Una apasionada y querida cocinera, Eugenie, trabaja desde hace 20 años para Dodin, un gran chef. Cada vez se quieren más, su vínculo se convierte en un romance y da lugar a platos deliciosos que impresionan a los personajes más ilustres de alrededor del mundo. Cuando Dodin se enfrenta a la renuencia de Eugenie a comprometerse con él, decide empezar a cocinar para ella.
Hay una cierta tendencia en la historia del Séptimo Arte de plasmar el culto a la comida y su preparación cada cierto tiempo. Películas como “Tampopo” (1985) con el culto al ramen, “Entre copas” (2004) para saborear todo tipos de vinos, o “Una pastelería en Tokio” (2015) para apreciar la dulzura de los pasteles japoneses, especialmente los ‘doriyakis’ se han centrado en hacernos deleitar jugosamente de algunos platos en concreto; otras como “Ratatouille” (2007) y, sobre todo, “Chef” (2014) o “El festín de Babette” (1987) se han dedicado más a plasmar la belleza del proceso de la elaboración de todo tipo de platos y la satisfacción, tanto a nivel visual y auditivo como gustativo, de saborearlos.
Este 2023, el director vietnamita-francés Trần Anh Hùng, al que conocimos con cintas como “El olor de la papaya verde” (1993), la adaptación de Haruki Murakami a la gran pantalla de “Tokio Blues” (2010) o “Cyclo” (1995); nos invita a relajarnos y gozar de una mezcla de ambas versiones del culto a la comida con “La passion de Dodin Bouffant” (2023) (traducida en España como “A fuego lento”). La cinta tiene el honor de haber pisado algunos de los festivales más prestigiosos del mundo como el Festival de Sevilla o el Festival de Cannes, donde salió reconocida con el premio a Mejor Dirección.La trama de “A fuego lento”, escrita por el propio Trần Anh Hùng, es casi anecdótica. En 1885, una excelente cocinera y su chef empleador pasan sus días estudiando, hablando, creando y confeccionando distintos platos, junto a sus dos jovencísimas ayudantes, con los que encandilar a los distintos comensales que pasan por su tranquila villa francesa, ya sean amigos íntimos o grandes personalidades, mientras poco a poco van intimando más y más. Y no importa. La verdadera magia del film, tal y cómo también pasaba en la ya citada “El festín de Babette” y que aventuramos ha sido una gran referencia para su director; está en disfrutar tanto de la propia concepción de los numerosos manjares como la degustación de los mismos por sus afortunados comensales y las distintas relaciones que establecen a través de la comida. Ésta última parte es la que Anh Hùng quiere plasmar con su trama y, si se tiene paciencia y se conecta con sus personajes, se disfruta enormemente, ya que, tal y cómo anuncia el título elegido en España para el film, la trama se cocina muy ‘a fuego lento’ y eso, junto a su larga duración, puede llegar a frustrar a los espectadores que busquen una historia rápida y fácil de digerir.
La veterana Juliette Binoche, ganadora del Oscar a Mejor Actriz de Reparto por “El paciente inglés” (1996), interpreta a Eugenie, la cocinera que encandila tanto a los personajes como a los asistentes a la proyección del film por su simpatía y la gracilidad con la que prepara las decenas de platos que aparecen en pantalla. Binoche ofrece una interpretación técnica muy estudiada y convincente, parece como si llevara verdaderamente más de veinte años dedicándose a la cocina y disfrutando de ella. Le acompaña en protagonismo el magnífico Benoît Magimel, alabado en Francia y al que vimos recientemente, por ejemplo, en la inclasificable última cinta del director catalán Albert Serra “Pacifiction” (2022), que le otorgó el premio a Mejor Actor en los César del país vecino. Magimel ofrece un papel muy sentimental y lleno de pequeños gestos y miradas que comparte junto a Binoche y que transmite una calidez y un sentimentalismo desbordante. El resto del reparto brinda también grandes interpretaciones, destacando la jovencísima Bonnie Chagneau-Ravoire, que da vida a Pauline, y es un torbellino de vitalidad y energía cada vez que aparece en pantalla.
