Revista América Latina

A 5 años del Gustav

Publicado el 02 septiembre 2013 por Yohan Yohan González Duany @cubanoinsular19

Nota del editor: Yo no viví el huracán del 32 en Santa Cruz del Sur o el Flora de la década del 60. Confieso que ver y escuchar las imágenes y testimonios de la destrucción del Gustav hace cinco años, no evitaron que  dejara de sentir tristeza y dolor por tanto sufrimiento y destrucción al que fueron sometidos varios compatriotas.

A cinco años después de la tragedia que afectó dramáticamente a la Isla de la Juventud,  Pinar y a la costa sur de la entonces provincia Habana, replico este artículo del amigo Lázaro Javier Chirino.  Rindo así un homenaje a todos los cubanos, que a pesar de las vicisitudes y problemas, siempre tenemos una capacidad titánica de levantarnos y volver a empezar.

Yohan González – editor de Desde mi ínsula

A 5 años del Gustav

Por:Lázaro Javier Chirino /Tomado del blog El Carapachibey

Cuántos recuerdos en mi mente de aquel día del 30 de agosto de 2008. Era de día y se anunciaba el paso de un fenómeno natural al cual los pineros ya estábamos acostumbrados. Esta tierra desde antaño ha sido víctima de huracanes y tormentas tropicales que de una manera u otra nos tenían acostumbrados a la idea. Pero nadie se imaginó que aquel 30 de agosto de 2008 fuera único e irrepetible (por suerte) y que quedaría en la memoria de nosotros de una manera muy especial.

Después de la tormenta es que realmente supimos los efectos de sus vientos. Una ciudad totalmente destruida, con el rostro de su gente aterrorizado y los ojos llenos de lágrimas por toda la destrucción. Nadie podrá olvidar las calles llenas de escombros, las casas sin techo, los árboles sin hojas, las dos montañas que custodias a Nueva Gerona totalmente despobladas de árboles… el caos.

Mi generación no se imaginó nunca el poder destructivo de la naturaleza hasta que no vio los resultados. De mi mente nunca podrá borrarse aquellos días en los que la luz del sol se agotaba y no tendríamos mas nada que nuestros propios deseos de vivir para consolar la ausencia de todo. Pasaban los días y poco a poco los efectos de un mundo sensibilizado con nosotros se notaron.

Llegaron artistas de toda Cuba repartiendo alegría, recursos de todas partes que permitían mas o menos resolver la dura realidad de quienes habitamos esta ínsula rodeada de mar y al sur de Cuba. La vida fue regresando a este sitio y cada lugar, cada barrio se hacia sentir en medio de una tristeza que aun imperaba en los corazones de cada pinero. Todos fuimos uno solo. Nadie era mejor que nadie y nos crecimos ante el dolor y la carencia.

Ya han pasado cinco años y aun están frescos en mi mente todos esos recuerdos, y no quiero dejarlos ir, porque de lo contrario estaría negando una parte de mi, un momento en el que se demostró de qué estábamos hechos y cómo seriamos capaces de seguir haciendo camino al andar… como diría el poeta.

Es que “a esta Isla no se llaga por naufragio” diría Paco Mir y por suerte es así, porque me siento orgulloso de todo lo que soy, de lo que seré y de lo que podré ser. Llevo a esta Isla en mi corazón, y tiemblo por ella cada vez que hablo de su historia (muchas veces olvidada), me emociono cada vez que escucho sus sonidos y me crezco cada vez que tengo que explicarle a alguien que para venir aquí hay que cruzar un mar que nos divide, pero nos une.

A 5 años de aquel 30 de agosto, nefasto, oscuro, triste, insalubre, lúgubre, solo quiero decir que mi Isla seguirá creciéndose y construyéndose con nuestras propias manos.

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