El pasado viernes 7 de agosto se cumplieron 30 años del lanzamiento de uno de los discos más importantes del rock nacional: Canción Animal de Soda Stereo. Con el correr del tiempo, y por muchos aspectos, el disco se convirtió en una bisagra para la carrera de la banda integrada por Gustavo Cerati, Charly Alberti y Zeta Bosio.
Por un lado inauguró la década a base de un sonido completamente renovado y moderno, dejando de lado esa oscuridad popera de los ochenta. Un cambio propuesto y logrado por Cerati, el verdadero y gran artífice de la obra, quien se volvió a conectar con sus influencias más profundas dentro del clásico rock nacional de los setenta (Luis Alberto Spinetta, Pescado Rabioso, Color Humano, Vox Dei) para combinarlas con la nueva vanguardia sonora (como el pre-grunge, con Sonic Youth y Pixies a la cabeza) que imponían un mayor protagonismo de las guitarras distorsionadas.
Por otro lado, este cambio en su propuesta artística significó el principio del fin en la carrera del grupo. Marcó claras diferencias creativas en el seno de la banda, sobre todo en el peso de Cerati como compositor, que lo terminaría transformando en uno de los más valiosos artistas de la música popular argentina.
Visto en retrospectiva, Canción animal es un trabajo que no envejece. Tres décadas más tarde sigue sonando fresco y actual. Es un disco que tranquilamente podría ser un compilado de “grandes éxitos”. Ningún tema está de más. Las diez canciones que integran el álbum tienen peso propio, obviamente algunas más que otras tras el devenir de la historia y las escuchas.
Con solo hacer un simple repaso de cada canción uno toma verdadera dimensión del aporte real de la obra: (En) el séptimo día, Un millón de años luz, Canción animal, 1990, Sueles dejarme solo, De música ligera, Hombre al agua, Entre caníbales, Té para tres, Cael el sol. Verdaderos clásicos del rock nacional, y todos en un mismo disco.
El origen
La génesis de Canción animal, su quinto trabajo de estudio, parte de un demo en cassette que Cerati grabó entre agosto de 1989 y marzo de 1990. Las composiciones eran completamente nuevas, no había ningún vestigio de temas de otras épocas que hubiesen quedado en el tintero.
Estas maquetas fueron armadas en gran parte en la casa de sus padres, más precisamente en su cuarto de la adolescencia. Recordemos que el matrimonio de Cerati con la bailarina Belén Edwards duró unos pocos meses. Las giras continentales de presentación de su anterior disco, Doble vida, en 1988-1989, detonaron una crisis personal y agotamiento generalizado. Era momento de parar unos meses. Gustavo resuelve pasar un tiempo en su casa de la infancia. Allí comienza a componer gran parte del repertorio y grabarlo con un portaestudio de ocho canales.
Luego de seis meses en pausa, Gustavo, Zeta y Charly vuelven a reunirse en su sala de ensayo de Belgrano, el lugar donde armaron Supersónico, su mítico estudio. Para lograr una mayor fluidez, tanto en los ensayos como a la hora de darle forma definitiva a las nuevas canciones, el grupo decide convocar a otros músicos. Así Tweety González se suma como tecladista, Andrea Álvarez en percusión y Gonzalo Palacios en saxo. El objetivo: poner a punto las canciones pensando en un nuevo disco.
Finalmente, en junio de 1990 viajan a Miami y se internan durante 42 días en los legendarios Criteria Studios, donde grabaron artistas de la talla de Bob Marley, AC/ DC, Aerosmith, Bob Dylan, Aretha Franklin, David Bowie, entre otros.
La portada
Si hay algo que caracterizó a Soda desde sus comienzos fue su meticuloso trabajo de imagen. La mayoría de los aspectos relacionados al vestuario, los videoclips, las portadas de los discos, los peinados, las visuales en los shows, estaban a cargo del director de cine Alfredo Lois.
Pero si esta etapa de Soda se caracterizó por un viraje con respecto a su sonido, también se plasmó en un posicionamiento desde la responsabilidad y autonomía artística. De la misma forma que acordaron que el disco sea producido por Cerati y Zeta, en lugar de continuar con Carlos Alomar, con quien venían trabajando, la tapa de Canción Animal terminó siendo creada por Cerati y Paola Antonucci, su joven novia de 19 años.
Lois ya había realizado una primera aproximación a la portada. Un paisaje selvático fue lo que el artista interpretó como la síntesis perfecta de la identidad del disco. A Gustavo la idea no le cerró y comenzó a trabajar junto a su pareja, que era estudiante de Bellas Artes en la Universidad de la Plata, en un nuevo concepto.
Ya con el nombre de Canción Animal como definitivo, en un primer momento se barajó la idea de llamarlo “Tensión e integridad”, elaboran un simple collage con tan solo tres imágenes sobre una cartulina naranja. La intención era que cada elemento se anclara a cada miembro del grupo. De esta forma, la veleta se vinculaba con Alberti, el joven distraído del grupo. El tensegrity representaba la armonía de Zeta. Finalmente, la imagen de los leones apareándose, eran Gustavo y Paola.
Gira Animal
La gran repercusión de Canción Animal no solo se vio reflejada en la cantidad de discos vendidos (más de 500 mil copias solo en la Argentina) y una prensa especializada rendida a sus pies, también dio lugar a una de las giras más importantes que una banda argentina encaró hasta ese momento.
Bajo el nombre de “Gira Animal”, la presentación del disco los llevó a tocar en más de 30 ciudades de todo el país durante tres meses, congregando a más de 100 mil espectadores. Luego, llegaría el exterior: Venezuela, Colombia, México, España y Estados Unidos.
En total fueron 15 meses de gira, comenzando un 26 de octubre de 1990 en Santa Fe y finalizando un 27 de enero de 1992 en estadio mundialista de Mar del Plata. Durante eso vertiginosos meses realizaron algunos conciertos que quedarán en la historia. El primero fue el 22 de diciembre de 1990, cuando se presentaron a solas en el estadio de Vélez para más de cuarenta mil personas. Fue la primera banda argentina en llenar un estadio de fútbol. El show fue registrado por ocho cámaras de televisión y transmitido unos días más tardes por la pantalla de Telefe.
Haber colmado uno de los estadios más grandes del país fue el disparador que los volvió a posicionar en Argentina como la banda más importante del momento. Pero su siguiente movimiento no fue ir detrás de otro gran estadio, sino todo lo contrario: un ámbito más cercano con su público. Así, del 14 de junio al 21 de julio de 1991, ofrecieron 14 funciones en el teatro Gran Rex, sumando más de 46 mil espectadores, arrebatándole el récord de presentaciones en la mítica sala a Charly García.
Pero eso no fue todo. El 14 de diciembre convocaron a más de 250 mil personas en un show gratuito en plena Avenida 9 de julio en el marco del ciclo Mi Buenos Aires Querido. Se televisó en vivo por Canal 13, demostrando que la popularidad y el ascenso de la banda parecía ya no tener techo.
Fuente MDZOL
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