A centoleira

Hablar de A Centoleira, es hablar de un restaurante con más de cien años de historia. Un verdadero referente de la zona, donde la calidad, está presente en cada uno de sus platos.

He ido a cenar, hace pocas semanas un viernes por la noche, aprovechando la visita de unos amigos, que están en Suiza. Son unos auténticos enamorados de este restaurante.

En una de las anteriores ocasiones en que vinieron, se lo recomendé para cenar y les encantó. Así que, esta vez, antes de que emprendieran el viaje de regreso, había que ir a pegarse un homenaje, y cual iba a ser sino, A Centoleira.

El restaurante, es una antigua casa de piedra de dos plantas. La planta baja, es la taberna, como curiosidad, destacar que parte del mostrador, tiene forma de dorna ( típica embarcación de pesca en las Rías Baixas). En esta parte de abajo, hay una pequeña zona, destinada a comedor.

El comedor principal, está en la parte superior, si vais, reservar y pedir alguna de las mesas que están junto a las ventanas. A destacar, la cantidad de relojes antiguos que están colgados por la pared.

Al igual que si vamos a París y no dejaremos de ver la Torre Eiffel, no podemos ir A Centoleira y no comer una de sus cestas. Ojo! vienen muy llenas, si sólo queréis comer marisco, perfecto. Pero si vais a comer algo más, pedir siempre la cesta para una o dos personas menos de los que seáis a comer. Nosotros éramos cinco y pedimos una cesta para dos, y ya veis como vienen de cargadas.

Seguimos con tres raciones de un bacalao, en salsa ali-oli, servido sobre una teja, que estaba muy rico, demasiado salado, para mi gusto. Raya y un rodaballo que estaban, ambos estupendos. Todo acompañando por un Joaquín Rebolledogodello y una botella de albariño de la casa, que sin ser espectacular, hay que reconocer que estaba bastante bueno para ser casero. Con todo lo que comimos aún tuvimos hueco para tomar un variado de postres y luego cafés y chupitos que dieron paso, a una animada conversación.