Ayer 8 de Marzo se celebró el día internacional de la mujer, lo que antes se denominaba el día de la mujer trabajadora, hoy en día esa denominación ha caído en desuso, vaya usted a saber porqué, quizás por las connotaciones reivindicativas que conllevaban rememorar a aquellas 146 mujeres trabajadoras que murieron cuando se encerraron en una fábrica textil de Nueva York para reivindicar sus derechos y se desató un incendio en la mencionada fábrica, que estaba cerrada a cal y canto por el dueño para evitar los robos. No pudieron huir y fallecieron en el suceso. En casi ningún medio se hablaba ayer del origen de este 8 de Marzo.
Precisamente, por este día de la mujer, he recordado el amor por las flores que hay en Hungría. Recuerdo que cuando estudiaba en Szeged, los días que salías por la mañana de casa y veías a casi todos los chicos por la calle con flores en la mano, más te valía correr a una floristería. Aunque no supieses exactamente qué se celebraba. El 8 de Marzo era uno de estos días, en los que había incluso voluntarios regalando flores en el centro de las principales ciudades húngaras. Y también recuerdo cómo los chicos de mi clase y yo les pedíamos unas cuantas, para regalar a las chicas y profesoras de nuestra facultad. Otra costumbre muy arraigada en Hungría es regalar flores a los profesores en el último curso de la carrera o del bachillerato, visitándoles en sus despachos o incluso en sus casas, en una tradición llamada ballagás, en agradecimiento por sus conocimientos y esfuerzos docentes. Como decía, aquí cualquier razón es buena para regalar flores.
Y es que en Hungría, cualquier ciudad (y no digamos ya Budapest) o pueblo grande está lleno de floristerías. Hungría es el país de las flores. No hace falta que sea el día de todos los santos para que los cementerios se llenen de flores, como en España. En Hungría casi cualquier día del año los cementerios están igual de floridos. La amplia tradición de celebrar el día del santo (en húngaro névnapot, traducido como "día del nombre") es otro buen motivo para regalar flores. No hablemos ya de San Valentín o los cumpleaños.
Pero quizás lo más sorprendente es que la mayoría de los años, el 8 de Marzo, la policía húngara para a las mujeres que van conduciendo o en bici y cometen una infracción menor, y en vez de multarles les regalan flores. Sí, habéis leído bien. En vez de multar, dan flores. Cosas que en España son difíciles de imaginar. Este año no ha sido una excepción. La policía paró a varias mujeres en el bicicarril de la calle Oskola de Szeged (un lugar muy habitual donde se ponen por las noches a multar a todo quisqui que va en bici sin luces) por no llevar los obligatorios reflectantes en la bicicleta. En lugar de multarlas, les regalaban un reflectante para la bici y además un tulipán, perdonando la multa. Os dejo las fotografías que publicaba el diario húngaro Delmagyar: