Revista Cultura y Ocio
A ciascuno il suo, (A cada um o seu, A cada cual lo suyo); Leonardo Sciascia; 1966; Editorial Alfaguara 2007; Italia.
No estoy muy acostumbrado con el género policial. Confieso que cada vez que me topo con un libro de Agatha Christie paso recto. No sé por qué guardo ese injusto preconcepto.
Hace algún tiempo realicé algo que difícilmente sucede, comprar en las Livrarías Curitiba, y es que allí los precios de libros nuevos son altos. Generalmente entro, veo algunos títulos para otro día ir a una librería de segunda mano; casi siempre lo encuentro por menos de la mitad y en un estado de conservación que parecería nuevo, aunque también es verdad que hay ciertas ediciones (de muy buenas presentaciones) que no siempre se encuentran.
Sin embargo, por unos días pusieron libros que normalmente fluctúan entre RS 29,90 y hasta RS 59,90 a RS 9,90 (entre $ 17 y hasta $34 por $5,6), de tan diversos autores, muchos desconocidos para mí, como Emmanuel Carrere, Amitav Gosh y Manuel Vásquez Montalbán, entre otros; también estaban Truman Capote, Antonio Skármeta, Claudia Piñeira, Sergio Bambarén y el italiano Leonardo Sciascia, entre otros, todos mezclados entre los muchos libros de autoayuda; el de Bambarén podría considerarse en ese conjunto, pero ese es tema de otro post.
Esta novela se desarrolla en una pequeña villa de Sicilia, a mitad de los 60’s, e inicia con la llegada de una amenaza en una carta anónima al farmacéutico Manno quien le da poca importancia al hecho, mostrándosela a varios vecinos/clientes que pasan por su establecimiento y tomándolo como una broma. Pocos días después aparece su cuerpo abaleado por la espalda mientras cazaba en una zona cercana. Todo el pueblo comenta, chismean sobre las posibles causas del asesinato, elucubrando hipótesis de las más variadas. Lo curioso es que no se asombran de su muerte, hasta lo esperaban, después de aquella amenaza recibida. De lo que el pueblo se sorprende es que hayan asesinado también al Dr. Roscio, que había ido con Manno a cazar. ¿Por qué a él también?, se preguntan. También mataron a uno de los perros que los acompañaban; qué hijos de puta, ¿por qué al perro?, me pregunto. Mientras los carabineros centran sus investigaciones en un puro encontrado, de una marca que pocos fuman, un modesto profesor de escuela decide también investigar por su cuenta, siguiendo una pista que los policías no le dan importancia: el mensaje de la carta estaba hecho con palabras recortadas de periódicos; al reverso de uno de los recortes se dejaba leer la palabra "UNICUIQUE" con otra palabra que no consigue memorizar. Casi sin querer el profesor Laurana encuentra en un diario leído por pocas personas de la ciudad, “L’Osservatore Romano” (el diario oficial del Vaticano) el término con la misma grafía que vio, “UNICUIQUE SUUM” (“A cada cual lo suyo”). Iniciará varias entrevistas con diversas personas de la ciudad, encontrando hipocresía en su alrededor, y claro, muchos sospechosos. Laurana no tiene idea del peligro al que se expone conforme va sumergiéndose en su investigación, y es que, hay cosas que no tienen por qué ser revueltas, más si la mafia siciliana está de por medio; hay misterios que todos saben pero del que nadie habla.
Sciascia nos muestra con una escrita elegante la vida en una Sicilia convulsionada y podrida en sus altas jerarquías, en el que los pobladores “viven en paz”, y seguirían en ese estado de tranquilidad si es que nadie hiciera alguna denuncia contra algún personaje público, por ejemplo, amenazando quebrar el orden establecido. Cada capítulo es corto, y ante la presencia de los diversos personajes tienes esa sensación de sospecha por cada uno de ellos, justificada, al final, todos parecen saber sobre lo ocurrido desde un principio menos Laurana; te enganchas rápido con la trama, y disfrutas su fino humor negro por momentos. El autor nos revela como la política, el clero y la mafia están unidos en un lugar donde la gente parece estar acostumbrada y resignada a aquello.
En su versión en español está editada por Tusquets, en su colección Andanzas.