¿Qué pasaría si en la actualidad el protagonista de El hombre elefante de David Lynch encontrase una forma de poder operarse y empezar una nueva vida con una cara no solo totalmente normativa sino incluso bonita? Este es el inquietante y muy prometedor punto de partida de la nueva película de Aaron Schimberg, una de las películas más estimulantes y desafiantes del año.
A Different Man es un relato en clave de tragicomedia neoyorquina que en otra vida podría haber escrito y dirigido el maestro Woody Allen, que cuenta el día a día de Edward (Sebastian Stan) un actor venido a menos que se busca la vida cómo puede y que tiene la enorme peculiaridad de tener toda la cara deformada a raíz de diferentes enfermedades que a lo largo de los años le han supuesto innumerables malformaciones. Pero un día recibe la oferta de prestarse como voluntario para un experimento médico y resulta que de la noche a la mañana se despierta con una nueva cara y se convierte en un hombre realmente atractivo. Para empezar su nueva vida Edward opta por hacer creer al mundo que él es otra persona y que Edward murió tras suicidarse para acabar con su sufrimiento de vida. El problema es que ahora todo parece nuevo y distinto, pero Edward se topará con una realidad en la que no podrá conseguir las cosas por su cara bonita y se dará cuenta de que la persona detrás de la máscara nunca se ha ido y que nunca podrá matar a Edward porque éste sigue vivo en él de una forma muy presente.

El segundo largometraje de Aaron Schimberg es una atinada sátira en torno a la superficialidad de la industria del mundo del espectáculo, la corriente woke y cómo ésta nace para paliar el sentimiento de culpa por lo mal que se han hecho siempre las cosas y sobre lo patética que resulta la superioridad intelectual. Una comedia negra con momentos de absoluta genialidad que harían las delicias de Tod Browning y su parada de los monstruos (Freaks) y por supuesto de su anhelo contemporáneo Ryan Murphy. Hay mucha originalidad en la irreverente propuesta que es A Different Man, no solo es subversiva y valiente, también es una obra muy antisistema que se atreve a poner un espejo delante de la industria del espectáculo y lo convierte en una sátira que habla más de ellos que del propio Edward. Con diferencia la película más excelsa y virtuosa en años junto con La sustancia, compartiendo ambas la toxicidad y la podredumbre del cuerpo humano en un radical y bellísimo body horror de esos que te salpican en toda la cara.
Aaron Schimberg funciona (al igual que la mencionada Coralie Fargeat) como un nuevo relevo generacional de otro maestro del cine y de la carne como es David Cronenberg. A Different Man resulta altamente sugestiva, voluntariamente patética y muy muy inspiradora, es una de esas películas que te hacen un click dentro de la cabeza del espectador y que lo cambian todo, aunque sea durante unas extraordinarias y muy entretenidas 2 horas. Algo que es impensable sin el talento de un Sebastian Stan en el mejor momento profesional de toda su vida. El actor que conquistó al público desde dentro del UCM como Bucky (El soldado de invierno) al fin ha encontrado la forma de brillar individualmente y demostrar su talento en un papel de esos que cambian una carrera para siempre. Su descarnada y electrizante interpretación es con diferencia la mejor interpretación masculina de este año y junto a la pluscuamperfecta Demi Moore y La sustancia, deberían compartir lugar en el mismo museo cinematográfico, pues no es casualidad que ambos interpretes ganaran el Globo de oro en la categoría de comedia a mejor actor y actriz respectivamente en la misma edición.

A Different Man es una de las experiencias cinematográficas más sugestivas e irreverentes de los últimos años y como resultado no solo es una buena película, es una película muy necesaria y eso ya es razón más que suficiente para no perdérsela por nada del mundo.
