Revista Diario
Dentro de escasos días, dejaré de ser adjunta de primer año para empezar mi segundo año como Anestesista. Ayer, los que fueron mis primeros R1 de Anestesia - entre ellos, aquel Rey del Quirófano que fue el furor de las nenas - se despidieron de su época de residente. Este año ha sido como conducir por una autopista, la A1, que empezó en un intrincado nudo de carreteras. Algunas, carreteras sin salida, en las que te chocas contra un muro una y otra vez. Entonces, no queda más remedio que dar marcha atrás y probar otra cosa. Otras, eran direcciones equivocadas. Pensaba que iba por el camino correcto y cuando llegué me di cuenta de que no. Y no me quedó más remedio que empezar desde el principio, sabiendo que había perdido tiempo y gasolina. En el año que he pasado en esta autopista A1, he respirado la libertad de ser yo quien conduzca con las ventanas abiertas. Y he ido recogiendo y apeando gente a ambos lados del camino. He descubierto que, en mi coche, a mi lado, viajaba gente tóxica, que contaminaba el aire. Los dejé en la primera parada, pero me costó no mirar atrás por el retrovisor. Incluso, algunos aún me siguen, en otro coche que me adelanta sólo para poder ponerse a 40 kms/h delante de mí. Como todo, es cuestión de tiempo. En algún momento, tendrán que parar a repostar y yo aprovecharé para perderlos de vista. También, en este año, me he parado a hablar con gente en áreas de servicio. Gente que me ha enriquecido. He escuchado a un conductor experto cómo tomar una curva peligrosa. He recogido a un autoestopista que me ha enseñado que de todos hay que aprender. También ha habido días - en este viaje - en los que me ha dado ganas de tirar la toalla, de quedarme en el siguiente pueblo o en la siguiente ciudad. Y vender el coche. Todo hay que decirlo. Dentro de escasos días, cogeré el desvío que pone A2, hacia un destino incierto. Amenizará mi viaje la música de #Anespot. Y dejaré mis ventanas abiertas para coger aire profundamente y limpiar mi sangre de polución. Sólo espero no marearme demasiado en las curvas que me quedan por tomar.