El estudio de arquitectura A-cero, dirigido por Joaquín Torres y Rafael Llamazares, presenta un proyecto para la reforma exterior de un edificio de uso industrial ubicado en el norte de África.
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La intervención consiste en un lavado de cara de la fachada de este edificio. Podemos hablar de una fachada dividida en dos partes. La estructura original se mantiene y se le aplica un acabado monocromático, creando paños de vidrio en cada nivel gracias al ritmo regular de los ventanales.
Sobre la estructura original, una estructura escultórica recorre las fachadas envolviendo en edificio. Se trata de diferentes láminas de cemento reforzado con un acabado blanco, en contraste al color gris de las carpinterías y fachada original.
Estos elementos que rodean el edificio siguen unas líneas ascendentes huyendo en su mayoría del ángulo recto, escapando de la fachada. Este juego de planos en la fachada confiere al edificio un dinamismo y un aire renovado con el inconfundible sello del estudio A-cero.