Al arribar a Colonia de sacramento, no solo se respira de inmediato la estimulante brisa del Río de la Plata, sino la historia contenida en los muros de su arquitectura tipicamente portuguesa y española.
Con su posición geografía estratégica, permitió que en los siglos XVI y XVII las potencias europeas dominaran el sur de Uruguay y el ancho río. Ciudad fundada en 1680 por Don Manuel Lobo, se convirtió en la única ciudad portuguesa en las costas del río. Sus estrechas calles empedradas del centro histórico, sus casas de piedra o ladrillo con techos de dos y cuatro aguas, nos incitan a un recorrido donde impactan la sencillez en sus líneas arquitectónicas.
Frente a la plaza Mayor encontramos el convento San Francisco Javier, que data de 1682, sus ruinas sirven de base para el faro construído en 1857. Tambien junto a esta plaza se encuentra el Museo Municipal (que exhibe documentos de interés del real de San Carlos), las ruinas de la Casa del Virrey, el Museo Portugués (s. XVIII) y la casa del arquitecto Paez Vilaró.
Al bajar por el paseo costanero, encontramos al Museo del Azulejo, recientemente remozado, con sus 300 años mirando al río. Su interior se viste con azulejos portugueses que tambien podemos encontrar en algunos muros del barrio histórico.
La estructura de la ciudad responde a una configuracion militar, calles angostas cubiertas de piedras cuneiformes desarrollan un trazado que contrasta con el clásico plano de damero característico de las ciudades españolas.
Puede disfrutarse, durante la caminata por la costanera, el mágico ritmo afro de las tumbadoras y los grupos candomberos que danzan con sus trajes de época.
Otro gran atractivo es la Iglesia Matriz, testigo de numerosas batallas, es la más antigua de Uruguay construída en 1680 y situada sobre la calle de Vasconcelos, detrás de una de las seis fortificaciones que protegían a la ciudad: el bastión de San Juan.
El virrey español, Ceballos, instaló un campamento militar con un asentamiento provisto de un hospital y una capilla y nombraron a estas tierras Real de San Carlos, en honor a quien ocupaba la Corona: Carlos III. Con sus blancas playas y frondosas arboledas, este lugar se convirtió en un gran atractivo turístico a principios de siglo, con la construcción del complejo deportivo y el gran hotel Casino, que contaba con hipódromo, frontón y una gran plaza de toros, clausurada en 1912 por decreto gubernamental.
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