¿Cómo nacen los asesinos en serie? Además de Jack el Destripador existen algunos otros importantes asesinos en serie
MUNDO.- A principios del mes de agosto, un equipo de investigadores forenses afirmaron haber descubierto la verdadera identidad de uno de los asesinos en serie más mediáticos de todos los tiempos, Jack el destripador, que no sería otro que Aaron Kosminski, un inmigrante polaco judío que vivía en Londres en ese momento.
No obstante, asesinos en serie han existido a lo largo de la historia, si bien, en algunos casos, por determinadas circunstancias, no han sido muy conocidos.
De todos modos, la crueldad, frialdad y maldad de estos individuos, se han ganado descorazonadoramente, un lugar en los libros de criminología y estudios psicológicos.Repasa con nosotros algunos de ellos.
Dennis Linsen
A principios de 1980 un hombre británico llamado Dennis Linsen atraía a niños y hombres jóvenes a su piso y nunca más se sabia nada de ellos. Linsen los invitaba con el pretexto de sexo y compañía, después los estrangulaba hasta la muerte y ponía sus cuerpos en la cama donde se tumbaba con ellos hasta que el cadáver estaba completamente podrido, supuestamente hacia esto como una manera de aliviar su soledad. Finalmente, fue capturado cuando un trabajador encontró los tubos vecinales obstruidos con carne humana.
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Gilles de Rais
Se dice que es el padre de los asesinatos en serie. Durante la década de 1400, él era un capitán del ejercito de Juana de Arco. También capturó, torturó, violó y asesinó a por lo menos 80 niños, pero teniendo en cuenta su rango y poder algunos estiman que la cifra es de 200 o incluso podría llegar a 600. Atraía a los niños con dulces y luego los torturaba, lo que le daba una especie de placer sexual (horripilante). Finalmente los mataba, asegurándose de sentarse encima de ellos para poder sentir como morían. También disfrutaba bañándose en su sangre. Curiosamente, después de cada asesinato iba a la capilla de su familia y se flagelaba, orando por el perdón.
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Adolfo Constanzo
Comenzó un culto en torno a una deidad llamada ‘Kadiempembe’, una especie de figura parecida a Satanás. Actuó como consejero y vidente para los miembros de la comunidad mexicana, utilizando técnicas de adivinación y, supuestamente, concediendo los poderes de la invisibilidad y la invencibilidad. Todo lo que necesitaba era el sacrificio de sangre. Cuando la policía finalmente lo atrapo en su rancho en las afueras de Matamoros, se encontraron los cadáveres enterrados con sus genitales cortados y órganos extraídos. Constanzo hervía estas partes y los miembros de las pandillas lo bebían para que les diera fuerza.
Charles Sobhraj
Se conoce como “La Serpiente”, tanto por su afición por envenenar a sus víctimas, y acabar con ellos sólo cuando están demasiado débiles para defenderse, y por su misteriosa habilidad como artista del escapismo. Entre 1975 y 1976, Sobhraj mató a 20 personas a lo largo de la “ruta hippie” que serpentea a través de Asia. Se hacía amigo de los turistas hippies occidentales y los envenenaba con pastillas y polvos antes de estrangularlos o quemarlos vivos. Ha escapado al menos cinco veces de diferentes cárceles, usando sus brebajes para envenenar a los guardias.
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Paul Ogorzow
Entre todos los asesinatos sin sentido hechos en nombre del partido nazi en Alemania, mucha gente se olvida de los asesinatos de Paul Ogorzow cometidos meramente para cumplir con sus propias fantasías extremadamente misóginas. Durante la época de la Segunda Guerra Mundial, en Berlín se apagaban las luces de la calle después de una cierta hora para reducir el riesgo de ser bombardeados por las fuerzas enemigas. Orgozow utilizaba sacaba ventaja a este hecho, para asfixiar y apuñalar brutalmente a las mujeres que volvian a casa en el tren S-Bahn después de sus turnos de tarde en las fábricas. Ocho veces salió indemne, antes de ser guillotinado por el partido nazi, quien le dijo al público que era un espía británico.
Vlado Taneski
Era un periodista respetado en Macedonia que consiguió la primicia de una historia sobre los asesinatos de tres mujeres amas de casa. La policía macedonia se preguntaba si sabia demasiado sobre los asesinatos. Algunos de los detalles que Tanseki describe en su artículo nunca se dieron a conocer al público, incluida la forma en que el asesino ató a las víctimas utilizando un cable telefónico. Su ADN coincidía con el del semen dejado en la escena del crimen y antes de ir a juicio Taneski se suicidó en su celda. Más tarde se reveló que tenía una relación problemática con su madre, que era también una señora de la limpieza. Sus tres víctimas espeluznantemente se parecían a su madre.
Hiroshi Maeue
Sufría un trastorno psicosexual parafilico, que es un trastorno en el que la persona sólo puede aliviarse sexualmente hiriendo a otras personas, y en el caso de Maeue, asfixiandolos hasta la muerte. Maeue tenía un método inusual de elegir a sus víctimas, mediante pactos suicidas en línea donde las personas se reúnen para cometer suicidio sin sentirse solos. Maeue decía a sus víctimas que quería morir en paz con ellos, pero luego les estrangulaba para aliviar su necesidad sexual. Grababa los asesinatos para poder verlos más tarde.
Karl Denke
Era un chico popular en la ciudad de Muensterberg, Alemania (ahora técnicamente parte de Polonia), tan popular, de hecho, que nadie sospechaba que en realidad era un caníbal muy exitoso. Al parecer “Papa Denke” (como se le llamaba en la ciudad) invitaba a la gente a su casa, los mataba, y a continuación, utilizaba sus restos para hacerse tirantes o les quitaba la piel y lo vendia su carne a la gente del pueblo como carne de cerdo.
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Robert Ben Rhoades
Era un camionero que desde finales de los 80 hasta principios de los 90 estuvo matando a gente, recogiendo autoestopistas femeninos en la carretera y torturándolas sexualmente antes de asesinarlas en la parte trasera de su camioneta. Rhoades estaba a favor de la esclavitud e incluso llevaba un “kit de violación” que consistía en agujas, látigos y consoladores. Cuando se le detuvo se encontraron con una mujer desnuda encadenada a su taxi junto con un diario para catalogar a todas sus víctimas.