Que no soy lectora de relatos es algo sobradamente conocidos por todos los que habitualmente pasáis por aquí. Pero del mismo modo sabréis que Anna Gavalda es una de mis autoras favoritas así que no podía faltar, aunque se trate de un libro de relatos, a la última cita con sus letras. Hoy os hablo de A corazón abierto.
Así parece escribir siempre Anna Gavalda, a corazón abierto. Leyéndola no tengo ninguna duda sobre ello porque de otra forma no podría crear esos personajes tan creíbles y cercanos, tan cotidianos y luminosos a la vez, con los que desgrana todas las emociones que a diario sacuden nuestras vidas.
El amor cortés, La clandestina, Mi perro se va a morir, Happy Meal, Mis puntos de vida, El soldado de infantería y Un chaval. Siete relatos muy distintos entre sí. Algunos muy breves como Happy Meal o Un chaval, y otros bastante más extensos como La clandestina, sin duda mi relato favorito en el que dos mujeres, perdida cada una de ellas en su propio dolor, tienen una larga conversación buscando reconciliarse con sus vidas.
Relatos que rebosan la cotidianidad a la que la autora consigue despojar del gris que siempre le atribuimos, para ofrecernos siete historias que emocionan y sacuden con su sencillez y naturalidad, con sus alegrías y sus tristezas. Siete historias totalmente diferentes que comparten intensidad, reflexiones y cercanía, y un final sorprendente y adecuado para cada una de ellas.
A corazón abierto es pura sensibilidad a través de siete historias en las que los personajes se desnudan ante el lector para hablarnos de su culpa, de sus remordimientos, de sus sueños, de su felicidad y de su desdicha, de lo que cada día les hace levantarse de la cama y de lo que cada día los paraliza. Historias que en definitiva nos hablan de la vida y nos hacen reflexionar sobre ella y sobre sus contradicciones, que son las nuestras, porque si algo tienen los personajes de Anna Gavalda es que el lector los siente vivos, tan cercanos y creíbles que rápidamente nos ponemos en su piel, consiguiendo que nos identifiquemos con ellos, aunque sus circunstancias sean muy distintas a las nuestras.
Y todo ello contado con la prosa fresca y ágil a la que la autora nos tiene acostumbrados, con su habitual lenguaje sencillo y cercano con el que consigue disfrazar la dureza que se esconde en el fondo de sus historias, esas historias que a mí siempre consiguen conmoverme.