«En la noche del jueves 27 de abril de 2023, tuvo lugar la 8ª edición de La Noche de las Ideas bajo el lema «¿Más? Del temor a la esperanza: hacia un mundo sostenible» en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.»
Por Maudy Ventosa.
El evento contó con la participación del Embajador de Francia en España, Jean-Michel Casa, de intelectuales y artistas de diversos horizontes, como los filósofos Barbara Stiegler, Valerio Rocco y Luis Arenas Llopis, del historiador helenista Christophe Pébarthe, del crítico de arte Paul Ardenne, del historiador del arte y periodista Peio H. Riaño, de la economista Valérie Guillard, de la pianista Isabel Pérez Dobarro, del periodista humanista Nicolas Truong, de la politóloga especialista en teoría social y feminista Mariam M. Bascuñán, del politólogo Pablo Simón, de la emprendedora Elena Herrero-Beaumont, de la matemática y filósofa Isabelle Le Galo Flores, de los artistas en residencia en la Casa de Velázquez Guillaume Lillo, Antoine Nessi, Assia Piqueras y Laurent Proux, de los investigadores de la Casa de Velázquez Georgina Gabriela Gluzan, y Yassir Mechelloukh y Luca Pitteloud y de los investigadores de la Universidad Autonoma de Madrid Jorge Tomás García y José María Zamora Calvo.
Éric Tallon, el Consejero de Cooperación y de Acción Cultural dela Embajada de Francia en España, Director General del Institut français de España, abrió La Noche de las Ideas con unas palabras de introducción. Dijo que «la octava edición de La Noche de las Ideas se iba a celebrar en el sitio más emblemático de Madrid, en el Círcuo de Bellas Artes. Este evento, creado por el Institut français de París, se celebra en más de 100 países en el mundo, invitandoa la sociedad civil a interrogarse sobre nuestro futuro. El concepto de este año girá en torno a la Resiliencia colectiva. La situación actual preocupa a las jóvenes generaciones y es importante pensar en el futuro de la democracia en europea en un mundo en transformación.»
Éric Tallon Valerio Rocco LozanoValerio Rocco Lozano, el Director del Círculo de Bellas Artes, tomó la palabra recalcando que «La Noche de las Ideas se celebraba por segundo año consecutivo en el Círculo de Bellas Artes, Casa Europa. A la puertas de la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea (PEUE), este evento aborda unas temáticas muy parecidas a las que se tocarán también en los de los actos de la PEUE. El Círculo de Bellas Artes quiere contribuir a la transmisión de las ideas y ser un centro reconocido en este ámbito.» A continuación, presentó a los dos ponentes de la primera mesa redonda, a Barbara Stiegler y a Christophe Pébarthe, dos activistas que llevan años trabajando juntos.» Les preguntó primero si había que luchar contra los enemigos de la democracia.
La filósofa francesa Barbara Stiegler explicó los principios de los gobiernos representativos: “El pueblo no es competente para gobernar porque no puede gobernar de forma correcta. En Francia, los liberales parten de esta idea de los gobierno representativos y hablan de la democracia. Hoy en día, estamos en un sistema en el que el pueblo francés no gobierna con la población que se pregunta si estamos en una democracia. El gobierno envía mensajes de miedo con un discurso autoritario: hay que ganarle la guerra a un virus, luego, la guerra en ucrania tiene repercusiones sobre la producción y el precio de la energía, pero el pueblo va a tener que hacer esfuerzos y adaptarse a ello. La crisis ecológica y sanitaria se impone y cuestiona el neoliberalismo. En Francia, el poder neoliberal mete en la cárcel a la gente que se manifiesta; la República en Francia se parece cada vez más a una dictadura.”
El historiador helenista Christophe Pébarthe se preguntó si había que enfrentarse para restablecer la democracia. “Estamos en una democracia representativa. Se supone que somos la versión avanzada de la democracia liberada de la esclavitud. Pero ¿qué es democrático en una democracia representativa? El hecho de que se organicen unas elecciones.” Insistió en el hecho de que “nos estamos enfrentando al miedo, manipulados por los gobiernos que no paran de hablar de amenazas, y que no tenemos más remedio que confiar en unos especialistas.” Refiriéndose a la crisis energética, dijo que “el gobierno le metía miedo al pueblo francés: el miedo a los cortes de luz en Francia, la posibilidad de no poder suministrar en luz a los hospitales.” Según él “Lo primero que hay que eliminar es el miedo”. Terminó insistiendo en que “la democracia era una abstracción”.
