El día de la mujer trabajadora, no debe perder su carácter combativo, de hecho esa debería ser su principal característica. En este sentido hay quienes sacan pecho y muestran una aparente progresía que, en realidad, esconde a menudo una repugnante condescendencia, porque aún hay quienes conciben a la mujer como el sexo débil. Sin embargo, cualquier ser humano que pueda soportar los dolores de un parto, no creo que deba de ser catalogado de débil. A pesar de ello, es cierto que los hombres a lo largo de la historia han generado una situación de desequilibrio entre el varón y la mujer. Por ese motivo, en la actualidad, con la intención de lograr un reequilibrio, hay que apostar por potenciar el papel de la mujer en la sociedad, y por ese motivo la normativa debe de avanzar en esa dirección.
No obstante, hay algo que se viene observando recientemente y es la intención de eliminar de este día la condición de “trabajadora”. Tanto en la webs del Partido Popular, como en la del PSOE, se leen proclamas parecidas acerca del “día internacional de la mujer”. Este matiz conviene denunciarlo, y conviene hacerlo porque es deshonesto tratar de minimizar cualquier hecho histórico, como los que propiciaron este día; lo cual, además, tiene un objetivo determinado. No se trata de utilizar este día como arma arrojadiza del juego político, sino de desenmascarar a los que lo hacen.
La web del Partido Popular dedica unas líneas a una, aparentemente, inocente introducción histórica del día en cuestión. Empero, se aprecia en ellas la intención clarísima de desvincular al movimiento obrero de esta festividad, como si no tuviera nada que ver. Así pues, reduce todas las metas históricas de las mujeres a una mera subida salarial. Con esta banalidad se vacía de contenido el día. Frente a ello este artículo no pretende realizar una glorificación del movimiento obrero en relación al 8 de marzo, pero si es justo reconocerle cierta importancia en el mismo.
El 8 de marzo es un día que encierra una historia social muy compleja, que tiene como protagonista absoluto a la mujer. Los orígenes del 8 de marzo deben de buscarse, por mucho que duela a los partidos conservadores, en el Partido Socialista Norteamericano (PSN). Este partido desde 1908 venía realizando unas jornadas políticas conocidas como Women´s Day. Dichas jornadas venían motivadas por una lucha obrera y política (por la conquistas del sufragio femenino. En 1909 el PSN acuerda que cada año, el último domingo de febrero, se celebren estas jornadas. La idea tarda poco tiempo en exportarse a Europa.
Sin embargo, ese mismo año se lleva a cabo en Nueva York, la gran huelga de las obreras de la Compañía de Blusas Triangle. La cual tenía un abanico de peticiones laborales y políticas, pero también de otra índole como la sensata petición de que la empresa habilitara unas salidas de emergencia y que se prohibiera cerrar las puertas durante la jornada laboral. Fracasada la huelga, dos años después, es cuando tiene lugar el tristemente famoso incendio, cuyas consecuencias dramáticas pudieron atenuarse si se hubieran satisfecho las demandas anteriormente citadas. Es en ese momento cuando la Liga Nacional de Mujeres Sindicalistas emprendió una campaña para tratar de evitar que dolorosos acontecimientos como éste no se volvieran a repetir.
Al margen del duro incendio, en Europa, año a año, el día iba cobrando nuevo significado y cogiendo más fuerza. Es ya en 1914 cuando el 8 de marzo se realizan varios actos en Suecia, Francia y Alemania. Precisamente ese año en Alemania, y el siguiente en Oslo, tienen un carácter de oposición a la Primera Guerra Mundial. Lo cual como es bien sabido, coincidía con la postura de los partidos comunistas, que entendían el conflicto como una guerra entre capitalistas. Pero, fue definitivamente el 8 de marzo de 1917 en Rusia, cuando las mujeres salen a la calle pidiendo pan y el regreso de los combatientes, coincidiendo también con la postura del Partido Bolchevique. De modo que, una vez la Revolución de Octubre se encontraba plenamente asentada, Alexandra Kollontai (Comisaria del Pueblo para la Asistencia Pública) logró el reconocimiento oficial del 8 de marzo por parte de la Unión Soviética, convirtiéndose tal día en festivo.
Efectivamente, esto es una pequeña radiografía de un breve esquema de algo tan enorme como es el origen histórico de 8 de marzo. En cambio, si que permite dejar una cosa clara y es la relación del movimiento obrero con esta festividad. Movimiento donde militaban, en sus distintas organizaciones, las mujeres que consiguieron dotar a este día de una importancia histórica. Y que, en mi humilde opinión, creo que ellas no lo concebirían sin el adjetivo de mujer “trabajadora”. Puesto que sus reivindicaciones eran políticas, sociales y laborales.
Resulta pueril apartar el movimiento obrero, como si éste no tuviera nada que ver con el 8 de marzo; como si la lucha de clases no hubiera sido el motor de la historia. Ahora parece ser que es una festividad carente de significado, rodeada de cierta parafernalia reivindicativa, que no son más que meros adornos formales que jamás cuestionarían los cimientos de una sociedad patriarcal, la cual se escandalizaría si escuchara hablar de, por ejemplo, poliandria. A lo cual debemos preguntar: ¿por qué?
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