (Max Steiner)

Atlanta, 15 de diciembre de 1939. Una nerviosa multitud se agolpa a las puertas del hoy irreconocible Gran Teatro Loews, que incorpora un peculiar atrezo que recuerda poderosamente a los porches de las grandes mansiones del Sur. El visitante accidental que no sabe qué sucede se queda igualmente contrariado cuando ve cómo las principales avenidas de la ciudad están decoradas con numerosas banderas de la Confederación. De repente, una limusina se detiene ante el teatro, una mujer de asombrosa belleza baja de la misma y una banda de música interpreta los acordes de I Wish I Was in Dixieland. Es Vivien Leigh y en unos instantes se producirá el estreno de Lo que el viento se llevó.

La cinta, considerada una obra maestra del cine, está basada en la obra homónima de Margaret Mitchell y narra una apasionante historia de amor y honor con el telón de fondo de la Guerra Civil. Lo novedoso de la narración es que sitúa la acción en el Sur, concretamente en una familia terrateniente fuertemente vinculada con la causa de la Confederación. De este modo, Hollywood daba voz a los derrotados de la contienda, que habían sido objeto de una fuerte caricaturización en la cultura del Norte y que ahora contaban una visión de la realidad sureña que echaba por tierra los tópicos establecidos.

Buena parte de la responsabilidad del éxito del mensaje subyacente a la película fue la actuación estelar de la ya mencionada Leigh y del no menos ilustre Clark Gable, cuyo personaje, Rhett Butler, se convirtió rápidamente en uno de los más queridos de la gran pantalla. Desde luego, pocas mujeres podrían resistirse a los encantos de un galán sureño sin más banderas que la ambición pero que acaba enamorado de dos amantes muy exigentes: Scarlett O’Hara y el Sur. Leslie Howard, Thomas Mitchell, Hattie McDaniel y Olivia de Havilland completan un reparto de auténtico lujo que llegó a estar capitaneado por cinco directores distintos, aunque sería Victor Fleming quien acabaría figurando en el cartel promocional.

La historia nos trasladad a mediados del s. XIX, más concretamente a una opulenta familia terrateniente cuya hija, Scarlett O’Hara, no tenía más ambición que contraer matrimonio con la persona apropiada para conservar su privilegiada posición. Hasta tres hombres darán su apellido a una mujer a la que no parecía afectarle la férrea moral social. Encaprichada con un hombre al que no puede tener, Ashley Wilkes, marido de su prima, O’Hara parecía completamente ajena al drama que se avecinaba en el país, pensamiento diametralmente opuesto al de Rhett Butler. Escéptico sobre las posibilidades del Sur en la guerra y muy cínico con el entusiasmo generalizado, Butler se queda prendado de la belleza de O’Hara y, por qué no decirlo, de su irreverencia e independencia.

En paralelo con el desarrollo de la contienda, ambos personajes irán entrelazando sus destinos para crear una de las historias de amor más recordadas del cine. La película alcanza su punto culminante con una escena imborrable, la de Butler impecablemente vestido despidiéndose de O’Hara con un contundente ‘francamente querida, me importa un bledo’ y perdiéndose entre la bruma dando por hecho que su mundo se había derrumbado. Tan simbólica secuencia acaba con la desesperada mirada de la protagonista del film a la cortina de humo que engulle a su marido y derrumbándose en las escaleras. Ahí acababa una historia de amor y nacía un mito que en su setenta y cinco aniversario mantiene el vigor del primer día.

La trascendencia de Lo que el viento se llevó obedece por tanto a muchos factores. Por un lado, la calidad técnica de la cinta está fuera de toda consideración y fue reconocida con trece nominaciones a los premios Oscar y diez estatuillas (sorprendentemente, ni Clark Gable ni el compositor de la espectacular banda sonora, Max Steiner, fueron premiados). En 1940, casi la mitad de los estadounidenses que fueron al cine vieron la película, lo que la convirtió en la más taquillera de la historia, récord que sigue ostentando si actualizamos la recaudación con la inflación acumulada durante todos estos años. Paralelamente, se trata de una historia peculiar, donde no encontramos a los clásicos Romeo y Julieta sino a dos personajes difíciles de amar pero imposibles de olvidar. Por eso, celebramos su septuagésimo quinto aniversario sabiendo que, al fin y al cabo, mañana será otro día…


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