Valerio Rocco Lozano les preguntó a continuación cómo definirían los regímenes que nos gobiernan en Europa?
Barbara Stiegler contestó que “con el gobierno representativo era de esperar que la gente que gobernaba nos representara, sin embargo, vimos que no era así. Durante la pandemia en Francia, hubo desinformación por parte de un gobierno autoritario. Los 14 grandes grupos de expertos en Francia no fueron consultados durante la pandemia y el gobierno prefirió consultar a unos investigadores que no tenían ningun conocimiento en sanidad pública.”
Christophe Pébarthe fue tajante también diciendo que “577 diputados lo decidían todo en Francia, con 43 millones sufriendo de las decisiones tomadas y 68 millones personas acatando las leyes.” Dijo que “Desde hacía décadas, poca gente estaba decidiendo para poca gente que siempre eran los mismos, siendo los más ricos los grandes beneficiarios. Al final de cuentas, era como si los mandatarios fueran superiores y más inteligentes que el pueblo (que era la mayoría). La gente estaba aceptando el hipótesis de que los elegidos (con títulos universitarios) sabían más que los demás, que eran más cultos y que, por consiguiente podían tomar las mejores decisiones para todo el mundo.” Terminó diciendo que “todos teníamos un punto de vista diferente sobre el mundo y que todos podíamos contribuir a elaborar el interés colectivo.”
Valerio Rocco Lozano les preguntó si había que ¿adaptarse o movilizarse? Dijo que en España, apenas había movilizaciones, a diferencia de Francia que salía a la calle.
Barbara Stiegler dijo que “habíamos atravesado una crisis sanitaria sin precedentes que podía haber permitido reflexionar en ser más solidarios y haber hecho las cosas de otra manera. Pero frente a la crisis, se había impuesto una digitalización sin reflexión, de forma autoritaria. Teníamos que usar de la noche a la mañana unos códigos QR, inyectarnos una vacuna, o mejor dicho algún suero. Se presentaron las vacunas como la única salida a la crisis, como si de un discurso religioso que condujera a una sociedad bloqueada se tratase.”
Christophe Pébarthe dijo que “la Innovación impedía que viéramos la palabra Revolución que indicaba dos cosas: el surgimiento del pueblo y el hecho de que el pueblo existía. Todo el mundo utilizaba las nuevas tecnologías sin pararse a pensar si estaban bien hechas.”
Valerio Roco Lozano terminó preguntándoles si era posible la revolución gracias a la cultura.
Barbara Stiegler reconoció que antes no tenía prácticas culturales pero que ahora estaba haciendo activismo cultural con Christophe Pébarthe. Ella estaba cansada de hablar sola, por eso decidieron formaron un dúo para presentar sus dos puntos de vista en unos teatros y encontrarse con el público. Dijo que “hoy era el acto 18. Que cada acto era diferente con unas interacciones increíbles con el público. Iniciaron esta aventura el 13 de noviembre en Suiza y desde entonces no pararon.” Finalizó diciendo que “en los teatros, querían fomentar el deseo de construir junto un mundo.”
La segunda mesa redonda giró en torno al legado de Bruno Latour, y contó con la participación del periodista humanista Nicolas Truong, coincidiendo con la publicación al día anterior de Habitar la tierra (editorial Arcadia, traducción de la mano de Emilio Manzano) la politóloga especialista en teoría social y feminista Mariam M. Bascuñán, y la Doctora en Filosofía Carmen Madorrán.
Mariam M. Bacuñán preguntó por qué había que leer a Bruno Latour. Dijo que “era un pensador joven, curioso, con una forma de hablar de la ecología que movilizaba. Hablaba con pasión de la ecología y de la filosofía.” Los jóvenes tenían que leerlo porque él siempre había intentado acercarse a ellos.
Carmen Madorrán matizó diciendo que “no sólo los jóvenes tenían que leer a Bruno Latour, sino que todo el mundo debía leer sus obras porque él había hecho las buenas preguntas.” Según ella, “la obra de Latour sirve para orientarnos. Nos ayuda a pensar la complejidad partiendo de unos conceptos puestos juntos.”
