Les puede sonar rara esta afirmación, pero es rigurosamente cierta.
La resolución del trauma psicologico o emocional que está instalada en nuestro ideario pasa por hablar de lo que le sucedió a la víctima. Por afinar sus habilidades de introspección y desarrollar un arduo trabajo de exploración interior que le permita sacar a la luz una narración lo más detallada posible de suceso que le sobrepasó. Son muchas las referencias freudianas que ya están atornilladas en nuestro inconsciente (nunca mejor empleado el término); muchas las suposiciones sobre cómo se desarrolla la psicoterapia (desde el diálogo facultativo-paciente del modelo médico a todas las películas dedicadas al asunto por el amigo Woody Allen) en que el proceso consiste, básicamente, en que el paciente hable de lo suyo.
Igual de sorprendido que (deben estar) ustedes, estuve yo cuando escuché hablar de las terapias somatosensoriales. El palabro no es excesivamente intuitivo, pero hace referencia a que la materia prima con la que se trabaja es el cuerpo, no la mente. El terapeuta interviene con las sensaciones corporales, no con la cognición. En palabras de Pat Odgen, reputada terapeuta especializada en esta propueta: "El trauma se instaura en el cuerpo primero. Incluso las emociones son secundarias. Cuando te caes por unas escaleras, te agarras a la baranda al instante, antes de que la señal llegue al cerebro, antes de que salten las emociones correspondientes".
Los recuerdos asociados al trauma son almacenados en la memoria implícita que es, por decirlo de alguna forma, una memoria oculta en la que se almacenan impresiones sensoriales automáticas y no conscientes. Estos recuerdos tienen la (desagradable) peculiaridad de surgir en la mente del paciente con la cualidad de que están sucediendo en el momento presente, en el ahora.
Suelen ser estimulados por señales no semánticas, en las que no median las palabras, no aparece el lenguaje verbal, y que por tanto, no están indexadas, no están integradas con aspectos contextuales de la memoria autobiográfica. Es como si aquel suceso no hubiera sido anotado en la agenda de sus vidas, a pesar de haber sucedido. Como si hubiera quedado suspendido en algún inescrutable lugar de nuestra mente en que no existen las coordenadas espacio-temporales.
Se manifiestan en conductas no verbales como gestos, postura, prosodia, expresiones faciales, mirada y afectos. Al no ser tenerlas etiquetadas en un día concreto, con alguien específico, en un lugar determinado en que sucedieron (es decir en el pasado y en un lugar diferente) dejan a la persona a merced de emociones desreguladas, sensaciones físicas molestas, imágenes intrusivas, dolores, olores, constricción y embotamiento.
Pues bien, las terapias somatosensoriales, abordan el trauma centrándose en identificar estas sensaciones, emociones, acciones,... que atribulan al paciente. Y lo hacen así por que han constatado que no todos los trauma suceden cuando tenemos desarrollada la habilidad de hablar, o bien por que el trauma puede ser perfectamente inaprehensible por el damnificado. Les recuerdo que esta es una de las características del trauma: su caracterinefable.
En una entrevista con la mencionada Odgen, comentaba que cuando empezó a trabajar con mujeres violadas, a pesar de disponer del nutrido repertorio de herramientas terapeúticas que aprendió en la facultad, no funcionaban. No solo eso, en más de un caso, sus pacientes parecían empeorar (por efecto de la retraumatización, esto es, abordar el trauma sin estar preparada para manejarlo).
A partir de aquí, se centró en un aspecto concreto de este tipo de sucesos: El trauma se concentra en la energía no descargada por el cuerpo en su intento de afrontar la situación amenazante. Sus intervenciones terapeúticas se dirigieron, pues, a esas estrategias de afrontamiento que la persona no ejecutó; a esa energía que no se descargó y quedó retenida en el cuerpo.
Peter Levine, otro no menos destacados terapeutas en este área, afirma con rotundidad: "Los síntomas no los produce el trauma en sí, si no la energía residual de la experiencia no descargada del cuerpo". La señora Odgen, por otra parte, incide en esta misma línea: "Las heridas traumáticas nacen no de la experiencia del trauma en sí, sino de las acciones y emociones no resueltas en respuesta a ese trauma."
La terapias somatosensoriales sirven para abordar e integrar el trauma. Algunas de ellas confían más en la sabiduría innata del organismo para la autosanación y otras, más estructuradas, trabajan con el reprocesamiento de las memorias traumáticas, pero la lógica a la base de todas ellas no admite discusión: de poco sirve arreglar el tejado o los pilares del edificio si antes no reparamos los cimientos.