Cuando tu trabajo se haya transformado en lo único y lo más importante de tu vida, esa es la señal inconfundible de que ha llegado el momento de abandonar tu trabajo” (Enrique Arrojo).
Con esta frase proverbial de uno de nuestros mejores gurús nacionales en management directivo, se recoge a la perfección lo que un número creciente de directivos sienten respecto a un trabajo que llega a obsesionarles y obnubilarles el juicio.
Presentar una adicción al trabajo no suele constituir un problema en una sociedad que exalta la dedicación al trabajo como una de las virtudes más apreciadas. El éxito profesional requiere el esfuerzo continuado, y la persona que busca con ahínco y tesón alcanzarlo a cualquier precio, es normal que sacrifique su tiempo con vistas a alcanzarlo.
La verdad es otra. La adicción al trabajo no es sino un apego patológico al trabajo, no con el objeto de alcanzar metas o rendimientos profesionales superiores sino con el objeto de “huir hacia adelante” mediante el, y, de este modo, evitar conflictos psicológicos internos o compensar otros.
El problema no es el número de horas que el workahólico trabaja o los resultados que espera obtener por su comportamiento laboral, sino el modo en que se termina alienando utilizando para ello su propio trabajo.Por eso workahólico no es meramente aquel que trabaja muchas horas, sino quien instrumentaliza psicológicamente un trabajo como forma de evitar o compensar importantes problemas psicológicos no enfrentados correctamente.
La negación es un mecanismo de defensa habitual en todo tipo de adictos. También en el caso de los workahólicos. La negación y las racionalizaciones habituales de los adictos al trabajo les conduce a algunas justificaciones que se dan para no reconocer que realmente tienen un problema:
- Nadie dijo que no fuera duro.
- La gente trabaja mucho, tanto como yo.
- Hay que ganarse la vida.
- Esto es puntual, estamos en una fase de trabajo que pasará pronto.
- Solo soy alguien responsable de su trabajo
- Me encanta y disfruto trabajando, soy feliz haciendo lo que hago.
- Prefiero trabajar a perder el tiempo en otras cosas (ocio, televisión, salir, etc…)
Muy pocos workahólicos suelen admitir que tienen un problema y menos aún se hacen ayudar por especialistas. Cuando lo hacen, solo pretenden que se les alivie de los efectos de la adicción al trabajo, pero no suelen querer eliminar realmente la causa de su problema, que ellos estiman insoluble.
Quienes los asistimos psicológicamente en su problema solemos recibir generalmente peticiones para trabajar problemas psicosomáticos o sociales (como por ejemplo los problemas de pareja), con una enorme resistencia a reconocer el problema de la adicción laboral.
Fuente http://www.psicologosorganizacionales.com/2008/10/8-de-cada-100-directivos-son-adictos-al.html