Nicolás Truong conoció a Bruno Latour en un contexto particular, sobre el terreno, cuando dirigía las páginas de Le Monde. “Los humanos crean su propia condición de su existencia”, afirmó. Bruno Latour era consciente de que su generación había pasado al lado de algo importante. Latour había llegadlo al final de su vida y no sabía si iba a poder transmitir lo que le había transmitido su padre. Por eso, para transmitir sus conocimientos, Nicolas Truong le hizo una entrevistas a Bruno Latour, en torno a un niño de un año: ¿Qué le diría a este niño? “Será difícil durante 20 años, pero dentro de 20 años, podremos hacer un balance y lo veremos como algo extraño, como algo acabado y remediado.” Según Nicolas Truong, Bruno Latour “hacía mucha vida de salón en su casa. Invitaba a investigadores que hablaban y compartían juntos para exponer sus puntos de vista.”
Sobre los cambios, Nicolás Truong reconoció que “hay que aceptar que cambiamos el mundo. Hay que abandonar la tierra e irse a Marte, mirar hacia el sol. Los humanos crean sus condiciones de habitabilidad. Hay que ver de qué dependemos: de nuestras técnicas y tecnologías. La ecología no mueve a los políticos. Hay que hacer algo para movilizar más al pueblo. Hace falta la creación de una clase social diferente de las de antes, hay que cuestionar la producción, hay que unirse con personas con las que podíamos estar en conflicto antes: hacer alianzas, redefinir unas clases. Las victorias sociales se alcanzan cuando puedes impedir que se construya un aeropuerto como fue el caso en Nantes en Francia por ejemplo. Hay que defender mejor los lugares que habitamos, defender los lugares que nos gustan personalmente y defenderlos de forma colectiva.”
Sobre su relación con los chalecos amarillos, Nicolás Truong dijo que “Bruno Latour entendía el movimiento. Con la Covid-19, vio que el hombre se había convertido en un virus para el planeta y que había que volver a pensarlo todo de nuevo desde cero. Ahora hay una convergencia, gente de clase clásica que se interesa por los movimientos ecologistas.
Terminó diciendo que “había que quitarse el miedo que nos infligen y actuar. Hay que empezar por algo cercano, partir de un lugar cercano para cambiar cosas que vemos que hay que cambiar. Todos sabemos lo que hay que cambiar en nuestro entorno inmediato. Y porque la situación es desesperante, sabemos que hay que actuar. Hay que volver a compartir, con los encuentros en los cafés, con los encuentros con los colectivos como Ecologistas en acción, por ejemplo.”
La conferencia ¿Hacia la sobriedad económica? Contó con la participación de la economista Valérie Guillard, del filósofo Luis Arenas Llopis y de la emprendedora Elena Herrero-Beaumont.
Introducción de la mano de Martin Chenot.
Valérie Guillard dijo que “el consumidor tenía a su alcance mucha publicidad desde hacía varios años. Que para ser feliz, había que comprar y consumir. La sobriedad hacía el vínculo entre felicidad y consumo. Comprar era gratificante. ¿Por qué es tan difícil acceder a la sobriedad para un consumidor?¿Cómo acompañar al consumidor que quisiera adoptar un modo de vida sobrio? La sobriedad es la moderación de la producción, es un cursor entre estar en lo desmedido y en la abstinencia, quedarse con lo suficiente y lo necesario para subsistir. ¿Qué se considera en una democracia como sobrio? Se resume en 4 verbos: saber, querer, hacer, poder hacer.” Reconoció que “cambiar su modo de vida era algo que concernía a todo el mundo, que todos teníamos que procurar converger, pero que era complicado: el Estado regula y ya no existen productos de uso único o casi no. El consumidor puede tener buena voluntad, pero si nadie pone a su alcance unos dispositivos, no sucederá nada. El consumidor debería preguntarse a la hora de comprar un producto: comprando este producto, ¿qué provoco? Hay que trabajar en las normas, en los valores, en la concepción de una vida feliz.”
Elena Herrero-Beaumont dijo que el concepto de Valérie Guillard conectaba con los conceptos que desarrollaba Luis Arenas Llopis.
Luis Arenas Llopis dijo que “el tema de la sobriedad era fundamental.
La sobriedad que se va a imponer, hay que ponerla en términos colectivos: la sobriedad como valor social compartido. Pero hay que tener cuidado. A veces, esta sobriedad se reivindica como una pobreza romantizada. La austeridad y la palabra libertad han sido robadas. ¡Qué no nos roben este concepto de sobriedad! La sobriedad es la otra cara que defiende la izquierda, es como la solidaridad, la igualdad. La sobriedad no es que sea inevitable, es un valor deseable que no sólo hay que hacer colectivamente, sino también individualmente. La sobriedad era antes un valor, una virtud de carácter, tenía que ver con la autonomía, personas se sentían bien. Los placeres más intensos que podemos experimentar como hacer el amor, bailar, cuidar de hijos etc., son casi gratis. La única cosa que necesitamos para este tipo de placeres es tiempo.”
