Creo que la mayoría de los lectores de este blog tienen una idea aproximada de lo que ocurrió en España durante los días 14, 15 y 16 de abril de 1931, días en que se proclamó la Segunda República Española. Posiblemente, a muchos les haya llegado esa información por tradición oral (padres, abuelos o bisabuelos), pues en aquellos años no había TV, y la Radio todavía no estaba totalmente implantada en España (de Internet ni hablamos).
En mi casa se contaba, una y otra vez, la misma anécdota: resulta que mi abuelo Valeriano y mi abuela Teresa, recién casados, estaban de viaje de novios en Valencia. Mi abuelo, siempre tan decidido, quería disfrutar del bullicio de la calle, pero a mi abuela, siempre tan miedosa, no le hacía ninguna gracia. Al remate, lo que hizo mi abuelo fue dejar a la novia en la habitación del hotel, cerrar con llave y marcharse a festejar la proclamación de la República.
Bromas aparte, la República llegó empujada por el pueblo. Estalló en busca de esperanza y de ilusión. Santos Juliá, el famoso historiador, dijo: 'Se instauró como resultado inmediato de un movimiento popular' (posiblemente, añado yo, similar a los que recientemente han ocurrido en algunos países árabes). Tras la derrota moral en las elecciones municipales de 12 de abril, Alfonso XIII decidió dedicarse a otra cosa y España se deshizo de su rey.
Afortunadamente nos quedan las hemerotecas. El Heraldo de Madrid, en plena convulsión nacional, tweeteaba (escribía) el 14 de abril de 1931: "En estos momentos, cinco en punto de la tarde, Madrid entero, bajo un magnífico sol de primavera, presenta un aspecto de animación y júbilo extraordinarios. Las calles, materialmente invadidas por el pueblo –por todas las clases sociales– vitorea con el mayor entusiasmo a la República. No se ve a un guardia, como no sea uno urbano". En este otro enlace se puede ver la portada de ABC del día 15 de abril de 1931.
Conviene no perder de vista que la II República Española fue breve porque existió una rebelión militar contra el sistema democrático. Tras 40 años de dictadura, hoy en día volvemos a disfrutar de un sistema democrático, aunque mantenemos una monarquía anacrónica, fundada en el derecho feudal de la herencia.
A todos aquellos que consideran que la República es una parte de la historia que no se debería volver a repetir, les recuerdo que muchos de los valores republicanos perduran actualmente y, algunos, fueron incorporados expresamente en el texto de la Constitución de 1978. Nos lo confirma Juan Pablo Fusi, historiador y catedrático de la Universidad Complutense (UCM), que identifica cuatro nexos comunes: “Primero, entender la democracia como un valor, como forma de gobierno y de sociedad. Segundo, concebir un Estado descentralizado. Tercero, la educación pública y laica como gran proyecto social. Y en cuarto lugar, la admiración por la cultura de la Edad de Plata”.