La dirección de Anh Hùng es muy inteligente. Sabe que mostrar a dos (o cuatro, si contamos a las niñas) personajes disfrutando del proceso de cocinar en una sola habitación podría llegar a ser monótono e incluso aburrido en manos de algún director poco entregado o inexperto que se centre en detallar las acciones con distintos planos fijos, por ello toma la avispada decisión de usar una steadycam (cámara montada en un chaleco con una pequeña grúa rotativa que libera al aparato de trípodes y rigidez), haciendo que la cámara dance alrededor de los protagonistas y sus creaciones culinarias. Esta pequeña pero brillante decisión aporta un dinamismo y una harmonía casi melódica que hace la acción tremendamente disfrutable llegando incluso a desear que nuestros protagonistas vuelvan tras los fogones o a deleitar más creaciones culinarias pronto cuando entramos en secuencias románticas o puramente de diálogos. Aun así, sabe dirigir bien a sus actores y les dota de pequeños gestos o movimientos característicos para no caer nunca en la monotonía de las acciones y llenar de personalidad todas y cada una de sus secuencias.El diseño de producción es bellísimo, ya sea la totalidad de la villa dónde pasa la mayoría de la acción del film, como sus preciosos exteriores campestres, todos y cada uno de los pequeños escenarios están cuidados al detalle y llenos de vitalidad con pequeños objetos, utensilios o detalles únicos que enriquecen los entornos y aportan una personalidad acorde con los personajes que habitan en ellos.
estaca el diseño de la gran cocina, siendo una única enorme estancia por la que danzan tanto los cuatro personajes que trabajan en ella como la cámara omnipresente que lo retrata todo, y está totalmente estudiada para maximizar su utilidad a la vez que muestra el proceso culinario del siglo XIX. El vestuario, minuciosamente estudiado para ser ajustado a la época que retrata, es también muy bonito y aporta personalidad a sus protagonistas. Además de la ya comentada fotografía de Jonathan Ricquebourg, que ya contaba con experiencia en retratar cintas de época gracias a la cinta que rodó con el ya mencionado ‘enfant terrible’ catalán, Albert Serra, “La Mort de Louis XIV” (2016), y enriquece sus imágenes con un uso precioso de iluminación natural combinado con pequeñas llamas de fogones y lámparas de aceite. La paleta de colores es magnífica, sobre todo gracias a las distintas creaciones culinarias, y enaltecen la riqueza visual de forma exponencial.
En definitiva, “A fuego lento” es un manjar cocinado pacientemente que hará las delicias de les aficionades a las delicadas tramas de amor y pasión y les amantes del proceso de elaboración de la comida más gustosa. Un exquisito menú para degustar con paciencia y paz. Bon appétit.
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- ##check## Lo bueno
- La rica dirección de Trần Anh Hùng.
La complicidad entre Binoche y Magimel.
Los distintos cuidados manjares que van apareciendo en pantalla son increíbles. - ##times## Lo malo
- El guion se desarrolla muy lentamente y ciertes espectadores pueden perder la paciencia.
El silencio que envuelve la cinta puede no agradar a todo el mundo.
Que se busque algo más profundo y no se conecte con la propuesta.
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- Ambientación 8.0
- Magnífico diseño de producción y elaboración de los platos.
- Desarrollo de Personajes 7.0
- Aunque contengan sus emociones, todos tienen un rico desarrollo.
- Argumento / Guion 6.0
- Sencillo pero completo. No busca más profundidad.
- Banda Sonora 6.0
- A pesar de no contar con composiciones, los distintos sonidos aportan una musicalidad interesante.
- Entretenimiento 8.0
- Si se conecta con la propuesta es fascinante.
- Montaje / Innovación técnica 8.0
- Técnicamente es impecable y el montaje dinamiza muchísimo el conjunto.
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- Puntuación Total 8 / 10






