Ocho años. Ni más ni menos. Y un año extraño este 2010, en el que La Cárcel casi ha estado en barbecho. Cosas de la paternidad recién estrenada, ya saben ustedes, que el pequeñajo que me ronda desde hace poco más o menos un año me ha cambiado prioridades y tiempos. Como debe ser, todo sea dicho, pero no puedo evitar tener cierto sentimiento de culpa por no poder estar al pie del cañón en esta ventanita informática que me acompaña desde hace ya ocho años y en la que tantos y tantos amigos he hecho. Supongo que, poco a poco, la cosa se normalizará, que yo podré volver a leer tebeos, nunca al ritmo de antes, seguro, pero por lo menos la torre kilométrica de lecturas pendientes bajará y yo lo mostraré por estos lares. No podré ya, también estoy seguro, volver a esos ritmos de varias actualizaciones al día, pero las cosas cambian, no hay mal que por bien no venga y los micropost que puedo hacer desde el móvil son una buena forma de seguir ahí. Veremos, eso sí, qué pasa con los muchos, muchísimos proyectos pendientes, algunos creo que ya imposibles, otros que pueden suponer cambios importantes en el blog… ya veremos.
Pero, sobre todo, gracias por estar ahí estos ocho años y aguantar ahí pese a que servidor esté más en otras cosas.
Gracias.