Elena Herrero-Beaumont dijo que “tuvimos ocasión de experimentar estos placeres durante la pandemia. ¿Ha pasado la pandemia y hemos vuelto a la página anterior?”
Valérie Guillard contestó diciendo que la pandemia nos había enseñado a tomar consciencia del ritmo de vida en el que nos encontrábamos. Nos obligó a detenernos y a ver cómo vivíamos y preguntarnos qué sentido queríamos darle a nuestra vida. Puso de relieve los oficios indispensables concienciando a la gente sobre lo poco que se valoraban unos cuantos. De la pandemia, se han quedado unas costumbres, como la de cocinar, la de no consumir productos procedentes de países lejanos y preferir unos productos locales. Sin embargo, desde 2022, los platos preparados volvieron a consumirse: las lecciones de la pandemia son de alcance a corto plazo y la gente vuelve a la rutina anterior, incluso con más ganas que nunca de volver a viajar para recuperar el tiempo perdido. A nivel de modo de vida, la pandemia no nos enseñó demasiado.
Luis Arenas Llopis lo continuó diciendo que “lo que echamos de menos durante la pandemia, es algo que ahora podemos tener sin problema. La pandemia tuvo el efecto choque, un choque positivo. La pandemia fue un laboratorio para transformar nuestras costumbres, para entender que necesitamos muy poco para ser increíblemente felices.”
Elena Herrero-Beaumont evocó las tesis del descreimiento que generan mucha desaprobación del sector privado. ¿Cómo podemos hacer una transición hacia una sobriedad sin impactar a las personas del sector privado de manera brutal? ¿Cómo se puede hacer esa transición sin que tenga un gran impacto en la economía?
Valérie Guillard contestó que “había que tranquilizar a la gente. Nadie quiere una sociedad con parados. La sociedad generaría muchos empleos en los sectores de la agricultura, de la construcción y de la rehabilitación, del textil, unos 300 000 empleos. Pero destruiría unos empleos en los sectores del automóvil, por ejemplo. Hay unas empresas que crean unos modelos sobrios, con buenos sueldos y una buena huella ecológica.”
La periodista Cécile Thibaud presentó al Embajador de Francia, Jean-Michel Casa y al politólogo Pablo Simón, reunidos para hablar sobre une Europa sostenible.
Cécile Thibaud: ¿Podemos compartir una visión común? Porque Europa tiene países diferentes y competitivos.
Jean-Michel Casa: “Europa es el continente del crecimiento sostenible y siempre ha intentado convencer a otros países como China… de unir nuestras fuerzas para un convenio global. Siempre los países europeos han hecho cosas para ser lo más sostenibles posibles. Es el único continente que tiene leyes integradas para los 27 países para tener una política común sostenible con, por ejemplo, la descarbonización única del continente. Podemos compartir la misma visión con la misma idea: la neutralidad y usar energías lo más verdes posibles.”
Pablo Simón: “Hay que definir primero la sostenibilidad. que nuestros hijos sigan disfrutando de nuestro planeta de la misma manera, y lo más importante es la sostenibilidad política. Nuestro modelo se basa en el liberalismo sostenible. Tenemos la OMC, acuerdos de libre comercio y también la mano invisible del estado: el estado da una serie de objetivos y participa en su desarrollo. Necesitamos hablar de política industrial, que la UE nos de normas sostenibles para avanzar en ese camino juntos.”
Jean-Michel Casa: “Estamos todos en el mundo implicados en la transición energética. Necesitamos tanto Europa como Estados Unidos o China pensar en la transición energética.”
Cécile Thibaud: «Estamos de acuerdo que hay que avanzar pero ¿cómo podemos hacerlo manteniendo una economía fiable de cada país? ¿Quién tiene que dar ejemplo: los países del norte, Francia, España…? ¿Cómo avanzamos?»
Pablo Simón: “Tenemos que dar reglas pero adaptables a cada país para poder respetar el ritmo de cada uno. Europea implementa autonomía. Todas las transiciones que se hacen tienen perdedores y ganadores. Hay que ser flexibles políticamente habando. Si lo imponemos de manera demasiada fuerte, el pueblo lucha contra los políticos y eso ya no es sostenible.”
Jean-Michel Casa: Estoy de acuerdo, pero si no actuamos, somos perdedores.
