Revista Cine

A cambio de nada

Publicado el 07 mayo 2015 por Srinterrogante

Doce años después de ganar el Goya al mejor cortometraje de ficción con Sueños (2003), Daniel Guzmán se adentra de nuevo en el submundo de los barrios de clase  media-baja de Madrid. Ha pasado el tiempo y aunque el germen principal de aquel pequeño y joven relato sigue presente, ha crecido hasta llegar a la adolescencia y con ello a la problemática y a las inquietudes que rodean a esta etapa en un contexto concreto. A cambio de nada, ópera prima del director madrileño y aclamada a su paso por el festival de Málaga, se mueve por unos terrenos ya conocidos por el cine social español pero consigue distinguirse a través de la forma, aunque el fondo haya sido explotado una y otra vez.
El relato gira en torno a la problemática vida de Darío (Miguel Herran), un adolescente venido a menos que vive inmerso en la difícil separación de sus padres (Luis Tosar y María Miguel, un seguro) y que por ello decide escaparse. Junto a Luismi (Antonio Bachiller), su escudero particular desde la infancia, persiguen esos sueños perecederos de la etapa juvenil, y es aquí donde Daniel Guzmán se sabe mover. Alejándose del conflicto, retrata una adolescencia incandescente, donde el aquí y ahora se necesitan desafiando de cierta forma a un futuro que se acerca irremediablemente. De esta forma utiliza a los personajes secundarios de Caralimpia (Felipe Sánchez Vélez) y Antonia (Antonia Guzmán) como referencias futuras de Darío, que unidos al personaje de Luismi y a golpe de humor, solidifican una historia que desde el comienzo prefiere la comedia por encima de un dramatismo refugiado que aflora en momentos puntuales.
Con un interesantísimo reparto, encabezado por la pareja adolescente, ciertos momentos poco intensos entre personajes amargan en cierto grado un resultado que en general es muy notable.
A cambio de nada
Precisamente la narración gana puntos a la hora de centrarse en la aventura que vive Darío al mantener la coyuntura de los padres a un lado, a pesar de ejercer como catalizador y tormenta durante el largometraje. Es a la hora de finalizar cuando la historia puede desmoronarse, donde convergen explícitamente la aventura con su regreso al infierno. El espectador, como juez absoluto, puede entrar sin embargo y debido a su ambigüedad, en la incredulidad y en el incorformismo ante el discurso. 
La historia se apoya en un acertado manejo de la cámara al hombro, un movimiento continuo que acrecienta el sufrimiento interior y que dota a la aventura de carácter. Ritmo no le falta. El montaje entiende lo que necesita y deja al espectador respirar con sus pausas empáticas y un humor bien hilado. Se suma una fotografía paralela a la felicidad superficial narrada, alejándose de la clásica falta de color y luz con ese tono gris que nos acostumbra. Dibujando con el suficiente color el cielo en el que parece encontrarse su protagonista, hace al  espectador cómplice de sus sentimientos y le invita a relajarse. Nos encontramos con una revisión de los problemas sociales más cercana, menos lacrimosa y más receptiva a su reflexión tras finalizarla, sin remitir a la provocación fácil y directa. Daniel Guzmán alimenta su primera obra, Sueños, y la convierte en una cinta que atrapa durante 97 minutos y suscitará la conversación entre el público asistente. Se agradece una búsqueda diferente y alejada a la tragedia social española.
En una frase: “Mira, prefiero vivir `dabuti´ de aquí a los 20 que vivir el resto de mi vida amargao” (Sueños, 2003)Victor J. Alvarado

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Srinterrogante 1906 veces
compartido
ver su perfil
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Dossier Paperblog

Revistas