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En un mundo sobrecargado a nivel material, superficial, no es extraño ni difícil caer víctimas de una serie de adicciones y hábitos que más que beneficiarnos nos perjudican. Las tenemos como normales y no les damos mucha importancia, pero desde mi punto de vista nos hacen más daño de lo que parece a simple vista, sobre todo a nivel acumulativo. Podríamos debatir acerca de cómo modulamos ciertas conductas o cómo utilizamos algunas de nuestras comodidades antes de acusarlas de todos nuestros males. Por eso, más que enfocarte en el uso te invito a reflexionar sobre el abuso. Sea como sea, estoy convencido de que más de uno -me incluyo- es o ha sido adicto a alguna de las costumbres que ahora mismo repasaré, repitiéndolas una y otra vez a pesar de sentir en algún momento que no sientan nada bien. Si es tu caso, obviamente, te animo y te recomiendo un fuerte tratamiento de desintoxicación.
1. Pasar mucho tiempo con mucha frecuencia delante del televisor, el ordenador, el móvil, etc., sobre todo a cambio de menos horas de sueño. Ya sabes que no soy muy amigo de los números y las monitorizaciones, pero esta vez pueden servirte de gran ayuda. Sé sincero contigo mismo y pregúntate cuánto de todo el tiempo que pasas enganchado a esas pantallas es realmente necesario o fructífero y a qué hora sueles hacerlo. De ese tiempo, quédate sólo con el que realmente es productivo. Estoy convencido de que a partir de ahora ya no tendrás excusas para decir “no tengo tiempo” o “me faltan horas para dormir”.
2. Hablando de monitorizar, evaluarte a ti mismo constantemente mirándote al espejo, pesándote todos los días, contando las calorías que comes y que quemas, controlando al minuto tus pulsaciones, etc. Tú no eres todos esos números y puedo asegurarte que no representan ni tienen ninguna relación directa con tu salud. Con escuchar tu cuerpo tienes suficiente.
3. Mantenerte permanentemente informado y conectado. No es ninguna novedad; estamos infoxicados. ¿De verdad crees que es necesario y útil estar al tanto de todas las noticias, novedades, sucesos, etc.? ¿Hace falta que revises el periódico, el email, el feed y los diarios deportivos cada dos horas y veas las tres ediciones del telediario? ¿Tantas cosas nuevas pasan en tan poco tiempo? ¿Y tanto afectan realmente a tu vida? Piensa en ello.
4. Estar siempre haciendo cosas. O lo que es lo mismo, no saber no hacer nada. Éste es probablemente una de los hábitos que tienes más arraigados y de los que más te va a costar desintoxicarte, ya que desde niño te enseñaron que el tiempo hay que aprovecharlo al máximo y que quien no hace nada es un gandul. De esta adicción se deriva otra: hacer mil cosas a la vez, lo que generalmente resulta en hacerlas todas mal. Mejor hacer una y hacerla bien.
5. Pensar todo el tiempo. Sí, “somos adictos a pensar”, como dice Eckhart Tolle. Sin embargo tu mente no eres tú, sino simplemente una herramienta que está a tu disposición cuando la necesitas. Date cuenta de que la mayoría del tiempo que pasas pensando lo haces en algo que no está sucediendo ni aquí ni ahora, sino más bien en el pasado o en el futuro y en otro lugar. Tu cuerpo y tu mente están en momentos y lugares separados. De vez en cuando deja de pensar, sincronízalos y fluye. Por otro lado, seguro que más de una vez le das mil vueltas a las cosas, aunque tengas una vocecita que te sopla la solución desde el primer momento mientras sospechas que está en lo cierto. Se llama intuición, algo mucho más potente que tu pensamiento. Escúchala y dale una oportunidad; tal vez te lleves una sorpresa.
6. Hacer cosas que no quieres hacer para que los demás te aprueben o te quieran. Otra conducta que te inculcaron cuando te convencieron de que “si no te portas bien, mamá no te querrá”. Pues no, no tienes ningún motivo para hacer cosas que no quieres hacer, y mucho menos esperando la aprobación de los demás. Quien te quiere de verdad, quien te respeta y te acepta, lo hace hagas lo que hagas. Quien no, lo hace hagas lo que hagas.
7. Comer como si fuera el único placer de la vida. Cuando las cosas no te van bien, cuando estás a disgusto o preocupado por algo, puede que lo primero que hagas sea comer algo compulsivamente, enmascarando algo que no te gusta con algo que te gusta mucho, que es comer -como es natural. Comer es un placer, pero no el único placer. En vez de usar la comida como parche, deja de hacer lo que no quieres hacer -punto 6- y disfruta de tu tiempo haciendo algo que te apasione. Entonces te olvidarás de la comida.
8. Culpabilizarte y auto-maltratarte. ¿Cuántas veces te dices aquello de “soy un inútil”, “es culpa mí”, “todo me pasa a mí” o “nada me va a salir bien”? Ten cuidado; si te lo dices demasiadas veces acabarás creyéndotelo. Mejor mímate un poco.
9. Quedarte espachurrado en tu zona de confort. A pesar de sentir que estás donde no quieres estar y de pasarlo mal por ello, lo prefieres antes de enfrentarte al miedo de salir de tu jaula y explorar territorios desconocidos. Sin embargo, si no estás contento con lo que te rodea y quieres cambiarlo, ¿crees que lo conseguirás si no eres tú el que cambia algo? Sal de tu incómoda comodidad.
Éstas son algunas de las adicciones más comunes con las que suelo encontrarme, pero seguro que me dejo alguna. Si se te ocurren más, compártelas en los comentarios. ¡Gracias!
Por cierto, para muchas de estas intoxicaciones que he comentado hay una herramienta muy útil para reducir cosas que no son necesarias que algunos conocemos como Minimalismo. Puedes descubrir de qué se trata bajándote gratuitamente mi libro Una vida sencilla.
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