Revista Opinión

A 3 manos

Publicado el 04 agosto 2014 por Purasvitae @PurasVitae
Plaza enorme, cielo de azules variados, parece que no hubiese nadie en aquel lugar. Llega Alberto, desconcertado por una cita que recibió en su teléfono celular: “Tocayo, nos vemos a la hora de siempre en el lugar de siempre”. ¿Cuál es el lugar de siempre? ¿Cuál es la hora de siempre? Aunque la duda lo incomodaba tuvo ese impulso que nos da la vida de vez en cuando y se puso en marcha para llegarse a la plaza Francia, o plaza Altamira, donde muchas veces había caminado, compartido y hasta lanzado piedras por su país. Pensó en acercarse hasta el anfiteatro que se encuentra al sur de la plaza pero advirtió que el punto de encuentro sería un banco frente al hotel que lleva varios años acompañando al obelisco.

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(Fuente: http://victor-marin.blogspot.com.es/)

Sentado veía la monumental edificación que tenía enfrente, cuando su mente le iba a empezar la conversación escuchó: “¿Tocayo?” A lo que respondió con velocidad: “¿Te llamas también Alberto? ¿Pero quién eres?” Hubo familiaridad en las miradas pero nada más, el señor que se aproximaba le ripostó: “Tranquilo, ya te cuento, ¿me puedo sentar?” cosa que hacia mientras veía la aceptación del joven con el típico si de cabeza.
“¿Qué hacemos acá tocayo? ¿Para qué me citaste acá?” El señor, con una tranquilidad que le da los años vividos le indica: “Calma, ya te voy a contar”. Antes de empezar a conversar el señor grita hacia otro banco en la plaza: “¡¡Albertico!! ¿Puedes acercarte? – volteando le decía al muchacho - ¿No te importa que el niño se siente con nosotros? Él anda conmigo.” Con la cara típica de no entender aprobó que el pequeño se incorporara al encuentro.

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(Fuente: http://huertadelosfrailes.blogspot.com/)

“Acá estamos tocayo porque te veo angustiado, sé que el país te tiene loco y más loco te tiene irte o quedarte. Sé que estás viviendo una situación tan difícil que en situaciones como ahora, no entiendes nada, sé que tienes muchísimo miedo y yo con mis años aun los tengo pero no pueden convertirse en un mural como si estuvieras viendo el mural de Zapata, debe convertirse en el trampolín que te impulse a que hagas lo que vayas a hacer”. La cara de extrañeza del muchacho era del tamaño de la cascada de la plaza y antes que pudiera responderle el viejo continuó: “No hagas de tu vida tu propia cárcel, no hagas que esto que vives tu – y viven muchísimos – te detenga en las ganas que tienes de vivir. No saber que te va a pasar, no saber qué va a pasar en el país y no saber qué va a pasar con los tuyos te paraliza y no tienes reacción. El miedo se disfrazó de esperanza y en lugar de auparte a seguir, te detiene como estamos acá sentados viendo los coches pasar.”
El muchacho no sabía si hablar o seguir escuchando cuando de pronto el niño le soltó: “¿Cuándo dejaste de soñar? ¿Cuándo dejaste de sonreír con ganas?” Jaque mate, el muchacho se encontró en tres y dos y les dijo a ambos: “Ya va pero ¿quién carajo son ustedes? ¿Nos conocemos? ¿Son esos que te vienen a vender la religión? ¿Necesitan real?”. Después de las risas del viejo y el niño, el primero contestó: “La soberbia te está pudiendo, no la dejes, estas a tiempo para cambiar las cosas y para que seas mejor que yo, no importa quienes somos, tal vez después te decimos”.

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(Fuente: http://ovario.blogspot.com/)

“No tengo tiempo para pelotudeces” contestaba el muchacho y mientras veía el viejo le contestaba el chico: “Mira, no puedes ser así, no puedes perder la alegría que tuviste, no puedes perder la calma con la que la gente le encantaba estar contigo, no puedes dejar de ser quien eras” Volteando al chico le contestaba: “Pero ¿quién mierda era?”.

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(Fuente: http://www.noticierodigital.com/)

“Yo” – decía el niño – y yo decía el viejo. A lo que éste continuo: “Somos el pasado y el futuro que hemos venido a hablarte, hemos venido a pedirte que no te aferres a lo malo de lo que fuiste, aférrate a lo bueno, a la niñez, a aquel muchacho que alegró muchísimos, inclusive aquellos de quienes crees te odian o te detestan. Vinimos a pedirte que te lo tomes con calma, que busques las cosas con la tranquilidad que siempre buscaron en ti, no te dejes vencer por un pasado del que siempre te aferra las cosas malas y un futuro que evitas a como dé lugar.”
“¿Qué va a pasar conmigo? ¿A dónde iré? ¿Qué va a pasar con los míos?” fueron las preguntas inmediatas del muchacho a los que el viejo contestó con una sonrisa: “No puedo decírtelo, porque no sé qué has decidido. Te pasará aquello que quieras que te pase aunque creas que no sea así o aunque creas que mientras no te sucedan nunca va a pasar. Yo no sé qué vas a decidir, no sé a dónde iras, solo sé que tienes carta blanca para hacer lo que quieras, como quieras y donde quieras. Te lo pide a grito los que te aman, los que te aman y se fueron, los de ayer, los de mañana, el pasado y el futuro. Ten en cuenta que el pasado es el pequeño y el futuro soy yo, tal vez el secreto es que pienses como el pequeño para que llegues a donde estoy yo”.

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(Fuente: http://elrinconcitodelapaz.files.wordpress.com/)

Alberto con los ojos alumbrados quería preguntar todo sobre lo por vivir y lo pasado pero cuando se dio cuenta ya estaba solo. Y es que la vida a veces nos da conversas así, no tan literales como el pasado y el futuro que nos visiten, pero si con aquellos seres que nos dan luces de lo que fue y lo que será. De lo que fuimos, seremos pero especialmente somos. Feliz semana y Pura Vida!!

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(Fuente: http://costadevenezuela.org/)


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