Vos, mujer, no sos de primavera
No hay flores a tu paso
Ni pájaros viajantes
con su vuelo de estación.
Vos, mujer, no sos de tierra
No tenés geografía de montañas
Ni hueles al pasto después de la llovizna
que trae el amanecer.
Vos, mujer, no has sido nunca de fuego
No ardes como braza incandescente
Ni consumes
como el incendio que prepara el sembradío.
Vos, amada mía, sos de agua
de mar
de río
de tormenta
de lluvia
de rocío
De tus labios corren ríos
de tus ríos se hacen mares
Y yo,
que de pensarte me hago un océano
te tengo a mar de piel.