ella canta sobre la parte alta. La pajarera abierta por lo bajo. Así capturan a los jilgueros sobre los alambrados. Ella se vuela. Te mira desde el trapecio de las hojas, se balancea sobre el mar de pampas. Rebelde contra la tarde que no hinca el pico. No te suelta. Tu corazón en la mira queda seco
hubieses querido ser el blanco, arrodillarte bajo un tendal de estrellas, pedirle que dispare. Que te toque la sangre con la punta del dedo, que la pruebe. Rojo el labio. Morderla. Hacer que grite, que te diga por qué, de qué otro modo, que justifique la mirada ausente, el desenfoque de sus ojos, que te mienta. Abrazarla como a una niña loca, tocarle los días que le faltan. Y que gatille
Vestida de primera comunión, flaca como una línea, riéndose como si lo creyera. Cubrirle el vestido crespo y blanco. Decirle otra vez que es hermosa. Dejar que se haga flor y que destile. Que enrojezca de amor y que las piernas. Y se abra al milagro de templar. Nupcial, lujosa, hecha de lluvia eléctrica. Tremenda
Ralph Brown