Revista Cultura y Ocio
Decía Julio Cortázar que la aritmética es falsa, que uno más uno no son uno sino dos o ninguno. Más allá del contexto del relato en que escribió estas palabras, diría yo sobre Birdman que a veces uno más uno más uno más uno no suman cuatro sino dos y pico o tres a lo sumo. Vamos con las virtudes. Birdman es una película extraordinariamente bien dirigida; los actores se amoldan cada uno a su papel, e incluso alguno está bastante inspirado; el guión, aunque trate de un tema algo manido (y mejor explotado en otros filmes clásicos en mi opinión), es más que correcto, posee muchos diálogos excelentes y algunas metáforas visuales de impresión; y por supuesto está el virtuosismo técnico de Iñárritu, una fotografía tremenda llena de planos imposibles y un montaje apabullante a base de un plano secuencia (falso, por supuesto, pero muy logrado), que durará toda la película. Dicho esto, sumando todos los elementos debería darme para un peliculón, una ganadora de cuatro (o más) oscars incluyendo mejor película, como así fue (independientemente de lo devaluado de estos premios), y sin embargo cuando empezaron los títulos de crédito no sentí admiración por lo que acababa de ver, sino descanso porque hubiera acabado, y es que me había dejado un sabor insustancial en la boca (mucho más vacío que las estupendas Babel o 21 gramos), y me quedé con la sensación de que aunque cualquier escena de la película es de escuela de cine o de teatro (ya he enumerado las virtudes), esta meritoria y celebradísima pirotecnia al servicio del indudablemente talentoso Iñárritu está bien para verla una vez y no más. Lo curioso es que todavía no he hallado a nadie a quien realmente haya gustado tanto el filme y sí a unos cuantos con ese sabor ceniciento en la boca.
Y como he visto otros filmes de este año pasado 2014 que me han parecido superiores, la mayoría de los cuales, más modestos, tenían menos unos que sumar, pero con mejor resultado final, allá va un subjetivísimo listado, sin orden ni concierto, de los 8 que incluyo por el momento (y aún no he visto Boyhood, Whiplash, Kaguya, Ida, Enigma…):
- La isla mínima. Por empezar con la película española que más me ha deslumbrado en años. Pulso firme en la dirección, atmósferas cautivadoras y reparto inspirado e implicado. A los 10 minutos me tenía más enganchado que Birdman en dos horas.
- Relatos salvajes. Con un formato que deberíamos ver muchísimo más en el cine, este puñado de historias con la ira y las pérdidas de cabeza como nexo en común resultan impagables. 6 historias cortas argentinas y universales para las que 1+1+1+1+1+1 no son 6 sino mucho más.
- Perdida. Qué decir sobre el David Fincher más en forma, descarnado e hipnótico, haciendo una metáfora mayúscula sobre el matrimonio en clave Silencio de los corderos. Pues que si Ben Affleck acompaña, como es el caso, y Rosamund Pike se marca el papel de su vida (y acaso el personaje femenino del año), encontramos un resultado redondo. Me dejó pensando en ella días.
- Interstellar. La mejor peli del año. Ambiciosa, magnífica, con un Nolan esplendoroso, un guión extraordinario y original que no te toma por tonto y unas interpretaciones dramáticamente tremendas. Su problema: ser tan buena que tenga la repetida etiqueta de “la nueva 2001” (vale, tiene elementos de ciencia ficción hard y transcurre en gran parte en el espacio), ante lo que los fanáticos de la clásica se han esmerado en buscarle las aristas menos pulidas al guión y a los elementos técnicos (y sin pensar en que quizá no se han solucionado esos defectos en aras de una narración fluida, como es el caso). Yo, por el contrario, prefiero dar gracias clamando a los cielos agradecido por esta película y olvidarme de comparaciones. ¡Tenemos 2001 y tenemos Interstellar, aleluya! Esta sí merecía 4 oscars. Y 8.
- Guardianes de la galaxia: La gran película de entretenimiento superheróica del año. Divertida, inspirada, espectacular, redonda en su estilo. Una obra que le hace recordar a uno la grandeza de ir al cine, y lo bien que uno se lo puede pasar allí, fantástico efecto que muy pocas logran.
