Estos días se cumplen 80 años del inicio de la persecución más sistemática, prolongada y eficaz que ha sufrido la Masonería en el mundo: la del Franquismo.
El periodo de entreguerras del siglo XX, entre la primera y la segunda guerra mundial, con el auge de los totalitarismos y la crisis de la democracia supuso el momento de mayor persecución global de la Orden. Pero en esa historia contemporánea, ningún régimen político, absolutista o totalitario, fascista, nazi o comunista, ha perseguido a la Masonería con la obsesión del Franquismo.
Francisco Franco firmó su primer decreto antimasónico en septiembre de 1936 como gobernador militar de Canarias. En 1975, en su último discurso, cuatro décadas después, aún prevenía a los españoles del contubernio masónico. Nadie lo ha resumido mejor que Paco Umbral: "Los masones fueron los judíos de Franco".
En el verano de 1936, al principio de la Guerra Civil, se produjo el fusilamiento masivo y descontrolado, sin ningún tipo de proceso judicial, de los masones que quedaron en zona nacional (en la imagen, tapia del cementerio de Zaragoza). No hay cálculos de cuantas personas murieron bajo la sospecha de ser masones durante la guerra. Cuando en 1938 se pidieron desde Salamanca documentos a Huesca para poner orden en la represión de la orden se recibió esta respuesta: "Existía efectivamente en Huesca y domicilio que usted indica, que era del inspector provincial de sanidad, señor Montañés, una logia o taller. Fue descubierto y detenido, Dios le haya perdonado. En el domicilio del señor Montañés se encontraron una porción de legajos que se llevaron a la comandancia militar". Y sigue un párrafo brutal. "Como consecuencia de tal hallazgo hubo cerca de un centenar de detenciones en personas que no puedo asegurar que pertenecieran a la logia pero que parecían los más indicados para integrarla. Todos acompañan a su Venerable"
A finales de 1937, en el balance de su Gran Asamblea celebrada en Madrid, la Masonería Española no podía ser más clara: todos los Queridos Hermanos que no habían podido huir de la zona nacional habían sido asesinados.
Desde 1938, los documentos, emblemas e insignias masónicas incautadas comenzaron a centralizarse en Salamanca, a fin de que sirvieran de base para la depuración total de España. En 1940 se dictó la Ley que sistematizó la persecución masónica y generó algo que no se ha visto en ningún otro país del mundo: un Tribunal Especial para la Represión de la Masonería, que no sería suprimido hasta 1964.
En el Servicio de Documentación de Salamanca se acumulan 80.000 fichas de supuestos masones. Se calcula que en España no había más de 5.000 masones cuando estalló la Guerra Civil, lo que revela las dimensiones de la cruzada antimasónica.
El Grande Oriente Español fundado en 1889 sobrevivió amparado y protegido por México, un país con el que la Masonería Española tendrá siempre una deuda imperecedera. El retorno de la tolerancia, la fraternidad y el librepensamiento que propugna la Masonería se produjo cuando España decidió construirse a sí misma sobre los principios democráticos recogidos en la Constitución Española de 1978. La recién creada Audiencia Nacional obligó en 1979 a la Dirección General de Política Interior del Ministerio del Interior a inscribir al Grande Oriente Español, que hoy es uno con la Gran Logia de España, en el Registro Nacional de Asociaciones.
La devolución de la honorabilidad a la Masonería Española es, sin duda, una de las grandes asignaturas pendientes de la España democrática, aunque se han dado ya los primeros pasos. En 2006, el Ministerio de Cultura reconoció la titularidad de la Gran Logia de España de los documentos masónicos incautados que se conservan en Salamanca. La voluntad de la Masonería Española es que sean conservados por el Estado para que el mayor acto de persecución de la Masonería que ha vivido el mundo pueda seguir siendo estudiado por los investigadores nacionales e internacionales que acuden a este Archivo.
Fuente: El Oriente