Seguramente, y a efectos prácticos, lo más reseñable del pasado 8M y toda su mascarada de feminazismo represor, es el hecho de que las movilizaciones en las poblaciones españolas más importantes han contado con bastantes menos asistentes que el pasado año; entre un 20 y un 50% dependiendo de las ciudades. Se me ocurren varias posibles causas para explicar este parón en la causa feminazi, pero me quedo con las palabras de una dirigente feminazi en una reciente entrevista en un canal de radio local de Zaragoza: “Nos han utilizado para llegar al poder y en cuanto lo han conseguido se han quitado la máscara”
Por mi parte, habría mucho que contestar a semejante lumbrera; a la lesbiana tonta útil de la izquierda que ahora se siente engañada; pero malgastar una sola palabra en tratar de razonar con este tipo de personas es una completa pérdida de tiempo. La experiencia me ha enseñado que en el movimiento feminazi, el mismo que ha devorado al feminismo y lo ha borrado del mapa, no es fácil encontrar a nadie con verdaderas motivaciones políticas y sociales. Antes que eso, lo que uno se ha echado a la cara es a gentes que hacen del odio, la exclusión y las fijaciones sexuales su filosofía y modo de vida. Y semejante filosofía jamás podrá ofrecer una sola buena consecuencia.
Así que, de nuevo, se ha celebrado el día del aquelarre feminazi. Y que a nadie le quepa duda de que los celebrantes de dicho aquelarre no pueden ser catalogados de una manera diferente a la típica masa social ignorante, llena de odio y esclava de sus pasiones, que es perfectamente capaz de portar banderas comunistas y efigies del criminal Ernesto Guevara al mismo tiempo que lucen símbolos y comportamientos LGTB que han sido brutal y sistemáticamente reprimidos por el comunismo.
El economista liberal Carlos Rodríguez Braun explica en su breve vídeo “Paradojas del Feminismo” precisamente esas contradicciones que solo parecen llamar la atención de quienes tienen el pensar como una sana costumbre. Contradicciones que, como éstas o como tantas otras que se dan entre los movimientos populistas, no importan en absoluto ni a quienes buscan el conflicto como método de hacer política ni a las masas lanares que se lanzan a las calles haciendo gala de los comportamientos más estúpidos y denigrantes.
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