“Desde la caída de la Unión Soviética, va a hacer ya un cuarto de siglo, y desaparecidos prácticamente los sistemas de producción tradicionales, el capitalismo se ha universalizado sin que se divise una alternativa”, escribe uno de los sabios españoles de la ciencia política, el catedrático Ignacio Sotelo.
A sus actuales 80 años tiene tras de sí la cárcel por su oposición a Franco y el exilio en cuatro países en cuyas universidades enseñó antes de volver a España, en democracia, entre ellas la respetada Libre de Berlín.
Exmilitante de Izquierda Socialista, la rama radical del PSOE, hace ahora un análisis descarnado sobre la izquierda y su futuro, porque la humanidad navega en un barco capitaneado por el capitalismo.
Recuerda que hasta “La sedicente China comunista es ya un país capitalista, aunque manejado desde el poder concentrado en el partido”.
La figura de los barcos surcando un océano en diferentes direcciones era usual en los debates ideológicos izquierdistas del siglo pasado.
Se decía que la nave más potente, segura y gigantesca era la socialista. Pero se hundió con la Unión Soviética, como el Titanic, y todos los barcos se arrimaron al capitalista, otro enorme trasatlántico que navega a toda máquina, aunque no se sabe a dónde.
Y ahí vamos todos: en ese barco en el que “el capitalismo no se enfrenta ya a un orden socioeconómico alternativo, como en la pasada centuria lo hiciera al socialismo. Ni siquiera a uno en su forma socialdemócrata menos drástica, convertida ya en el capitalismo de nuestro tiempo”.
Que “naveguemos en un barco del que ya no cabe bajarse parece algo tan obvio como trivial”, afirma Sotelo, como recordándole a las supuestas izquierdas tipo Podemos las inscripciones de algunos cementerios: “Aquí acabamos todos”.
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