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85. Sinceridad de campanario

Publicado el 22 noviembre 2021 por Cabronidas @CabronidasXXI

    Hay un buen puñado de indeseables —hombres, mujeres y los que no son ni una cosa ni otra— que confunden la sinceridad con el irrespeto. Utilizar la sinceridad es difícil. Hay que saber buscar el momento y las palabras adecuadas y sobre todo, utilizarla cuando te la piden. Cualquier otra cosa que escape a lo antedicho es ser un bocazas de mierda, cuando no un dañino y un hijo de puta. Ya sabes, comportamientos que nos son de uso fácil por innatos.

    Como supongo que en principio nadie quiere parecer subnormal —y algunos entendemos que no hay porque serlo cada día—, y mucho menos quedarse en la más absoluta soledad, utilizamos la mentira piadosa o bien la diplomacia, que vendría a ser algo así como la cara amable de la hipocresía. Aunque creo que si la usamos en demasía, al final acabamos mintiendo por sistema y convirtiéndola en enfermedad. La misma que padecen aquellos que creen ser sinceros y cuando hablan de sí mismos terminan por creerse sus propias mentiras. 

    El caso es que cuando al bocazas, al hijo de puta y al dañino, les administras la misma medicina que recetan para los demás, se ofenden, como si eso fuera un ataque a su soberbia que nunca reconocen y de la cual van siempre borrachos. Puede que la sinceridad bien empleada sea difícil, pero muy fácil utilizarla contra la gentuza que la pervierten.

    A fin y al cabo, la verdad siempre se abre camino por sí sola de una manera u otra, poniendo a todos en su sitio.


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