Revista Cultura y Ocio
8 días en Nueva York. Día 8: una mañana para despedirnos de Manhattan
Por Tienesplaneshoy @Tienesplaneshoy
Últimas horas en Manhattan, el Hotel del Terror tenía una cosa positiva esperándonos, y es que tiene una consigna en dónde podemos dejar las maletas hasta la hora de partir.
Lo hemos dicho en algunas ocasiones, pero en nuestro caso los traslados, tanto de ida o vuelta al aeropuerto, los teníamos contratados. Así que, sabíamos que teníamos que estar a cierta hora en la puerta del hotel para que nos llevaran hasta allí.
Dejamos las maletas en la consigna, previo pago, con un poco de miedo, porque eso era como una oficina de objetos perdidos, pero ya a esas alturas había que confiar. Y fue bien, la verdad.
Ubicación en Google Maps
En la última mañana solo nos planteamos pasear, y pasear, y pasear. Casi era como despedirnos de todos esos lugares que nos habían dado tan grandes momentos.
Tenemos muchísima suerte, porque a pesar de haber bajado las temperaturas amanece un día soleado precioso, que parece iluminar todo para que aún nos de más pena volver.
Desde nuestra llegada una semana antes el Midtown ha sufrido alguna transformación. Halloween está mas cerca y se empiezan a ver calabazas por muchos más lugares.
Realmente nos dedicamos a hacer un recorrido muy similar al de nuestro primer día, pero ahora de otra manera. Mucho más tranquilos. Nos hacemos muchas fotos personales, divertidas. Vemos los mismo sitios que habíamos contemplado, cuando estábamos recién llegados. Y nos damos cuenta de que no nos parecen ya tan grandes, ni nos imponen tanto, pero nos encantan más…
La 5th Av. vuelve a convertirse en protagonista, la paseamos a un lado y otro. Nos acercamos a la Biblioteca, de nuevo, para sentarnos en sus sillas, para dejarnos invadir del ambiente del lugar.
Es curioso, una vez más nos encontramos por allí a la pareja que conocimos en el barrio de Harlem cuando fuimos a la misa Gosspel. Tan grande que es esta ciudad y en una semana nos hemos encontrado en tres lugares diferentes. Charlamos un rato y continuamos nuestro paseo.
Llegamos a Columbus Circle, ubicada en la interseción de Broadway, la 8th Av. y Central Park Street, esa plaza a la que llegamos días antes cuando la luz caía y casi no vimos y de gran importancia en Nueva York.
En este último día la podemos observar bien. El centro lo preside una escultura de Cristobal Colón a raíz de la celebración del cuarto centenario del Descubrimiento de América, y a quién está dedicado este lugar.
Es curioso que son los italianos los que aportaron la columna de granito y los que son protagonistas cada 12 de octubre de la celebración. De hecho, el Empire State se tiñe de los colores de la bandera italiana.
Esta plaza es donde se encuentra el km 0, para medir las distancias de los destinos a Nueva York.
En la entrada que os mencionamos esta plaza os adelantábamos que os fijarais dónde apunta el dedo de Colón. A diferencia de casi todas las que hay sobre él, ésta no tiene el dedo apuntando, lo tiene abajo, ya que no tiene que señalar “Las Americas” porque ya está en ellas.
En la plaza destaca, a los pies del Hotel Trump, la Bola del Mundo que seguro que habréis visto en numerosas ocasiones. En esta plaza también está una de las entradas a Central Park.
Continuamos con el paseo, retrocedemos por Broadway. La mañana sigue avanzando y nuestra mirada intenta retenerlo todo en los último momentos.
Times Square vuelve a nuestras vidas, lo primero que vimos y será de lo último que veremos hasta la próxima ocasión (cuando llegue). Curiosamente, no es un rincón que nos apasione, pero por cosas del destino acaba convirtiéndose en apertura y cierre de nuestra estancia de Nueva York.
Nos quedaron tantas cosas… ¡Y nos llevamos muchas más!
En el aeropuerto empezamos a pensar en el jet lag que vamos a vivir. En esta ocasión hay que intentar dormir todo el viaje para que cuadren los horarios… pero no lo conseguimos.
Echando la vista atrás parece mentira que haya pasado una semana. La rutina, nuestra vida habitual, se ha detenido. No sabemos muy bien qué ha pasado en esta semana, nosotros nos hemos dado el privilegio de dedicárnosla a nosotros, de aparcar todo para que nada se interponga entre Nueva York y nosotros dos, en el avión leemos una noticia que no podemos creer... el "abandono definitivo de la lucha armada de la banda terrorista ETA"... ese fue el primer contacto con la vuelta al hogar.
Volvemos a Madrid, y cuando pisamos nuestra ciudad, a parte de sueño, tenemos experiencias que para siempre formaran ya parte de nuestras vidas, recuerdos y sensaciones que Nueva York nos regaló. Sabemos que tras este viaje hemos fijado un hito más en nuestros recuerdos cuya banda sonora serán las risas… o quién sabe, ¿El bamboleo del Café Wha?
