Ojos de cómplice y de juez y de abogada
risa limpia, de música y montaña.
Historia compartida. Sonrisa y lágrima.
Simplemente frutos... de la misma rama.
Ay niña, niña de mis ojos, ángel consentido,
¡Cómo describirte: … diamante exótico y nativo,
sangre de mi sangre y aliento en el
camino!
Infinito regalo del corazón del cielo.
El tiempo
vuela, raudo, entre las olas de la vida
y arranca nuestros barcos, cada vez más y más lejos de la orilla,
de esa
costa nuestra, tantos años
compartida…
tal vez tú busques una isla y yo, miles de bahías…
Niña, hermana mía,
donde tú estés y a
dónde vayas,
mi corazón será tu ángel, el mismo que abrazabas
y tus palabras serán mi aliento y mi fuerza y mis alas…
y toda tú por siempre: mi más grande camarada.
Recuerdia