Un día decidió que iba a cambiar el mundo. Poco antes había descubierto que era un niño robado, hijo de padres desaparecidos por la dictadura.
Repasó mentalmente lo que tenía que hacer, y, tranquilamente, se vistió. Salió a la calle por el itinerario previsto, y, cuando se cruzó con aquel hombre con bigotillo, ya mayor, vestido de traje, simplemente le disparó. “La historia dicta su juicio de muchas maneras”, se dijo.
Había ajustado parte de las cuentas, y había cambiado su parte de mundo.
Luego, simplemente, también se desapareció.
En la nota que dejó para su hijo solamente decía: “a tí también te toca cambiar tu trozo de mundo. Hazlo”