Si habéis visto ‘¿Qué les pasa a los hombres?’ entenderéis este post a la perfección. No sé muy bien por qué pero de una manera u otra las mujeres siempre nos acabamos engañando a nosotras mismas cuando nos empieza a gustar un hombre. Poco importan las veces que nos hayamos chocado y topado de lleno con la verdad en relaciones anteriores. Poco importa si nos han roto el corazón, si nos han mentido o si simplemente las cosas no fueron tan rosa, llenas de confeti y cupcakes como nosotras habíamos imaginado en nuestra cabeza cientos de veces. Desconozco si hay algún tipo de hormona femenina que nos hace ver cosas que no son cuando nos enamoramos (no soy científica). No sé cómo pero esto se acaba pareciendo más a una sobredosis de setas alucinógenas que a enamorarse.
Y es que, por mucho que la mayoría de nosotras reconozcamos que los cuentos de hadas son un mito y que los hombres reales solo se parecen al Príncipe Azul cuando se ponen morados a comer, a la hora de la verdad, creemos que nuestras relaciones serán como en una película romántica de Hollywood, con las mismas frases y la misma pasión. Chicas, seamos realistas: ¿de verdad creéis que Ryan Gosling os estaría esperando durante tantos años? Y lo más fuerte de todo, que si lo hiciese ¿qué mujer dudaría? (por mucho que James Marsden no esté nada mal).
En fin, las mujeres vivimos en nuestro mundo de ‘yupi’cuando nos enamoramos y casi sin darnos cuenta nos creamos ciertas expectativas sobre el amor, los hombres y las relaciones muy alejadas de la realidad. Estas son las 8 expectativas amorosas de las mujeres que nunca se cumplen. ¿Reconocéis alguna? Apuesto que sí…
1. Las mujeres creemos que conoceremos al amor de nuestra vida en un encuentro fugaz, en el que nuestras miradas se cruzarán y saltarán chispas. ¿Cuándo fue la última vez que te pasó esto? Lo más cerca que has estado de ello es darte cuenta que el tío raro de la disco no para de mirarte, tanto que resulta espeluznante y tú te preguntas: ¿de verdad pretende ligar así? Al final, acabamos diciendo “éste sí”, “éste no” en Tinder.
2. Cuando nos enamoramos pensamos que ese chico es perfecto. Llegamos hasta decir que no estamos ciegas, que sabemos que tiene defectos pero que también nos gustan porque le hacen ser cómo es, que nos encanta que se apasione tanto cuando juega su equipo de fútbol preferido. Pero a la hora de la verdad, te ves sujetando su cerveza mientras celebra otro gol del cateto multimillonario de turno con sus colegas. Esto no es lo que te vendieron del amor.
3. Pensamos firmemente que el hombre que nos vuelve locas es el más valiente de todos, que en cualquier momento podría salvarnos la vida y que en ese instante nosotras nos daríamos cuenta de cuánto lo amamos y de todo lo que es capaz de hacer por protegernos y estar con nosotras. ¿En la realidad? Él no se atreve ni a mandarte un whatsapp para pedirte una primera cita.
4. Creemos que vivimos una relación de tensión sexual no resuelta como la de Castle y Beckett en la que todos saben lo que sentimos el uno por el otro menos nosotros dos, y que cuando él se dé cuenta y esté a punto de perdernos, será capaz de cruzar océanos para decirnos lo que siente por nosotras. La triste realidad es que lo que tú ves como tensión sexual no resuelta es simplemente atracción unidireccional. Todo lo que te parece coqueteo, indirectas y segundas intenciones no es más que una conversación normal y que al final, aunque no quieras, te quedarás con ese “y si” para siempre. No hay un final de temporada apoteósico en la vida real.
5. Los puntos suspensivos en una conversación de What’s App. Creemos que quiere decir un millón de cosas con ellos y que no se atreve, pero la verdad es que no se le ocurre nada interesante más que decirnos. Por mucho que analices signos de exclamación y emoticonos, no es más que eso. No veas fantasmas donde no los hay.
6. Nos imaginamos que nuestra primera vez juntos va a ser mágica, una combinación entre dulzura, romanticismo, pasión y sexo salvaje perfecta. Al final, acaba siendo un auténtico desastre y la dulzura, el romanticismo, la pasión y el sexo salvaje derivan en una situación incómoda (a no ser que vayamos muy borrachos, entonces no es tan incómodo pero igual de torpe).
7. Pensamos que viviremos una ruptura épica en la que nos diremos que nos seguimos amando y que nunca dejaremos de hacerlo pero que hay veces que el amor no es suficiente, que queremos cosas diferentes y que tenemos que intentar ser felices él uno sin el otro, aunque nos cueste. Todo muy maduro, dramático y romántico. Mientras que las rupturas reales son solo reproches, celos y gritos. Nada de madurez ni te amo ni te deseo lo mejor.
8. Nos imaginamos que después de dejarnos volverá corriendo y se dará cuenta de lo que ha perdido. Nos dirá que siente habernos hecho daño, habernos engañado y que no nos merece, que ni siquiera merece que le perdonemos pero que no se imagina un mundo en el que nosotras no estemos cerca de él. Ante eso, se nos caerán las bragas (literalmente) al descubrir que nos ama de verdad y le perdonaremos porque nosotras tampoco queremos estar sin él, aunque podamos. En la realidad, el único que llama a tu puerta es el repartidor de pizza o el que te trae el pedido de ropa que te has comprado para animarte de tu ruptura mientras comías helado.
El amor y las relaciones no es como nos lo montamos en nuestra fantasiosa cabecita llena de comedias románticas de Hollywood, la verdad es que, como decían en ‘¿Qué les pasa a los hombres?’, si un hombre quiere que pase hará que pase y que en general tú eres la regla, aunque puedes ser la excepción. Y quizá esa excepción no cumpla con todas estas 8 películas que nos montamos las mujeres sobre el amor, pero será real, y creedme, no hay expectativas lo suficientemente altas que estén al nivel de un amor real. Las supera con creces.
Laia Barreda @laibarreda