¿Tienes planes hoy?
Lo hemos dicho en algunas ocasiones, pero en nuestro caso los traslados, tanto de ida o vuelta al aeropuerto, los teníamos contratados. Así que, sabíamos que teníamos que estar a cierta hora en la puerta del hotel para que nos llevaran hasta allí.
Dejamos las maletas en la consigna, previo pago, con un poco de miedo, porque eso era como una oficina de objetos perdidos, pero ya a esas alturas había que confiar. Y fue bien, la verdad.
Ubicación en Google Maps
En la última mañana solo nos planteamos pasear, y pasear, y pasear. Casi era como despedirnos de todos esos lugares que nos habían dado tan grandes momentos.
Tenemos muchísima suerte, porque a pesar de haber bajado las temperaturas amanece un día soleado precioso, que parece iluminar todo para que aún nos de más pena volver.
Desde nuestra llegada una semana antes el Midtown ha sufrido alguna transformación. Halloween está mas cerca y se empiezan a ver calabazas por muchos más lugares.
Realmente nos dedicamos a hacer un recorrido muy similar al de nuestro primer día, pero ahora de otra manera. Mucho más tranquilos. Nos hacemos muchas fotos personales, divertidas. Vemos los mismo sitios que habíamos contemplado, cuando estábamos recién llegados. Y nos damos cuenta de que no nos parecen ya tan grandes, ni nos imponen tanto, pero nos encantan más…
La 5th Av. vuelve a convertirse en protagonista, la paseamos a un lado y otro. Nos acercamos a la Biblioteca, de nuevo, para sentarnos en sus sillas, para dejarnos invadir del ambiente del lugar.
Es curioso, una vez más nos encontramos por allí a la pareja que conocimos en el barrio de Harlem cuando fuimos a la misa Gosspel. Tan grande que es esta ciudad y en una semana nos hemos encontrado en tres lugares diferentes. Charlamos un rato y continuamos nuestro paseo.
Llegamos a Columbus Circle, ubicada en la interseción de Broadway, la 8th Av. y Central Park Street, esa plaza a la que llegamos días antes cuando la luz caía y casi no vimos y de gran importancia en Nueva York.
En este último día la podemos observar bien. El centro lo preside una escultura de Cristobal Colón a raíz de la celebración del cuarto centenario del Descubrimiento de América, y a quién está dedicado este lugar.
Es curioso que son los italianos los que aportaron la columna de granito y los que son protagonistas cada 12 de octubre de la celebración. De hecho, el Empire State se tiñe de los colores de la bandera italiana.
Esta plaza es donde se encuentra el km 0, para medir las distancias de los destinos a Nueva York.
En la entrada que os mencionamos esta plaza os adelantábamos que os fijarais dónde apunta el dedo de Colón. A diferencia de casi todas las que hay sobre él, ésta no tiene el dedo apuntando, lo tiene abajo, ya que no tiene que señalar “Las Americas” porque ya está en ellas.
En la plaza destaca, a los pies del Hotel Trump, la Bola del Mundo que seguro que habréis visto en numerosas ocasiones. En esta plaza también está una de las entradas a Central Park.
Continuamos con el paseo, retrocedemos por Broadway. La mañana sigue avanzando y nuestra mirada intenta retenerlo todo en los último momentos.
Times Square vuelve a nuestras vidas, lo primero que vimos y será de lo último que veremos hasta la próxima ocasión (cuando llegue). Curiosamente, no es un rincón que nos apasione, pero por cosas del destino acaba convirtiéndose en apertura y cierre de nuestra estancia de Nueva York.
Nos quedaron tantas cosas… ¡Y nos llevamos muchas más!
En el aeropuerto empezamos a pensar en el jet lag que vamos a vivir. En esta ocasión hay que intentar dormir todo el viaje para que cuadren los horarios… pero no lo conseguimos.
Echando la vista atrás parece mentira que haya pasado una semana. La rutina, nuestra vida habitual, se ha detenido. No sabemos muy bien qué ha pasado en esta semana, nosotros nos hemos dado el privilegio de dedicárnosla a nosotros, de aparcar todo para que nada se interponga entre Nueva York y nosotros dos, en el avión leemos una noticia que no podemos creer... el "abandono definitivo de la lucha armada de la banda terrorista ETA"... ese fue el primer contacto con la vuelta al hogar.
Volvemos a Madrid, y cuando pisamos nuestra ciudad, a parte de sueño, tenemos experiencias que para siempre formaran ya parte de nuestras vidas, recuerdos y sensaciones que Nueva York nos regaló. Sabemos que tras este viaje hemos fijado un hito más en nuestros recuerdos cuya banda sonora serán las risas… o quién sabe, ¿El bamboleo del Café Wha?
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