Pablo Simón: “No sólo hay desequilibrios entre países sino también entre zonas rurales y urbanizadas . Un agricultor de una zona pequeña va a sufrir mucho más por ejemplo, no tiene alternativa al transporte privado por ejemplo si quiere transportar a sus hijos al hospital que está lejos de su casa. La transición crea nuevos trabajos pero siempre en las ciudades.”
Jean-Michel Casa: “Si, por ejemplo, hay un fenómeno de desertificación en España, tenemos que ayudar a las regiones rurales a hacer esa transición.”
Cécile Thibaud: ¿Tenemos que repensar modelos geográficos?
Pablo Simón: “España hizo una apuesta por nuevas fuentes energéticas verdes ¿Va a funcionar? no lo sabemos. Siempre que hay que instalar paneles solares y turbinas eólicas se hace en las zonas rurales donde hay espacio porque en las ciudades no se puede. Entonces esa transición implica a todo el mundo. Son debates encima de la mesa desde bastante tiempo.”
Cécile Thibaud: ¿hay un camino común posible dentro de Europa?
Jean-Michel Casa: “Hemos hecho cambios reales en planos verdes dentro de cada país. Hay que apostar por cada país en sus fuerzas. Lo nuclear se dice que es marrón y no verde pero no produce desastre. Creo que es un error cambiarlo porque es algo que funciona bien. No se va a poder cambiar al todo verde de un día para otro.”
Cécile Thibaud: Tercera vía, ¿una expansión controlada de manera distinta?
Pablo Simón: “Sí y hay que hacerlo bien. Por ejemplo, la construcción de los paneles solares contamina al construirse en china. En Francia, hay 50% de energía verde. Hay que hacer un mix de energías diferentes. No se puede cambiarlo todo.”
Cécile Thibaud: ¿Cual es la política común Europea?
Jean-Michel Casa: “Una política común no significa uniforme. En España, nunca se ha consumido tanto gas. El precio de la electricidad subió pero se usa mucho gas. Tenemos que asumirlo. Es una transición que va a durar. Faltan 20 años para ser una Europa totalmente descarbonizada. Tenemos que hacer un balance.”
Cécile Thibaud: Lo de la guerra lo aceleró, fue un electroshock.
Pablo Simón: “Es fundamental para ser competitivo. No podemos estar en manos de EEUU o China. Avanzamos paso a paso. Lo más importante es que sea políticamente sostenible.”
Jean-Michel Casa: “Tengo la misma visión. Tenemos que tener una gran flexibilidad. La mayor parte de los fondos después de la guerra han sido para preparar el crecimiento futuro y también para acompañar la transición ecológica.”
La última mesa redonda de la Noche de las Ideas giró en torno al “arte y la ecología: hacia nuevas formas de creación”. Participaron en ella el crítico de arte, museólogo francés y escritor Paul Ardenne, el historiador y periodista Peio H. Riaño y la ingeniera matemática y filósofa Isabelle Le Galo.
Isabelle Le Galo: Paul Ardenne, en su libro Un arte ecológico (Ed. Adriana Hidalgo, traducción de la mano de Manolo García) usted habla de la revolución de las formas. ¿Puede compartir con nosotros las grandes ideas de esta revolución ecológica del arte?
Paul Ardenne: “El arte ecológico es un término un poco confuso. Nace en los años 70 con la dificultad de definir lo que era exactamente. Coincide con el nacimiento de la ecología política en el siglo 20 y de las ONG como Greenpeace o la emergencia de los partidos políticos ecologistas. El arte ecológico puede expresarse de varias formas yendo a veces muy lejos como es el caso del cultivo de trigo en el corazón de Nueva York o del lanzamiento desde el cielo de semillas en la naturaleza por unos artistas. Los artistas suelen trabajar con discreción, se aíslan lo cual vuelve complicado vender sus obras al estar en el exterior o efímeras. Fue a partir de los años 2000 cuando el ate ecológico empezó a intensificarse. El arte pone la naturaleza en el centro de las creaciones, es el gran artista por excelencia. Por ejemplo, hay un artista que graba el ruido de las cascadas antes de que desaparezcan debido al calentamiento climático. El arte ecológico también tiene que ver con lo Vivo. Los artistas están en contra de la humanidad, el humano es tóxico y algunos artistas incluso quieren convertirse en animales. La jardinería también se considera como formando parte del arte ecológico.”
Isabelle Le Galo: Peio, tú has sido muy comprometido también. ¿Cómo están cambiando las instituciones?
