Revista Espiritualidad

A Fuego Lento

Por Ritacoach @ritatonecoach

El Transparencia-quiebrefuego lento opera como un hechizo. Sin que te des cuenta, de pronto, estás hechizado, y para hablar dentro del contexto al que remiten esas palabras, te digo que te vas cocinando sin percibirlo y de pronto, estás “cocinado”.

Las personas vivimos en transparencia, un estado que Heidegger explica diciéndonos que allí, la actividad reflexiva, pensante o deliberativa, está ausente. Durante el mismo, la acción que se realiza requiere un nivel mínimo de conciencia que constituye la base y condición primaria del ser humano.

Estás con el piloto automático.

¿Podrías recordar qué pensabas mientras te lavabas los dientes esta mañana?

¿Recordás cuantas cepilladas les hiciste?

¿Podés detallar, una a una, todas las acciones que realizaste hasta llegar a leer este post?

Estas preguntas son solo para que quede claro qué es la transparencia y cómo realmente, los seres humanos vivimos la mayor parte de nuestro tiempo, en su entretejido.

El Coaching Ontológico se ocupa especialmente, de este tema, porque intenta que traigas a tu conciencia, lo que hacés cuando estás haciendo.

¿Es malo vivir en transparencia?

Según el contexto, amigo.

La transparencia se produce por la repetición de nuestros hábitos, entonces, si me hago una experta en lo que hago, de tanto repetirlo, en un momento, será producto de mi experticia, y ni siquiera tendré que pensar qué sigue a qué, pero… ¡Cuidado! Porque si me transformo en una autómata, mataré mi creatividad y me habré estado cocinando A Fuego Lento.

Los seres humanos necesitamos hacer disponible nuestra habilidad de salir de la transparencia voluntariamente porque de no ser así, terminamos actuando inconcientemente.

Hasta que no hagas consciente tu subconsciente, éste controlará tu vida y lo llamarás destino. Jung

Sí, en esto es en lo que terminamos los humanos… echándole la culpa al destino por terminar en lo que no queremos. “Era mi destino”, decimos, sin revisar nuestra falta de acción conciente encaminada al diseño de nuestra propia vida.

Cuando actuamos en transparencia no existe la relación sujeto-objeto. No tengo conciencia de la relación que mantengo con el mundo exterior. Y mucho menos y lo que es mucho más grave, la relación sujeto-sujeto.

¿Estabas enojado, te habló tu pareja, y le gritaste?

¿Fuiste a ver un cliente, se rompió tu coche, tuviste que caminar más de la mitad del trayecto y entonces, entraste a verlo con cara de poco amigos y lanzaste un saludo lo más parecido a un gruñido, cuando lo viste?

Rompemos nuestra transparencia, a menudo involuntariamente. Esto sucede cuando un hecho inesperado irrumpe en nuestras vidas, pero esto –a lo que denominamos “quiebre”- no es lo que nos sirve para transformar nuestro ser y ser lo que deseamos. Nos sirve para agilizar la práctica de otra competencia, pero no podemos ir por la vida de quiebre en quiebre, y mucho menos, cuando no estamos preparados para una interpretación positiva del mismo, porque lo único que saltará a nuestros ojos será:

Tu pareja disgustada porque no entiende por qué le gritaste a ella.

Tu cliente perdido irremediablemente.

¿Qué cosas identificás que hacés todos los días en forma transparente?

Puede que te cueste, acordate que las hacés en transparencia y recién con esta pregunta, estoy yo induciéndote a quebrarla.

Nuestros hábitos determinan nuestro futuro y nos “contaminamos” de nuestro entorno, mientras vivimos en transparencia.

Hay un cuento del hijo de un rey que está buscando un tesoro y viaja a buscarlo a un reino vecino. En ese reino, todos son muy pobres y andan vestidos con harapos, y sucios. Pasa el tiempo, él no encuentra el tesoro y sus ropas se empiezan a poner feas hasta convertirse en harapos, pero él no se da cuenta porque eso es lo que tiene a su alrededor. Llega a olvidarse por completo (no lo tiene más en la conciencia) de que él es el hijo del rey y puede comprarse las ropas más lujosas. Se queda allí porque se acostumbra y muere en la miseria sin nunca recordar su origen.

 

No te preocupes porque tu vida termine, preocúpate para que empiece pronto

Grace Hansen

 

Si sigue haciendo lo que siempre hace, obtendrá los mismos resultados.

 

Palabras más, palabras menos…

¿Cuántas veces escuchaste esta frase?

¿Podés ver el nuevo sentido que adquiere, en relación al tema que te estoy compartiendo?

¿En qué ámbitos de tu vida, te está pasando esto? ¿En uno, en dos, en todos?

Estas preguntas tienen la intención de que puedas declarar tu quiebre, lo interpretes positivamente y acciones, hacia lo que querés ser, hacer y tener.

¿Cuántas actitudes y estados, actuales tuyos, eran impensables para vos, en otro tiempo de tu vida?

¿En quién te estás convirtiendo, sin darte cuenta?

¿A qué temperatura está tu agua, en este momento?

¿Sabías que estás siendo cómplice de tu propia destrucción?

Cuando ves con pesimismo tu futuro, cuando crees que tu vida será siempre igual –o peor-, ¿en que estás colaborando para que tu premonición se cumpla?

Si todavía no estás “medio cocido” y la somnolencia del letargo de tu zona de comodidad todavía puede despertarse, saltá de la cazuela, antes de que sea demasiado tarde.

Quiero adaptar para vos estas palabras de San Agustín:

A fuerza de verlo todo, se termina por soportarlo todo…

A fuerza de verlo todo, se termina por pensar que es lo único que hay.

A fuerza de soportarlo todo, se termina por tolerarlo todo…

A fuerza de creer que es lo único que hay, terminamos por acostumbrarnos.

A fuerza de tolerarlo todo, terminas aceptándolo todo…

A fuerza de acostumbrarnos, nos conformamos

A fuerza de aceptarlo todo, finalmente lo aprobamos todo.

A fuerza de conformarnos, entregamos nuestra vida como si tuviéramos varias de repuesto.

 

Oliver Clerc, especialista en bienestar y desarrollo personal, es el autor de “La rana que no sabía que estaba hervida y otras lecciones de vida”. En el cuento de la rana, se inspiró en la teoría de Marty Rubin “El Síndrome de la rana hervida”, publicado en 1987.

Cuenta la fábula que si tomamos una rana y la introducimos en una olla de agua hirviente, inmediatamente ésta saltará huyendo del peligro. Pero si ponemos la rana en agua a la temperatura ambiente, y no la asustamos, se queda tranquila. Cuando la temperatura se eleva de 21 a 26 grados, la rana no hace nada, e incluso parece pasarlo bien. A medida que la temperatura aumenta, la rana está cada vez más aturdida, y finalmente no está en condiciones de salir de la olla, hasta que finalmente muere hervida sin que llegue a intentar salir.

Mirá el video y luego, comentame en qué grado de temperatura sentís que estás.

Como la rana, cuando estamos por ser cocinados, podemos estar cantando “alegremente”, y no está mal ni el canto ni la alegría, es otro el punto que hay que tener en cuenta… y creo que ya te quedó claro.

Gracias a Nilda B. de M. quién me acercó la información que recreé en este video.

Por el placer de compartir.

 

 


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