Revista Cultura y Ocio

A fuego lento

Publicado el 06 febrero 2015 por Icastico

Nada de gas Zyclon B ni de hornos crematorios, la técnica para aniquilar al enemigo actual es la Gran Banca, dueña de todos los Estados, ahí se esconden los flamantes generales de la guerra. Los muertos de esta manera no desprenden cenizas ni huelen a churrasco, pero el ambiente es igualmente irrespirable. Más, porque nada se ha aprendido. Un holocausto invisible. Ya puede luchar A contra B o B contra A que siempre pierde C, el Ciudadano de a pie, el iluso, el incauto, el Cromo que se intercambian mutuamente, el que no vale nada porque se repite. Nunca sé quién es el bueno y el malo en cada guerra, solo quienes los aniquilados. Lo que sobra es carne de cañón. Me da lo mismo un hijo de putin que las juventudes merkelianas.

Pero fíjate, lo que resulta horrible, que lo es, es contemplar cómo queman vivo a un individuo en una jaula, cómo degüellan a otro fuera de ella, ambos vestidos de naranja, como el color de los presos de Guantánamo, como el de una bombona de butano, que es otro gas. Es la imagen individual del horror. Vale más que mil palabras y que la de millones de desterrados. Para eso hay un frente común, para la salvajada instantánea. No para la masa anónima que el tiempo en manos criminales envía a las cunetas del moderno exterminio vital. No para Grecia, por ejemplo. Sucede a cámara tan lenta que no tenemos paciencia para esperar a ver el final. Quizás sea porque ya lo sabemos. No hay como morir en el acto. Impacta. Pero pasa pronto. En el tiempo, sin embargo, caben muchas preguntas incómodas para el remordimiento. El instante es más aséptico, no presenta esos problemas. Luego esperaremos a que la Historia nos restriegue los fotogramas por los sentidos. Pero el arrepentimiento no tiene efectos retroactivos y los secundarios ya no importan. Se harán documentales y conmemoraciones y se pondrán nombres y apellidos a la locura. Una nueva lección que, una vez más, nos resistiremos a aprender. La historia, la real, debe ser la asignatura que más suspendemos.

El ADN que gobierna ha mutado por la excesiva presencia de euro dólar. El casino del fascismo financiero no puede perder ni una ficha, por muchas vidas que se lleve por delante para lograrlo y por mucho que estos talibanes de Europa (Occidente) hayan especulado con ellas, ayudados por los imprescindibles gobiernos colaboradores. Expolian y hacen pagar a los expoliados. Ellos tienen el agua y el grifo. Cuando a los perdedores no les queda más que humanidad es justamente cuando ya no valen nada, cuando se puede prescindir de ellos. La indignación es una provocación, pronto la castigará el código penal, de hecho ya no se puede expresar uno así como así. Aquí no. Aquí es España. Mientras tanto, hay que aprender a vivir como avestruces, sin parecerlo, esto también es más limpio hoy en día, no hacen falta agujeros en la tierra que nos delaten, solo cascos en los oídos o una buena tele basura que no manche nuestra conciencia. Una conciencia sucia da mucho trabajo. Pero es que hoy por hoy ya no hay trabajo ni para ella, el raciocinio ha presentado un ERE. La crisis, que no respeta nada, acabó convirtiendo en pobre a la misma conciencia. Son las reglas del juego. El Nuevo “Orden” Mundial. Imposible ganar una miserable partida. Pero que conste que soy muy muy optimista, a eso me ganan muy pocos. Tanto que, no en vano, cuando era pequeño mi padre me llamaba Antoñita la fantástica, que era una serie de radio o tv, allá por principios de los 60, creo. Eso y que hay que serlo por Real Decreto popular para no parecer sospechoso de cenizo, para no cortar la euforia triunfalista. El optimismo desmesurado es una droga, una válvula de escape. Y porque lo otro es tremebundo.


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