- Kingsman: todo lo aplicable a la anterior, también vale para esta comedia gamberra de mamporros y explosiones, pero con estilo. Puestos a excesos, me resultan mucho más disfrutables los de Mathew Vaughn, tan injustificables como los de Iñárritu, pero mucho más divertidos.
- Al filo del mañana: porque a veces el blockbuster de Tom Cruise (esforzado y acertado, el actor, en este caso), resulta ser un tiro en la diana. Una trepidante película de ciencia ficción (de las de bichos y tiros, y mucho más), y en la que además podemos disfrutar de una estupenda Emily Blunt.
- El gran hotel Budapest: un delicioso ejercicio de estilo del gran Wes Anderson, que a la vez es un entretenimiento igual de delicioso. Buenos actores, un guión que mantiene la sonrisa (más que risa) todo el rato en nuestra boca, y además homenajea al no lo suficientemente recordado escritor Stefan Zweig.
Y como he visto otros filmes de este año pasado 2014 que me han parecido superiores, la mayoría de los cuales, más modestos, tenían menos unos que sumar, pero con mejor resultado final, allá va un subjetivísimo listado, sin orden ni concierto, de los 8 que incluyo por el momento (y aún no he visto Boyhood, Whiplash, Kaguya, Ida, Enigma…):
- La isla mínima. Por empezar con la película española que más me ha deslumbrado en años. Pulso firme en la dirección, atmósferas cautivadoras y reparto inspirado e implicado. A los 10 minutos me tenía más enganchado que Birdman en dos horas.
- Relatos salvajes. Con un formato que deberíamos ver muchísimo más en el cine, este puñado de historias con la ira y las pérdidas de cabeza como nexo en común resultan impagables. 6 historias cortas argentinas y universales para las que 1+1+1+1+1+1 no son 6 sino mucho más.
- Perdida. Qué decir sobre el David Fincher más en forma, descarnado e hipnótico, haciendo una metáfora mayúscula sobre el matrimonio en clave Silencio de los corderos. Pues que si Ben Affleck acompaña, como es el caso, y Rosamund Pike se marca el papel de su vida (y acaso el personaje femenino del año), encontramos un resultado redondo. Me dejó pensando en ella días.
- Interstellar. La mejor peli del año. Ambiciosa, magnífica, con un Nolan esplendoroso, un guión extraordinario y original que no te toma por tonto y unas interpretaciones dramáticamente tremendas. Su problema: ser tan buena que tenga la repetida etiqueta de “la nueva 2001” (vale, tiene elementos de ciencia ficción hard y transcurre en gran parte en el espacio), ante lo que los fanáticos de la clásica se han esmerado en buscarle las aristas menos pulidas al guión y a los elementos técnicos (y sin pensar en que quizá no se han solucionado esos defectos en aras de una narración fluida, como es el caso). Yo, por el contrario, prefiero dar gracias clamando a los cielos agradecido por esta película y olvidarme de comparaciones. ¡Tenemos 2001 y tenemos Interstellar, aleluya! Esta sí merecía 4 oscars. Y 8.
- Guardianes de la galaxia: La gran película de entretenimiento superheróica del año. Divertida, inspirada, espectacular, redonda en su estilo. Una obra que le hace recordar a uno la grandeza de ir al cine, y lo bien que uno se lo puede pasar allí, fantástico efecto que muy pocas logran.
- Kingsman: todo lo aplicable a la anterior, también vale para esta comedia gamberra de mamporros y explosiones, pero con estilo. Puestos a excesos, me resultan mucho más disfrutables los de Mathew Vaughn, tan injustificables como los de Iñárritu, pero mucho más divertidos.
- Al filo del mañana: porque a veces el blockbuster de Tom Cruise (esforzado y acertado, el actor, en este caso), resulta ser un tiro en la diana. Una trepidante película de ciencia ficción (de las de bichos y tiros, y mucho más), y en la que además podemos disfrutar de una estupenda Emily Blunt.
- El gran hotel Budapest: un delicioso ejercicio de estilo del gran Wes Anderson, que a la vez es un entretenimiento igual de delicioso. Buenos actores, un guión que mantiene la sonrisa (más que risa) todo el rato en nuestra boca, y además homenajea al no lo suficientemente recordado escritor Stefan Zweig.