Peio H. Riaño: “Os voy a hacer una demostración de cómo el proyecto de museos españoles ha conocido una crisis. Me hablan de una situación que para nada es española, por ejemplo la justicia climática, cual es el modelo que está dispuesto a desaparecer? Reducir el impacto de la huella de carbono parece complicado con estas macro exposiciones que podemos llamar “exposiciones blockbuster y el flujo masivo de turistas. Por ejemplo, la sala de la Mona Lisa del museo Louvre, es la sala más visitada del mundo, tiene el récord de visitas mundiales. Más de 10 millones de visitas en 2018. ¿Cómo hacer para que nuestras instituciones abandonen este tipo de masificación turística? Existen una serie de hitos que están construidos para atraer al público que deja dinero, porque está no funciona, lo ha demostrado la pandemia. Para explicarlo, os voy a hacer una comparación entre 2016 y 2021: podemos ver en el gráfico que hoy, hemos vuelto al modelo de 2016 sin evolución de las visitas Del Prado entre 2014 y 2016. ¿Qué ocurrió con estas visitas? Que era imposible entrar en las salas, en los libros para comentarios, se escribió que fue una visita masificada, insoportable, insostenible. Antes de la pandemia, las subvenciones para los museos representaban apenas un 28%. Después de la pandemia, vemos que las subvenciones pasan a 68,4%. Estos impuestos, nuestros impuestos, están manteniendo los museos. El principal impacto es el transporte de las obras de arte para las exposiciones temporales, es la huella de carbono más importante. El transporte masivo de obras de arte permite cuestionarse. Si miramos en 2023, las cifras eran superiores a todas las anteriores. no hemos aprendido nada de la crisis del Covid-19. Sobre la exposición de Guido Reni, nadie habla de su impacto tanto climático como económico de esta exposición. Es la más cara del Prado y representa 1 millón de euros. También, podemos hablar de las entradas que se imprimen en las taquillas y que dejan un impacto medio ambiental. Por ejemplo, en una exposición del Thyssen, se gastaron 42.000 euros en papel impreso cuando se podía tener la entrada en el móvil. Todo este dinero termina en la basura.”
Isabelle Le Galo: Vemos que la capacidad de actuación es muy limitada. Hay un riesgo alto de Greenwashing con estas obra comprometidas?
Paul Ardenne: “Por un lado, tenemos a unos artistas pacíficos, que quieren consumir menos, por otro la obscenidad de una industria cultural con unas exposiciones blockbuster. En Francia, 1 millón y medio de visitantes para la exposición Tutankamón. Pasa lo mismo con la exposición en torno a Ramsés. Pero se observa una “disneylandisación” de las clases medias que odian las ferias, pero que adoran las exposiciones donde hay pantallas, ruidos de fondo: en fin, se convierten en auténticos parques de atracciones. Lo peor hoy en día, son las exposiciones inmersivas en las que el visitante no tiene porqué pensar. Se usan grandes nombres como Van Gogh, pero ni siquiera hace falta traer las obras. Con unas pantallas proyectando la cara de Van Gogh y unas cuantas animaciones, es suficiente. Se ttrata del marketing de la cultura.”
Isabelle Le Galo: Hoy ¿cómo veis el acto de comprometerse para con el arte ecológico?
Peio H. Riaño: “Los museos tienen que revisarse y pensar en este impacto climático insostenible como con los tickets en las taquillas. Las instituciones culturales continúan mirando por otro lado y nosotros demostramos que, con estos gastos de transporte, montaje etcétera, se podría destinar a otros apartados como un buen departamento de educación sobre la ecología, descolonización, el género… Si no generamos este ruido, no vamos a convencer a la gente. Donde realmente lo que veía fue lo que cuenta Marina Garcés: Qué rol puede tener el artista, con un arte comprometido, bien hecho… Artista comprometido: hoy está palabra no sirve, tiene una perspectiva de distancia, reflexionando como si estuviera encima de una torre. Un artista comprometido de verdad es el artista que siente esta necesidad de vivir de otra manera en nuestro planeta.”
Paul Ardenne: “Es muy complicado. El compromiso no nació con Sartre. Alguien como Voltaire durante la Revolución francesa también era una persona comprometida. Hoy en día, los artistas que se comprometen políticamente no se vinculan con grandes partidos, ponen de realce unas problemáticas económicas, intentan apoyar la bodiversidad… La grandeza del compromiso ahora pasa por ser como el Padre Pierre, como la Madre Teresa y muchos aristas trabajan en torno al bien estar, a la relación, al hecho de compartir.