Revista Cultura y Ocio

A brochazos (2ª parte)

Publicado el 20 julio 2015 por Elarien
A brochazos (2ª parte) (Continuación de la entrada anterior)
Nos habíamos quedado en la pregunta de qué pincel usar. Más me vale aclarar ahora que no soy ninguna experta en el arte del maquillaje, simplemente se me ocurrió escribir esta entrada porque maquillarme me distrae, me relaja y me divierte. Me gusta experimentar, no siempre con fortuna. Las brochas, con su cosquilleo y su agradable masaje, contribuyen al placer. No me importa tener que hacerlo por la mañana, no me da pereza, lo considero como unos minutos para mimarme y regodearme en el narcisismo. La verdad es que pintarme no es un capricho, es una necesidad, no podría pasar consulta con mi cara de fantasma recién levantado o los pacientes se asustarían, y ya vienen con bastante miedo en el cuerpo.
La primera regla de oro es que los pinceles sintéticos son para los cosméticos en crema: bases, maquillajes, correctores, etc, y los pinceles de pelo natural se reservan para los productos en polvo. Las marcas de lujo tienen pinceles propios, aunque a precio de marca. En las tiendas de productos de peluquería se encuentran brochas buenas y económicas, e incluso se pueden comprar lotes por amazon. Los sintéticos son baratos, yo uso unos de Better que compré en el Alcampo y estoy encantada con ellos. De pelo tengo de L'Oreal, que salen bastante bien de calidad y precio.
La segunda regla es que los pinceles más pequeños, más apretados o más cortos consiguen mayor definición. Los de mayor tamaño y menos compactos aplican el producto de un modo muy difuso por lo que suelen reservarse para el final: barrer, matizar y polvos sueltos. Personalmente para estos últimos mi preferida es una brocha plana con aspecto de abanico que distribuye los polvos en una capa finísima. Presenta la ventaja de ser más precisa y permitir retoques concretos. Además barre el exceso de maravilla.
A la hora de las correcciones, especialmente en los párpados, va bien contar con unos bastoncillos (y aprovecho para decir que JAMÁS han de usarse en los oídos). Se moja el algodón con una gota de agua micelar desmaquillante y basta con apoyarlo para borrar con precisión, sin necesidad de extender ni presionar, lo que no nos guste. El agua micelar también se emplea para limpiar los pinceles, solo hay que poner un poco en el cuenco de la mano y mojar la punta del pelo, sin llegar a la zona de inserción para que no se pudra. Luego se deja secar. ¿Otro truco? A la hora de trazar líneas bien rectas y definidas nada como guiarse con una tarjeta de visita. Se coloca como si se tratara de una regla y, ya sea con el pincel o con un lápiz, se traza la línea que se desea. Es un truco estupendo para afinar el dorso de la nariz (con el corrector marrón en dos líneas paralelas a lo largo de la longitud del mismo, respetando el centro, en el que se puede aplicar un corrector claro), dibujar el rabillo del ojo, ya sea con sombras o con lápiz, y lograr que quede simétrico en ambos ojos, trazar el arco de las cejas, o marcar la hendidura del pómulo. Por supuesto luego hay que difuminarlo, pero para eso sirven las brochas, que es de lo que estamos hablando.
El maquillaje se puede aplicar directamente con el pincel, usando la zona de pulgar como paleta, o con las manos, como una hidratante o la BB cream. En ese caso me gusta poner un poco en la palma y calentarlo con la otra para luego presionar ambas manos sobre el rostro: mejillas, frente, barbilla, mandíbula y cuello. El calor ayuda a que se funda mejor con la piel. También puede ponerse como la Nivea de las abuelas, con la punta de los dedos se dibujan unos puntos en medio de frente, nariz, mejillas y mandíbula para después extenderlo con un pequeño masaje, ascendente y hacia los lados. Los masajes siempre deben oponerse a la gravedad que, a fin de cuentas, es la fuerza que siempre actúa y hace que, con los años, se descuelgue todo. Antes o después, o antes y después si es preciso, se aplicaría el corrector. Si escoger un maquillaje es complicado, atinar con los correctores es digno de una nominación al Nobel. No solo se trata de unificar sino también de corregir, realzar, iluminar y marcar. Cada acción requiere un tono distinto, más oscuro cuando lo que se pretende es profundizar y más claro para iluminar. En su momento escribí una entrada al respecto aunque desde entonces he descubierto un par de correctores dignos de mención, los de la marca 24 horas, de venta en Sephora, con una cobertura excelente, y el Martiderm DSP, un stick de farmacia especial para aclarar manchas que además tiene protección solar 50+. Supongo que este último me gusta porque además coincide que es mi tono de piel y si lo distribuyo bien no necesito ni maquillaje, me basta con extenderlo con mi brocha mágica. Para fundir base y corrector me gusta mi pincel sintético de Better, compacto y de tamaño medio. Esa misma marca cuenta con un pincel más pequeño, no demasiado, para aplicar el corrector, que también funciona a las mil maravillas. Los pinceles diminutos son para correcciones muy puntuales, como pequeñas espinillas.
Para los coloretes en crema me gusta la brocha de Better que ya he mencionado mientras que en el caso de los coloretes en polvo me decanto por una biselada de L'Oreal que además sirve para definir contornos y que en verano es estupenda para dar un toque de sol con polvos compactos bronceadores en frente, pómulos, cuello y debajo de la mandíbula (un truco que además encuadra el rostro y que mejora la fotogenia). Con los polvos oscuros conviene no olvidarse de añadir un toque de luz, con un corrector o con polvos iluminadores, claros y con algo de brillo, para no apagar el rostro. Se aplican en las sienes, en el canto interno de los ojos, bajo el arco de las cejas y también en el entrecejo. Me gusta hacerlo con el dedo y luego difuminar con una brocha.
Los polvos sueltos son para fijar y se usan después de todos los productos en crema. La excepción es cuando se necesita un extra de corrector en alguna zona. En ese caso conviene fijar lo que ya está puesto antes de aplicar el corrector de nuevo y, finalmente, añadir un extra de polvos. Para esta maniobra la precisión de la brocha de mariposa es impagable.
A brochazos (2ª parte)Para que los labios duren más también es buena idea presionar con el dedo la primera capa de pintalabios. Luego se perfilan y se rellenan con el mismo lápiz perfilador. Si se pretende corregirlos es buena idea cubrirlos de maquillaje antes de empezar a hacer nada, de ese modo se igualarán con el resto del rostro y se notarán menos las correcciones. Siempre conviene subir un poco el arco del labio superior, con ese truco se acorta el espacio nasolabial y se recortan años. Ese es uno de los problemas que tienen las infiltraciones, el labio pesa más y los tejidos no soportan bien ese aumento de peso por lo que el arco cae y la distancia nasolabial se alarga. Por desgracia esa distancia aumentada se traduce en años, justo el efecto contrario del que se pretende. Tras el lápiz se aplica el pintalabios con pincel y se muerde un pañuelo de papel para retirar el exceso. Una capa de polvos muy finos  ayuda a fijarlos y a darles volumen antes de aplicar una nueva capa. Marilyn se aplicaba nada menos que cinco capas de pintalabios, entre las que alternaba una capa de polvos blancos luminosos (similares a una sombra de ojos), que además de fijación les proporcionaba volumen, y para hacerlos más jugosos terminaba con una capa de brillo con una combinación de ingredientes tan exclusiva y secreta que su fórmula aún no ha salido a la luz. Es posible que la guarden en el Pentágono, mezclados con los archivos del presidente Kennedy.


Volver a la Portada de Logo Paperblog