No es fácil escribir en el día de hoy. Al menos no para mí. Hay muchas cosas que quiero decir y que no sabría cómo expresar. Podría escribir un texto en el que nos empoderara a nosotras.
Las que sé que me leéis (porque me lo habéis dicho alguna vez) no necesitáis que os hagan sentir valiosas y poderosas-al menos no hoy-, porque ya hay miles de mujeres que lo han hecho mejor de lo que podría hacer yo. Vosotras me empoderáis a mí, sinceramente.
En días como hoy siempre me apetece escribir para toda esa gente que sé que no me lee pensando que va a encontrarse algún manifiesto " feminazi" y eso con ellos no va. Es una pena.
Lo que no va con nosotros es tener que estar buscando maneras de que los que no quieren ver, vean. Porque ya no es una cuestión política -como muchos piensan-, es una cuestión de derechos humanos básicos. De que todos somos iguales y al mismo tiempo diferentes, y de que en las diferencias está la belleza.
Mi padre me decía de pequeña "DIFERENCIATE, no seas como los demás".Y aunque él no pensaba en las diferencias que ahora me vienen a la mente, escribiendo esto, sé que tenía razón. Que son las diferencias las que nos hacen humanos. A pesar de que haya individuos que quieran deshumanizar la libertad, a causa de su etnia, preferencia sexual, identidad de género o cultura.
Hace poco tuve una discusión con una amiga (con ella todas las discusiones son enriquecedoras, no violentas como sugiere la palabra) sobre la manera que tienen algunas personas públicas de mostrar su visión del feminismo. Ella defiende que "feminismo" es algo más que la definición del diccionario y tiene toda la razón del mundo. El diccionario no ha sido nunca nuestro mayor aliado, teniendo en cuenta que está formado en su mayoría por señores que dejan entrar a mujeres porque es lo que toca, no por otra cosa. Pero siempre hay que tener en cuenta a quién diriges la palabras cuando intentas hablar: no puedes comunicarte con alguien que no habla tu idioma, pero por eso aprendemos otras lenguas desde pequeñitos.
Las mujeres hemos tenido que luchar desde siempre para ser siquiera consideradas, y ya ni quiero pensar en ser consideradas al mismo nivel que nuestros compañeros. Y muchas veces no nos damos cuenta porque estamos tan acostumbrados a que sea así que nunca lo hemos puesto en duda.
Pero, precisamente por todo lo que nunca hemos puesto en duda hasta que lo hemos visto claro, tenemos que ser conscientes de que no hemos recorrido todo el camino, ni nosotros ni quienes nos acompañan. De que no todo el mundo va al mismo ritmo. De que no hay feminismo donde no hay hermandad o donde hay violencia y, donde se dice lo contrario, mienten.
Una profesora que tuve en la universidad, a la que sigo admirando profundamente, dijo en una de sus clases que el feminismo es uno de los pocos movimientos junto con el pacifismo que nunca ha sido violento.
Pero también es un movimiento empático y que sigue evolucionando. Que no se suscribe a ningún partido político y que depende de nadie.
Las mujeres son el 51% de la población y aún tenemos que luchar por cosas básicas -que puede que nos afecten directamente o no- que muchos consideran que no son necesarias. Y aún tenemos que pedir que nos hagan caso, que piensen en sus madres, en sus hermanas, en sus novias... Y no es justo.
¿Nunca habéis vuelto la vista atrás y visto vuestros comportamientos con una mueca de dolor? Porque yo sí. Y soy consciente de que cientos de cosas que hago ahora veré dentro de unos años con la misma sensación.
Esperemos que todos aquellos que ahora rechazan la palabra feminismo, entiendan pronto por qué están equivocados.
La vida es un camino y todo lo que la compone lo es también. Por eso tenemos que estar siempre dispuestos a dar el siguiente paso.
¡Feliz día de la mujer trabajadora!