Miraba el infinito, erguido.
Y junto a élsu reducción, como en el viejo chiste:un cero es sóloun ochoque se ha soltadoel cinturón. ¡Oh inmensasabiduría del danzar extático,gracia supremacifrada en los guarismos!(Voz interior: ¡Pitágoras, Pitágoras!Pitas, pitas… ¿del ágora? ¡Chissss, silencio!!).(Hojas sueltas del lunes, 80 ~ “Levedad es”)